De la Inquisición al yihadismo: poder político, cultural y destrucción del pensamiento y la libertad.
El poder de las iglesias, católica, islámica, las más presentes para nosotros, va aunado en la historia a dos formas de acción: el terror cuando necesitan imponerse y dominar territorios, y el poder económico e ideológico una vez asentadas en ellos, con la colaboración de las fuerzas de derechas y capitalistas que a su vez las amparan y sustentan para favorecer sus propios intereses.
De ahí que ante ese poder, sean pocos los escritores, ideólogos y políticos, que las ataquen con el rigor crítico y la libertad que debieran hacerlo. Lo comprobamos en campañas electorales como las que sacuden a España en nuestros días. O a la hora de hablar del terrorismo yihadista, con el «respeto» que se tiene a quienes basan su fuerza persuasiva en lecturas y aplicaciones, como siempre dirigidas y sesgadas -ya lo hizo también la Inquisición y las guerras de religión o conquistas de territorios de los cristianos en pasados siglos-, de los textos religiosos islámicos que seleccionan, y si es preciso tergiversan, para ayudar a sus «sacrificados» soldados del profeta, labor en la que colaboran las mezquitas, clérigos y gobernantes de los países en que domina esa religión. No olvidemos los intereses económicos que subyacen debajo de estas turbias historias y los de los fabricantes de armas occidentales, intermediarios, y grandes empresas con intereses en petróleo y otras fuentes de riqueza en ellos.
Y al margen de los extremismos, -que también los gobiernos europeos o de EEUU aprovechan para imponer medidas restrictivas y recortes de libertades a todos los ciudadanos de sus países- merece la pena subrayar y denunciar el papel que las iglesias juegan en la vida cotidiana de los ciudadanos: desde la servidumbre de la mujer a la entrega a la farsa de sus peregrinaciones, sean a la Meca o al Rocío, fiestas, cultos y ceremonias que anulan el pensamiento religioso y la auténtica libertad a los conversos y practicantes de ellas. (Y no hablamos de las creencias privadas, sino del negocio económico e ideológico de dichas iglesias). Su terrible influencia en la educación. Que une sus fines denominados religiosos al poder político y económico que desarrolla, al tiempo que incide en la eliminación de un pensamiento libre y de las diferencias interpretativas en los grandes problemas filosóficos que deben desarrollar los ciudadanos desde muy jóvenes..
Es útil en estos momentos de baja actividad crítica intelectual, y no hablamos de ideas o conceptos religiosos sino que nos referimos al poder y al dominio cultural de las Iglesias como instituciones que se apropian de ellos y los administran según sus intereses espurios, recoger palabras de algunos filósofos y escritores que sí denunciaron esta aberración que nada tienen que ver con el pensamiento y las dudas existenciales o metafísicas y si con los poderes reales que tanto daño causan a los seres humanos y a los pueblos. Es la doctrina que desde muy pequeños va inundando y acomodando la mente de las personas para convencerlas, según crecen, de la necesidad de la obediencia a las leyes y autoridades que la imparten, el sacrificio, la esclavitud del trabajo, la moral rígida y machista, y si es preciso la propia vida, con la recompensa de «la otra Vida» que les espera.
Nietzsche:
Como si la humildad, la castidad, la pobreza, en una palabra, la santidad, no hubieran causado hasta ahora en la vida un daño indudablemente mayor que cualesquiera horrores y vicios… El espíritu puro es la mentira pura… Mientras el sacerdote, ese negador, calumniador, envenenador profesional de la vida siga siendo considerado como una especie superior del hombre, no habrá respuesta a la pregunta: ¿qué es la verdad?
… El animal doméstico, el animal de rebaño, el animal enfermo hombre: el cristiano… El sacerdote mismo se halla reconocido como lo que es, como la especie más peligrosa de parásito, como la araña venenosa de la vida.
Contemporáneo de él, Cioran:
La Iglesia, un nombre de un verbo esclerotizado, erige sus hogueras. San Pablo; responsable de nuestros prejuicios en religión y en moral ha fijado las normas de la estupidez y ha multiplicado las restricciones que paralizan aún nuestros instintos… La palabra quiere ser machacada a fuerza de invectivas, amenazas y revelaciones, de afirmaciones estentóreas: le gustan los bocazas. San Pablo fue uno de ellos, el más inspirado, el más dotado, el más astuto de la antigüedad.
Albert Camus:
Lo que reprocho al cristianismo es que sea una doctrina de la injusticia…Somos el resultado de veinte siglos de imaginería cristiana. Desde hace 2.000 años se presenta al hombre una imagen humillada de si mismo. el resultado está a la vista. En todo caso: ¿ quién podría decir lo que seríamos si si hubiera perseverado en estos veinte siglos el antiguo ideal clásico, en su bella figura humana?
W.H. Auden:
No existen mayores supersticiones en el mundo que las que promueven tanto el cristianismo como el Islam. Ambas contienen en si enorme belleza, pero al mismo tiempo son fuertemente reaccionarias… Se puede también sostener que los dogmas supersticiosos han dado origen a la crueldad y la opresión tanto corporal como espiritual. Por eso es nuestro deber luchar contra toda superstición que sea inhumana y atente contra el desarrollo social. A las otras supersticiones debemos tratar de comprenderlas como variantes de las supersticiones mayores que existen y dominan las sociedades más altamente desarrolladas.
Thomas Bernhard:
El cristianismo destruye el alma del niño, lo asusta, anega su carácter. La estructura del Estado y de la Iglesia es tan horrible que solo se puede odiarla. Soy de la opinión de que todos los países y todas las religiones a las que se los conoce de cerca, son igual de horribles.