Ley Toubira sobre matrimonio igualitario: al menos Hollande ha cumplido una promesa y pone Francia al día sobre la homosexualidad.
Las fotos que ilustran esta crónica de opinión, son del fotografo portugués afincado en Francia Antonio Garcia, quien ha sabido plasmar en imágenes momentos claves de esta lucha por y contra el reconocimiento de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en Francia, sea cual sea su orientación sexual. La furibunda reacción de la Francia más retrógrada contra la llamada Ley Toubira, que lleva el nombre de la ministra de Justicia, ha provocado agresiones, violencia y amenazas contra políticos, periodistas y homosexuales.
Shakespeare habría dicho “Tanto ruido para nada”, pues esa ley aprobada democráticamente por el parlamento, autoriza por fin en el país de los derechos humanos, el matrimonio entre personas del mismo sexo. La ley no hace sino dar forma legal a la necesaria igualdad de derechos entre las personas, en una sociedad que ha evolucionado de manera evidente.
Con un poco de retraso con respecto a otros países europeos que ya reconocieron mucho antes esa igualdad de derechos civiles entre homosexuales y heterosexuales, Francia ha adoptado con fuerza de ley la que era una de las promesas electorales del candidato a la Presidencia Francois Hollande. Una reforma de sociedad que ha encontrado la furiosa y violenta oposición de un conglomerado de asociaciones y partidos de derechas y de extrema derecha, desde la UMP a los ultras de Civitas.
La derecha francesa, poco habituada a manifestar en la calle, suele patalear aproximadamente cada quince años para oponerse a reformas de sociedad que ponen en tela de juicio la tradición católica mas conservadora. En 1984 salieron a la calle para defender la escuela privada y católica, en 1999 se opusieron al PACS (unión libre entre homosexuales reconocida por la ley), y ahora en 2013 han vociferado y prometen seguir la pataleta a pesar de la ley recién votada, para oponerse al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Como lo recuerda esta semana el semanario “Le canard enchainé”, la novedad es que, en el pasado, la derecha parlamentaria y la extrema derecha neofascista no se frecuentaban y hacían manifestaciones separadas, mientras que en esta ocasión los ultras de todas las especies se han dado la mano con la denominada “derecha republicana”, que de costumbre acepta las reglas del sufragio universal.
La movilización de la desamparada UMP niega hoy los resultados que en las presidenciales y legislativas llevaron a Francois Hollande al Eliseo y a una mayoria socialista y de izquierdas al Congreso. Los franceses ya votaron por un programa que incluia entre sus promesas el voto de una ley para asegurar la igualdad de derechos entre homosexuales y heterosexuales ante el matrimonio. Las manifestaciones contra esa ley son pues una evidente negación de la democracia y de sus instituciones republicanas.
Aunque no soy un adepto del matrimonio en general, y entre los libros que leí de joven figura “El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado”, quiero destacar que la propia familia actual dislocada por divorcios y uniones libres de todo tipo, ha hecho necesaria una reforma del codigo civil, para proteger a unos y otros. La sociedad ha evolucionado y las parejas homosexuales son hoy una realidad, mas allá de las fronteras ideológicas de derecha e izquierda. En consecuencia, una ley que asegure la igualdad de derechos era absolutamente inevitable. Si la derecha “respetuosa de las instituciones” se ha movilizado en este tema es evidentemente para ocupar el patio con su griterio, porque no tienen nada que decir en cualquier otro ámbito, dado el desastroso balance y derrota de Nicolas Sarkozy.
Los franceses de izquierdas o de centro que votaron por Hollande le reprochan hoy, con razón, no cumplir con sus promesas electorales en materia ecónomica, social, de empleo, de lucha contra la corrupción, contra los paraisos fiscales, contra el pluriempleo de políticos poco escrupulosos, contra el poder del dinero, contra una Europa neoliberal que acentúa las desigualdades empobreciendo a la mayoría de la población, contra la especulación financiera de los bancos privados, usureros de la deuda pública. La política socialdemócrata de Hollande no está siendo mejor que la de Sarkozy, si bien se ha restablecido un diálogo con las organizaciones sindicales que su predecesor había abandonado.
El cierre de los altos hornos en Lorena ha empezado ya. Los obreros de Florange acaban de inaugurar una losa como la que hicieron en 2009 para denunciar la traición de Nicolas Sarkozy, pero en esta ocasión es para Francois Hollande, que como su predecesor prometió una cosa e hizo lo contrario.
“Traición, aquí reposan las promesas de cambio de Francois Hollande, que hizo en 2012 a los obreros y a sus familias en Forges, siderurgia Lorena”. Reza amargamente la losa, recordando que Hollande prometió una ley para evitar el cierre de unidades de grandes empresas que acumulan beneficios en otras partes y despiden a sus empleados de forma abusiva, para aumentar los dividendos de los accionistas, mientras dejan en la calle a los trabajadores.
La timorata política socialdemócrata de Hollande se encuentra hoy en tela de juicio ya que no aporta soluciones a la cuestiones esenciales. Pero por una promesa que ha cumplido, la derecha se ha echado al ruedo como vulgar y pésimo espontáneo. Celebremos pues con homosexuales y heterosexuales esta ley progresista que asegura la igualdad de derechos y que nos permite respirar en todo caso un aire de libertad menos contaminado por la hipocresia tradicionalista. Esperemos también que la sociedad civil que votó Hollande sea capaz de hacerle respetar en los próximos años alguna otras de sus promesas electorales.
Enlaces:
- Fotografías de Antonio Garcia en favor del matrimonio igualitario
- Fotografías de Antonio Garcia en contra del matrimonio igualitario