Para los amantes del arte y de las antigüedades, octubre es un mes de celebración, ya que en él tiene lugar el Salón du Connaîsseur, que este año celebraba ya su segunda edición y tiene vocación de continuidad.
En efecto, del 24 al 28 de octubre de 2018 se ha celebrado esta muestra en Madrid, organizada por el galerista Jorge Alcolea, quien en sus espacios acogió las más de 800 obras expuestas por los quince galeristas y anticuarios participantes que llegaron de España y otros países de Europa.
Entre las 800 obras, el visitante ha podido ver desde un armario en madera policromada del siglo XVIII, un espejo con marco de época Carlos III, preciosas tanagras de la antigüedad grecolatina, estatuillas y ánforas votivas egipcias, relicarios barrocos con cabeza de mujer, muebles domésticos flamencos de Los Austrias, un paisaje de Isabel Ramoneda, un reloj de colección, hasta varios Tapies, Canogar, Antonio Saura, y un Miró y otro Carretero… Exquisitas piezas para todos los gustos y de todos los ámbitos y estilos.
Fueron cinco días en que expertos y amantes del arte (connaîsseurs) han podido ver, disfrutar y adquirir tesoros artísticos desde la antigüedad hasta nuestros días, procedentes de los más variados lugares, épocas y ámbitos.
Paralelamente a la muestra, se han desarrollado actividades artísticas para todos los connaîsseurs: visitas guiadas, restauraciones en vivo y en directo, charlas con expertos, degustación de vinos… Tan seguros están los organizadores de la capacidad del arte para atrapar y enamorar a nuevos públicos.
La visita guiada a la que pude asistir durante el acto de presentación del II Salón du Connaîsseur, corrió a cargo de Alfonso Aroa, profesor de la UNED y experto coleccionista, y tuvo lugar en la mañana del día 23 de octubre. En un recorrido de una hora y media de duración, pudimos contemplar y extasiarnos con piezas únicas de maestros del siglo XX (los citados Miró, Canogar, Tapies, Antonio Saura) junto al mobiliario art deco, vintage, modernista o rústico, rescatado unas veces de las masías y otras importado y traído desde las casas de campo suecas, como un aparador esquinero –que uno puede imaginar como perteneciente al padre de Bergman– separadas apenas unos metros de las esculturas del Antiguo Egipto, de otras de la Antigua Roma, auténticos tesoros de la Grecia clásica verdosos de óxido por haber sido rescatados del fondo marino y, por supuesto, los tesoros escultóricos en madera policromada de la Edad Media y del Renacimiento, hasta llegar al siglo XVIII.
De Salamanca han llegado para esta ocasión libreros con ejemplares únicos dignos de colección, entre ellos un incunable del siglo XV con la Historia natural de Plinio el Viejo, una de las primeras obras salidas de la imprenta en España; un Corán manuscrito mucho más moderno, y la colección de armas de Luis Buñuel en México, debidamente documentada y exhibida con sus respectivas licencias de armas provistas de sus respectivas fotos.