Jean Jaurès: cien años muerto y aún bastante vivo

“C’est par des informations étendues et exactes que nous voudrions donner à toutes les intelligences libres le moyen de comprendre et de juger elles-mêmes les évènements du monde » (JEAN JAURÉS)

l-humanite-jean-jaures Jean Jaurès: cien años muerto y aún bastante vivoHoy hace cien años fue asesinado Jean Jaurès, periodista y socialista. Intentó poner en marcha mecanismos de solidaridad, la huelga de los trabajadores por encima de sus proclamadas patrias, para evitar lo que no pudo evitar: la Primera Guerra Mundial. Es curioso cómo sus discursos y muchas de sus citas están de actualidad, independientemente del centenario de su muerte. Como periodista, decía lo siguiente: “El mayor valor consiste en buscar la verdad y contarla. Y nunca aceptar la ley de las mentiras que parece imponerse”.

El azar ha hecho que me encontrara en París y me he acercado a La Taverne du Croissant, donde fue asesinado el 31 de julio de 1914 (entonces se llamaba Café du Croissant). He llegado poco después de que se marchara el Presidente de la República. Lo primero que he visto es una pancarta que decía: “Hollande, tu as trahi Jaurès”. A diferencia de François Hollande, Jaurés nunca ejerció el poder, aunque dio muestras de estar dispuesto a entender sus implicaciones.

Siempre mostró sus proyectos con una pasión tal que empujaba a amar la política. Sin haber ejercido el poder, estuvo muy cercano a él entre 1899 y 1906”, dice Vincent Duchert, biógrafo de Jaurès: “Comprendió los sacrificios que podía exigir el ejercicio del poder. Pero eso no debía poner en peligro ni el interés general que encarnaba la República, ni la justicia social que conlleva el ideal socialista”.

Se opuso también a la tentación de los populismos de izquierda, recuerda Duchert.  Y su reafirmación de los principios morales de la política, lo convirtieron en enemigo de los sectores más a la derecha, que no olvidaban sus intervenciones en el caso Dreyfus. Dicen los expertos en la vida de Jean Jaurès que él desconfiaba también de los oportunistas  de izquierda y de quienes se mostraban idealistas en exceso.

Comprendió que la difusión de sus ideas no debía limitarse a su presencia en el parlamento, de modo que empezó a ejercer el periodismo. De ahí partió la idea de crear el diario L’Humanité. Ese periódico ha tenido varias etapas, pero durante años fue (vuelve a tomar distancias) órgano oficial de expresión del Partido Comunista Francés. Pero la perspectiva de Jaurès era otra: «Hacer vivir un periódico sin que esté a merced de ningún grupo de negocios es un problema difícil, pero no insoluble». Era un gran intelectual y por eso mismo quería mantener su independencia. “No rechazaba el poder, pero sabía mantener las distancias ante el juego de la carrera política”, aclara Vincent Duclert (Libération, 31de  julio de 2014).

jean-jaures Jean Jaurès: cien años muerto y aún bastante vivoEra un pacifista, pero no a cualquier precio. Cuando concibe su proyecto de huelga general europea para romper los impulsos belicistas inmediatos, para que los pueblos y las clases trabajadoras no sufran la guerra que interesa a los conglomerados industriales y financieros, tiene en cuenta que eso sólo será posible si ese movimiento de los trabajadores contra la guerra tiene éxito -a la vez- en Francia y en Alemania.

Desató todos los discursos de odio contra él. Un odio inmediato, brutal. “Jean Jaurès es Alemania” (escribe el ultra monárquico Charles Maurras). En un diario parisino de gran circulación, otro alguien escribe: “El general que mande a un pelotón de cuatro soldados y un cabo para poner contra una pared a Jean Jaurès; para que le disparen a bocajarro el plomo que le falta en la cabeza, ese general no estará haciendo otra cosa que cumplir con su deber”. Esas palabras aparecían firmadas.

En época de belicismos que ya parecían incontenibles, Jaurès se había opuesto a la prolongación del servicio militar obligatorio (a tres años). Había presentado un proyecto de ley para construir otro tipo de ejército, cívico y defensivo. “Sí, era un hombre de paz y que buscaba reunir a la mayoría, eso es fundamental; pero no era un antimilitarista sin más, como tiende a pensarse o como lo caricaturizan. Jaurès hablaba de la patria, de la nación, deseaba que el país se preparara para su defensa, todo eso al mismo tiempo que rechazaba la guerra”, dice Kader Arif, secretario de estado de la Memoria de Francia (L’Humanité, 31 de julio de 2014).

