Oficialmente hay 147 muertos y 552 municipios afectados en 26 Estados
La secretaría de Gobernación (Segob) ha declarado zona de desastre en 250 municipios de 13 estados de México: Chiapas, Chihuahua, Colima, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Tamaulipas, Veracruz y Zacatecas.
Una vez que el huracán Manuel tocó tierra, Sinaloa se vio castigada de tal manera que se calculan más de 100.000 damnificados. Se han evacuado y puesto a salvo a más de 58.000 mil personas, de las cuales aún hay 52.433 en 392 albergues instalados en 19 Estados, según Segob, aunque en Presidencia dicen que son poco más de 29.000 quienes viven en albergues.
Además, están tramitando declaratoria de desastre para municipios de Nuevo León, de Guanajuato, de Nayarit, Jalisco, San Luis Potosí y Durango. Las lluvias de los últimos días también han afectado a municipios de Aguascalientes, Campeche, Coahuila, Estado de México, Querétaro, Quintana Roo y Sonora.
Los fenómenos que han asolado el país, el huracán categoría 1 “Ingrid”, y la tormenta tropical “Manuel”, comenzaron su actividad el día 14 de septiembre, sábado, cuando ya se estaba preparando la celebración de las “fiestas patrias” para conmemorar la independencia. Unas fiestas seguidas con fervor por todos los ciudadanos, que no escatiman ni las banderas, mostradas hasta en los coches. El mexicano es muy patriota, hay que decirlo, y los gobernantes se aprovechan de ello.
Fue el sábado día 14 cuando parecía que se habían abierto las compuertas del cielo. Lluvia y viento se empezaron a extender por la costa y el interior del país, mientras comenzaban los festejos: grito de independencia y desfile del poderío militar. El domingo 15 dejaron limpio el Zócalo (“retiraron” a los maestros acampados allí en protesta por la mal llamada reforma educativa) para celebrar el “grito”, un acto que se iba a llevar a cabo desde el balcón del Palacio Presidencial al día siguiente, lunes 16, supongo que por capricho del presidente, puesto que no siempre se hace allí. Imagino que le pareció más elegante, pues es un entorno muy bello y simbólico. Además, el desfile de las tropas quedaba francamente vistoso, debió pensar. Lo retransmitieron integro por TV, a mayor gloria de Peña Nieto.
Mientras, el país estaba soportando un infierno de lluvia y viento, y comenzaron a temer lo peor. Lo temían los ciudadanos, que las élites gubernamentales estaban inmersas en los faustos: Peña Nieto asomado al balcón, junto a su esposa y la prole; los mandos militares a su alrededor; los gobernadores de los Estados, celebrando cada uno a su modo las fiestas.
¿Por qué sucedió?
Por algo tan sencillo como que coincidieron dos fenómenos atmosféricos graves… y los que tenían que dar la voz de alarma estaban de fiesta o no tenían ni idea de qué hacer ni por dónde empezar.
El secretario de Gobernación (equivalente al vicepresidente del gobierno), Osorio Chong, ha afirmado que emitieron alertas a todas las entidades federativas a partir del día 12 y que el 13 se instaló el Grupo Interinstitucional para ciclones tropicales, emitiendo boletines a todos los titulares de Protección Civil. Además, dice que llamaron por teléfono a cada uno de ellos. Puede que sí, que les llamaran, otra cosa es que respondieran y transmitieran la alerta. Osorio Chong, se ha ufanado, también, de haber avisado a la población de la que se avecinaba por las redes sociales. Una burla, porque las zonas rurales no tienen ni electricidad, cuanto más conexión a internet. Es decir, estamos en lo de siempre: si eres pobre, siempre te va a tocar la peor parte. En este caso, la miseria más absoluta.
De lo de Guerrero, unos culpan al gobierno de allí por su tardía reacción, e incluso aseguran que, mientras llovía y llovía, el gobernador bebía y bebía; otros dicen que debe ir “al paredón” el gobierno federal; también hay quien echa pestes de que el alcalde de Acapulco diera su informe de gobierno para después irse a ver un combate de boxeo. Lo cierto es que hay serias dudas de que, ante una situación semejante, los responsables de proteger a los ciudadanos sepan por dónde empezar a hacerlo, en caso de que lo deseen: no hay un registro fiable de dónde están ubicadas las viviendas, no se sabe el estado de los ríos y sus cauces, la cartografía está obsoleta, las carreteras y puentes están construidos con materiales de mala calidad (para abaratar costes y meterse en el bolsillo de cada mandatario la mayor parte del presupuesto) … y las presas estaban a rebosar ya antes de la gran tromba de agua. Contra los huracanes no hay nada que hacer: viviendas levantadas con bloques, sin apenas anclaje al suelo, sucumben al primer soplido, como en el cuento de los tres cerditos.
