El incesto, el grave tema lleno de mitos, tiene una importante trascendencia en el ámbito emocional de los menores que son víctimas de abuso sexual por parte de un pariente cercano o directo; un suceso que lleva conocer al verdugo pero a callar al resto de la familia.
La relación de consanguinidad y de afinidad significa que la relación sexual es un abuso en toda regla. El menor, en su debilidad psíquica, aborda como puede ser la víctima del adulto, de quien es una presa fácil que además callará. La agresividad y los deseos convulsos de su agresor se verán satisfechos no solo porque es un familiar directo, sino porque no podrá confesarlo.
El que abusa de los niños no es porque es producto de una familia disfuncional, es raro o se le nota; nada más lejos de ello. Es precisamente normal a todas luces en todas sus conductas; si por normal entendemos que no demuestra ningún signo externo de agresividad u otras formas de violencia.
La búsqueda del infante llega porque al tener menos fuerza física, ser confiado por naturaleza, y ser dependiente de los adultos, es una presa fácil para ser seducida, coaccionada, y puede ser forzado con naturalidad. Si a esto le sumamos que es un familiar directo, la dificultad de confesar lo que sucede es enorme porque nadie, además, le creería.
Generalmente, dentro del colectivo que engloba a los abusadores sexuales de niños se encuentran personas con un perfil complejo y un problema de insatisfacción sexual inmenso que les lleva a tener relaciones esporádicas con otros adultos, y para lograr satisfacer su necesidad, con niños.
Estos agresores presentan distorsiones cognitivas que les llevan a justificarse constantemente y a validar su propia conducta. Tras un primer paso de contacto físico con las manos, las caricias forman parte del encuentro y después la masturbación. Ahí es en donde el niño se siente más indefenso, porque probablemente desconoce qué sucede después. Si a esto le sumamos que el niño está carente de afecto en su propia familia, si existen algunos sentimientos encontrados, entonces, es una presa aún más fácil.
Las consecuencias a corto plazo presentan niños que luego son adolescentes que, en el 80 % de los casos, sufren otros impactos psicológicos que les lleva a tener desde un grado de culpa grande hasta reacciones ansioso-depresivas en su vida cuando conectan con sus iguales. Si los niños son extremadamente pequeños, encontraremos que en su memoria no existe nada salvo la negación de lo ocurrido y no tendrá mayor recuerdo en general. El problema del incesto radica en la adolescencia cuando se han dado casos de coitos entre padres e hijas que han dado lugar a un hijo. Estos adolescentes normalmente huyen, abusan del alcohol y de otras drogas y tienden a ser promiscuos tras el episodio con su familiar.
A largo plazo las consecuencias son muy difusas y no se pueden valorar sin una anamnesis de la historia del paciente. Los problemas habituales son las alteraciones en la esfera sexual, las disfunciones sexuales diversas, la menor capacidad de disfrutar o de olvidarse del sexo como una pena, y el inadecuado uso del sexo que les lleva a tener ira, odio o conductas autodestructivas.
En cualquier caso, si un niño o adolescente está siendo violado por un familiar directo, debe denunciarlo a la policía; un mal mayor se estará evitando necesariamente.