Italo Calvino, Ajedrez, literatura y cine

El escritor italiano Italo Calvino (1923-1985) cumple el centenario de su nacimiento que tuvo lugar en Cuba, concretamente en Santiago de las Vega, cerca de La Habana, el 15 de octubre de 1923.

la-aventura-de-marco-polo-fotograma-900x462 Italo Calvino, Ajedrez, literatura y cine

En su larga trayectoria literaria, en el libro ‘Ciudades invisibles’ (1972), reeditado recientemente en Siruela, aparece el ajedrez. El conocido viajero veneciano Marco Polo le cuenta al emperador tártaro Kublai Khan las ciudades que encontró durante sus viajes, las que podrían ser y no ser, las que serán y nunca lo han sido, todo un conjunto de relatos.

Aunque no siguiendo el orden del libro, se pueden recordar varios fragmentos. En uno de los interludios el emperador recibe a Marco Polo frente a un tablero de ajedrez:

«Al volver de su última misión, Marco Polo encontró a Kublai Khan esperándolo sentado delante de un tablero de ajedrez. Con un gesto lo invitó a sentarse frente a él y a describirle las ciudades que había visitado solo con la ayuda del ajedrez.(…)
El veneciano no se desanimó. Las piezas de ajedrez del Gran Khan eran grandes piezas de marfil pulido: Disponiendo de torres imponentes y sombríos caballos en el tablero de ajedrez, espesando enjambres de peones, trazando avenidas rectas u oblicuas como el paso de la reina, Marco recreó las perspectivas y espacios de ciudades blancas y negras bajo la luz en las noches de luna.
Ahora Kublai Khan ya no necesitaba enviar a Marco Polo a expediciones lejanas: lo mantenía jugando interminables partidas de ajedrez. El conocimiento del imperio se escondía en el diseño trazado por los saltos angulares del caballo, por los huecos diagonales que se abren a las incursiones del alfil, por el paso arrastrado y cauteloso del rey y del humilde peón, por la inexorable alternativa de cada juego»

En el capítulo octavo se cita:

«Kublai Kan era un ajedrecista atento» (…) Marco Polo, al no conocer la lengua del emperador, «no podía expresarse más que con gestos (…), o con objetos que colocaba delante de él como piezas de ajedrez. (…) Siguiendo los gestos de Marco observó que ciertas piezas implicaban o excluían la proximidad de otras y se movían siguiendo ciertas líneas.
Al fin y al cabo (…) bastaba con un tablero de ajedrez con sus piezas de formas exactamente clasificables. A cada pieza se le podía atribuir a su vez un significado apropiado: un caballo podía representar tanto un caballo real como una procesión de carruajes, un ejército en marcha, un monumento ecuestre; y una reina podría ser una dama que mira desde el balcón, una fuente, una iglesia con cúpula. (… )»

Posteriormente señala el emperador:

«Si cada ciudad es como un juego de ajedrez, el día que conozca las reglas seré finalmente dueño de mi imperio, aunque nunca podré conocer todas las ciudades que contiene».

Calvino deja hablar a su personaje en esta última frase: «aunque nunca podré conocer todas las ciudades que contiene (…)».

Precisamente porque el ajedrez a pesar de ser un sistema cerrado, la combinación ganar-perder se divide entre una infinidad de movimientos que contienen el sentido mismo del juego: tener la conciencia en cada partida de que puedes ganar, perder o terminar en tablas o incluso en un jaque perpetuo.

Así habló Marco Polo al emperador. Este último, explica Calvino, al escuchar las historias de Marco Polo, pudo reflexionar sobre el orden y reglas invisibles que gobiernan las ciudades.

En resumen, para Kublai tenía más sentido quedarse a reflexionar sobre las reglas del ajedrez: habría analizado la realidad concreta a través de las diversas formas que habría adoptado el tablero, en busca de ciudades invisibles.

«Al contemplar estos paisajes esenciales, Kublai reflexionó sobre el orden invisible que gobierna las ciudades, sobre las reglas a las que responden su ascenso y toma forma y prosperan y se adaptan a las estaciones y se entristecen y arruinan.
«Por momentos le parecía que estaba a punto de descubrir un sistema coherente y armonioso, que subyacía a infinitas discrepancias y desarmonías, pero ningún modelo podría compararse con el del juego de ajedrez».

Luego continúa: «Quizás, en lugar de devanarse los sesos para evocar con la escasa ayuda de piezas de marfil visiones destinadas al olvido, tal vez bastara con jugar una partida según las reglas, y contemplar cada estado posterior del tablero como una de las innumerables formas que el sistema arma y destruye».