Por eso también se convirtió en “traidor”. No obstante, cuando se sienta en la mesa del Café du Croissant (hoy Taverne du Croissant), él espera únicamente terminar la cena para volver a la redacción y escribir el editorial del día. La redacción de L’Humanité, diario del que era fundador, no está lejos. Se sienta junto a la ventana que da a la calle Croissant, con media docena de amigos y compañeros.

Hace calor ese día último de julio. La ventana está abierta y sólo una cortinilla le separa de la calle. Estaba ya con el postre, había pedido una tarta de fresas. Saludó a un colega periodista de otro diario, que le mostró una foto. Y de repente, una mano apartó la cortinilla, una fracción de segundo… los demás pudieron ver una pistola que disparó dos veces. Una de esas balas atravesó su cabeza, la otra quedó en la pared de enfrente. “Jaurès est tué !”, gritaron.

Otros dicen que el grito fue “Ils ont tué Jaurès!”, pero quizá lo único seguro es que esa fue la frase que recorrió rápidamente las calles de París. Habían matado a quien trataba de organizar el bloqueo de la guerra. Iba a empezar, verdaderamente, el siglo de la mayor barbarie. El asesino se llamaba Raoul Villain. Pasó pocos años en la cárcel, fue liberado y terminó ejecutado en las Baleares, durante la guerra civil española. Lo ejecutaron fuerzas republicanas por considerarlo un espía franquista.

La historiadora Marion Fontaine cita palabras de Jaurès contra los más fanáticos: “Os dicen hoy que sigáis adelante, que actuéis; sí, desde luego, adelante, actuad, ¿pero qué es la acción sin el pensamiento? Sólo inercia y brutalidad”. La brutalidad y el odio se impusieron entonces contra la reflexión y el pensamiento. Jaurès murió hace cien años, pero quizá debemos evitar que muera del todo.

Paco Audije
Periodista. Fue colaborador del diario Hoy (Extremadura, España) en 1975/76. Trabajó en el Departamento Extranjero del Banco Hispano Americano (1972-1980). Hasta 1984, colaboró en varias publicaciones de información general. En Televisión Española (1984-2008), siete años como corresponsal en Francia. Cubrió la actualidad en diversos países europeos, así como varios conflictos internacionales (Argelia, Albania, Kosovo, India e Irlanda del Norte, sobre todo). En la Federación Internacional de Periodistas ha sido miembro del Presidium del Congreso de la FIP/IFJ (Moscú, 2007); Secretario General Adjunto (Bruselas, 2008-2010); consejero del Comité Director de la Federación Europea de Periodistas FEP/EFJ (2013-2016); y del Comité Ejecutivo de la FIP/IFJ (2010-2013 y 2016-2022). Doce años corresponsal del diario francófono belga "La Libre Belgique" (2010-2022).

4 COMENTARIOS

  1. Agradezco este buen artículo biográfico-histórico de Jean Jaurès; desconocía quien fue realmente. Sin embargo, su nombre me era conocido en otro aspecto resaltante.
    Estudiando el tema de la educación laica, hace unos 15 años dí con un texto compendio de trabajos de varios autores (publicado m/m por 1910 a 1920), donde aparecía (recuerdo al menos uno) un artículo o discurso de esa materia del que era autor Jean Jaurès. Hasta hoy lo tenía por un teórico o analista del concepto laico de la educación y la pedagogía. Ese escrito me mostró un pensador de gran capacidad y moderno.

    • Jean Jaurès fue también un gran retórico y un actor político clave en la ley de separación Iglesia-Estado de la República Francesa (que con pequeños retoques sigue vigente desde el año 1905). Y su biógrafo Vincent Duclert señala que hoy habría intentado convencer a los votantes de sus adversarios más encarnizados, incluso a los de la extrema derecha, mediante «el uso de la pedagogía popular»; porque, según las ideas que Duclert atribuye a Jaurès, «merecen recibir también las mejores explicaciones y no pueden ser considerados ni víctimas, ni delincuentes«.

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