Ayudas y réditos políticos
Lo cierto es que, una vez pasado lo peor, cada cual ha intentado rentabilizar el “esfuerzo” realizado para ayudar a la población. Me refiero a los partidos políticos, a los funcionarios de alto nivel, a los gobernantes de los Estados.
Porque las ayudas humanitarias fueron llegando a la población desde el mismo lunes por la tarde, según me confirmó Cruz Roja. Este organismo sigue llevando todavía alimentos y lo hará mientras sea necesario, pues continúa recibiendo miles de kilos solidarios, provenientes, principalmente de los centros de acopio repartidos por todo el país (casi 1.200). Dice Segob que, hasta hace un par de días se habían entregado alimentos, medicinas, artículos sanitarios, material y demás productos por una cantidad superior a los 633 millones de pesos (35,50 millones de euros).
Sony Music México se solidarizó mediante el disco Voces por México, que salió a la venta el pasado día 27 de septiembre, cuya recaudación irá a Cruz Roja. La Asamblea Legislativa (diputados) entregó tres millones de pesos (unos 168.490 euros) a la misma institución, pero Segob puso en manos del gobernador de Guerrero 12 millones (674.000 euros) para un Programa de Apoyo Emergente al Empleo, a fin de que la población cobrara por limpiar y recuperar las zonas devastadas, de lo cual poco va a ver el mexicano de a pie.
El papa Francisco, ha enviado 100.000 dólares (casi 74.000 euros) pero será distribuida por medio de las diócesis de las zonas afectadas. Es decir, sí llegará a la población.
El director general del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), Alfredo del Mazo Maza, informó de que esta institución pondrá en marcha un programa de créditos emergente para la reconstrucción de la infraestructura y servicios, a disposición de los gobiernos locales. Serán créditos ágiles, pre-aprobados, en condiciones preferenciales, y sin comisiones por apertura o prepago. Actualmente, 29 estados del país tienen créditos con esta entidad, cuyo monto asciende a 105 mil millones de pesos (5.898 millones de euros), lo que representa el 27% de su deuda total. En tanto, de los 796 municipios que tienen algún tipo de financiamiento, 624 se encuentran en la cartera crediticia de este banco, de los cuales 129 son de alta y muy alta marginación. Esto no quiere decir que esos créditos se empleen en desarrollar infraestructuras o arreglar edificios. De sobra se ha comprobado cómo los responsables de las arcas públicas acaban sus mandatos con abultadas cuentas… y los municipios hechos un asco.
Algunas comunidades ya han comenzado a levantar la voz. En estos días, en los cuales llevar alimentos a las zonas afectadas es prioritario, en las zonas habitadas por indígenas se quejan de que no reciben nada, de que el organismo que debería ayudarles (DIF) hace un “simulacro”, pues llegan con las ayudas, se hacen la foto y regresan con todo. También lo denunció Amnistía, que cree que las autoridades muestran poco entusiasmo para llegar a los indígenas o a lugares marginados. Por ello, montó sus propios canales de recogida de ayudas para asegurarse de que esta gente, la que, de verdad no tienen nada, reciba, cuanto menos, algo de alimento y medicinas.
Curiosamente, las primeras ayudas llegaron de la mano del Cártel del Golfo. Lo hicieron en Tamaulipas, concretamente en el municipio de Aldama. No es una leyenda urbana. Subieron un video a YouTube como prueba.
También la editorial de la revista Playboy quiso aportar su granito de arena y apareció por ciertas zonas con varios camiones cargados de víveres. Alguien consideró que no era “licito” aceptar esas limosnas y los vehículos regresaron con todo el cargamento por donde habían llegado.