Toda la historia termina con una reflexión de Kublai: «trató de sumergirse en el juego: pero ahora era el motivo del juego lo que se le escapaba. El final de cada juego es una victoria o una derrota: ¿pero de qué? ¿Cuál era el verdadero riesgo? En el jaque mate, bajo el pie del rey arrojado por la mano del ganador, queda un cuadrado blanco o negro. […] Al desmantelar sus conquistas para reducirlas a su esencia, Kublai había llegado a la operación extrema: la conquista definitiva, de la que los multiformes tesoros del imperio no eran más que cáscaras ilusorias, quedó reducida a un trozo de madera cepillado: la nada».

Por otra parte, fuera de este libro, hay otra frase que escribió Calvino relacionada con el ajedrez: «Tan predecible como una partida de ajedrez». Así describió el escritor a Sicilia en una carta a Leonardo Sciascia (1921-1989).

Esta mención recibió la reflexión y respuesta de otro escritor, el siciliano Andrea Camilleri (1925-2019): «Una vez Italo Calvino escribió a Leonardo Sciascia que era prácticamente imposible ambientar una historia de detectives en nuestra zona, siendo Sicilia tan predecible como una partida de ajedrez. Lo que demostraba inequívocamente que Calvino no sabía jugar al ajedrez y, sobre todo, no conocía Sicilia ni a los sicilianos.».

A esto hay que añadir que más allá de la consideración de que una partida de ajedrez es potencialmente impredecible -incluso con un poder de cálculo excepcional de potentes ordenadores como sucede en la actualidad- es impensable que alguien sea capaz de predecir todas las variables posibles que surgen de cada jugada de una partida, del mismo modo, que no es posible enmarcar a Sicilia en un único plano unitario y homogéneo.

No hay constancia de que Calvino jugara normalmente al ajedrez, aunque el dramaturgo Fernando Arrabal señaló en su día que sí jugaba. En cuanto a Camilleri hay que recordar una de sus obras, titulada ‘El movimiento del caballo’ con referencias ajedrecísticas. Curiosamente en este libro no aparece su conocido comisario Salvo Montalbano, llevado incluso a una serie televisiva italiana.

Alusiones cinematográficas

La imagen del encuentro ajedrecístico entre Kublai Khan y Marco Polo tiene un precedente cinematográfico en ‘La fabulosa aventura de Marco Polo’ (1963) coproducción dirigida por el francés Denys de la Patellière (1921-2013) y donde aparecen entre otros actores Orson Welles (1915-1985) y Anthony Quinn (1915-2001).

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El guionista Jacques Remy (1911-1981) adoptó el guión de la película (que tuvo problemas por la financiación y cambió al actor principal, Alain Delon, por su rival alemán, Horst Buchholz (1933-2003)) a una novela, editada en 1965, donde explica los problemas del proyecto señalando que se «reanudó de forma diferente, ya no es nuestro Marco Polo». La portada del libro es, precisamente, el actor francés ante un tablero.

También se recrea la partida en la reciente serie televisiva estadounidense Marco Polo (emitida de 2014 a 2016), concretamente en el episodio cuatro de la primera temporada.

No obstante, hay otro precedente en el cine que, aunque no es el referido exactamente a los dos personajes, sí enfrenta, en este caso, a un caballero inglés y a un guerrero mongol.

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Orson Welles ante el tablero en el film A safe place (1971)

Se trata de la película ‘La rosa negra’ (1950) donde en una tienda disputan una partida el señor de la guerra mongol, Bayan, quien representa de nuevo Orson Welles, frente a un noble sajón, Walter de Gurnie personaje de Tyrone Power (1914-1958).

Curiosamente, ambos actores tuvieron otras apariciones ante el tablero, Tyrone Power previamente con ‘La marca del zorro’ (1940) y Orson Welles, posteriormente, la que sería su tercera relacionada con el ajedrez, ya en 1971, en la película A safe place (Un lugar seguro), junto a Tuesday Weld.

Jesús Cabaleiro Larrán
Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona, rama Periodismo con cursos de doctorado, estudios sobre Marruecos contemporáneo y el Sáhara Occidental. Más de 35 años de periodismo, la mayoría en prensa escrita, ha trabajado a ambas orillas del Estrecho de Gibraltar, casi 13 años en el extinto diario El Faro Información, en Algeciras, donde empezó de redactor y del que fue su último director y en Tánger dos años en un diario digital. Además ha participado en la mayoría de los Congresos de Periodistas del Estrecho desde el inicial en 1993 hasta 2019. Titulado en ajedrez por la UAH y UNED. Amante de Portugal. Ha publicado un libro, ‘Artículos periodísticos. Apuntes para la historia de la prensa de Algeciras’.

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