Nacido en Londres en 1975 James Rhodes hizo de la música su mejor terapia. Educado en el seno de una familia judía, sufrió abusos sexuales de niño por parte de un profesor; lo cual le supuso un gran sufrimiento. Fue entonces cuando encontró un cassete en el que sonaba Bach, las Variaciones Goldberg, que se convirtieron en su bote salvavidas.
Con la Partita nº1 en Si bemol mayor de Bach daba comienzo su aportación al Universal Music Festival.
Entró vestido con zapatillas, vaqueros y una camiseta que rezaba, “Bach”. James Rhodes parece un hombre de “andar por casa” -en el mejor de los sentidos-, pero inmediatamente, en cuanto sus manos comienzaron a caminar por el piano, se apreció una genialidad muy poco común. Rhodes ha hecho de la necesidad, virtud. Entre pieza y pieza relata su biografía y su interpretación, el porqué de la elección de cada obra; así el concierto se convierte en un gran “storytelling”.
«Hace dos semanas que he venido a vivir a Madrid, explicaba, aunque todavía no se hablar español, voy des-pa-ci-to -bromeó-, dadme seis meses. Gracias por acogerme en esta maravillosa ciudad.»
Entonces entra en acción Bach con la gran Partita que, según apostilló, le salvó la vida. Seguidamente, como cada vez que terminaba una obra; se ponía las gafas, cogía el micrófono y pasaba a explicar su próxima interpretación: Chopin reinventó la música decía; me prometí a mi mismo tocar en todos los conciertos una obra suya y en esta pieza ha querido expresar vida y muerte, es decir, -optó por un ejemplo más terrenal- en lenguaje de los milenians, quería expresar lo que sientes cuando te ha dejado tu novia y a las dos semanas decides ver su Facebook.
Cometes un error, porque la ves en una foto con otros dos apuestos chicos y ejecutaba la Ballade nº4 en Fa menor, Op 52 de Chopin. El programa terminaba con Bach, Chacona en Re menor; una adaptación de Busoni, pero antes una adaptación para piano de Puccini y para terminar Bach, su punto débil, una obra que en sus palabras, el compositor barroco trataba de expresar lo que se siente cuando te despides de alguien que se va a morir pero sabes que siempre vas a tener algo más que añadir; »fue la primera obra de la que me enamoré», confesó.
El pianista inglés se ha convertido en el gran divulgador de la música clásica en el siglo XXI gracias a su cercanía y a sus guiños hace la música accesible para todo tipo de público. Persigue su objetivo que no es otro que alejar la música de la élite como recoge en su libro Instrumental. Memorias de música, medicina y locura, “liberar la música de la tiranía de los imbéciles”.
Ayer James Rhodes, con su arrolladora personalidad, su saber hacer y su interpretación se hizo dueño y señor del Teatro Real.
¡Bienvenido a Madrid Sr. Rhodes!
- Fecha del concierto reseñado: jueves, 27 de julio de 2017