Guerrero, desastre total
La localidad guerrense de Acapulco estuvo inundada varios días, con la única carretera de entrada y salida destrozada e intransitable, y con el aeropuerto inservible. En esta ciudad se encontraban nada menos que 40.000 turistas, que se vieron atrapados y, muchos de ellos, han tardado casi una semana en regresar a sus hogares. Chipancingo, en el mismo Estado, tiene desalojadas las zonas más peligrosas mientras se arreglan los “desperfectos”. Unos desperfectos que consisten en volver a construir pueblos enteros, pues, como en La Pintada, el agua y el lodo se lo han llevado todo. En Tilapa, perteneciente al municipio de Malinaltepec, han solicitado al gobierno estatal la entrega de 60 millones de pesos (3.370.000 euros) para reubicar en tierras ejidales y pequeñas propiedades a 4.800 personas, pues su pueblo fue completamente arrasado.
Las cifras de este desastre están aún sin cuantificar y vete tú a saber si conseguirán hacerlo. He visto números que, según de quien provengan, difieren espectacularmente. Peña Nieto ha pedido a los gobernadores que se afanen en cuantificarlo, pero se lo tomarán con calma o, simplemente, lo harán a boleo, para que se les entregue un dinero que, de otra manera, no verán… ni podrán meterse en el bolsillo.
Según el director general de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), Recaredo Arias, las pérdidas que cubrirá el sector podrían alcanzar entre 12 mil y 15 mil millones de pesos (entre 674 y 842 millones de euros). Pero hay que tener en cuenta que aquí, en México, no es habitual contratar seguros. No lo es por dos razones: porque son carísimos y porque, con los sueldos que cobra la gente, si pagan un seguro, no comen.
El presidente de la República, Enrique Peña Nieto, informó muy ufano a los pocos días de que había autorizado un monto superior a los 1.500 millones de pesos (poco más de 84 millones de euros) del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) para atender la contingencia. Aclaró que “esto da muestra de la celeridad con la que se está trabajando para que los gobiernos estatales, con recursos, puedan hacer frente a esta contingencia y puedan iniciar trabajos de reconstrucción de la infraestructura dañada”. Es decir, se estaba colgando otra medalla, tras recorrer las zonas devastadas haciéndose fotos.
Un país cada vez más pobre
Con este panorama, sólo faltaba el anuncio de Amnistía Internacional en el sentido de que México ha perdido cuatro años en la lucha contra la pobreza, para darnos cuenta del panorama que se avecina. Porque ese es el tiempo que ha transcurrido desde que se abriera a la firma en Naciones Unidas el Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PFPIDESC), un tratado internacional de lucha contra la pobreza.
Pese a que México fue uno de los países que impulsó la creación de este instrumento internacional, Amnistía denuncia que, hoy en día, se encuentra vergonzosamente fuera de la lista de países firmantes, a pesar de que el Senado de la República ha llamado tanto al anterior gobierno como al actual a la firma del acuerdo. Firmar este protocolo no va a solucionar por sí mismo el problema de la pobreza, pero es un paso necesario para el empoderamiento de quienes viven en estas condiciones y una muestra del compromiso del Estado mexicano para combatir efectivamente esta tragedia, ha asegurado Daniel Zapico, responsable de la organización en el país.
La administración del presidente Enrique Peña Nieto ha afirmado en repetidas veces su compromiso para combatir de forma efectiva la pobreza en México. Pero a juicio de la organización, su negativa a firmar y ratificar este instrumento pone en duda la seriedad de su compromiso.
En los últimos años las cifras de pobreza en México se han mantenido terriblemente altas a pesar de los programas oficiales, por lo que es necesario contar con nuevas herramientas para exigir a las autoridades que cumplan con sus obligaciones. Las inundaciones de estos días pasados han sido la puntilla para los mexicanos más necesitados.
Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, en México hay al menos 53,3 millones de personas viviendo en situación de pobreza, el 45,5% del total. A esta cifra se debe añadir la de la población vulnerable por carencia social, 33,5 millones de personas y por bajos ingresos, que es de 7,2 millones. De esta forma, sólo 23,2 millones de personas en México, el 19,8% de la población, no enfrenta pobreza ni situación de vulnerabilidad.
Las reformas que está poniendo en marcha el actual ejecutivo van a dar la puntilla a la economía de los ciudadanos. Pero eso, y la recesión en la que acaba de entrar el país, serán temas para tratar en otro momento.
