Quizá Jesús Vidal solamente viera un 10 % de todo lo que acontecía en el patio de butacas; ese en donde la discapacidad hizo palidecer a más de uno; ese lugar en donde por primera vez en el cine español tuvo lugar otra película; la de la realidad de las personas con discapacidad que fue constatada en sus palabras con agradecimientos que salieron de su corazón, solamente por sentirse incluido.
«Inclusión, diversidad, visibilidad, ¡qué emoción».
Así comenzaba su agradecimiento en donde tuvo un emocionado recuerdo para todos los que hicieron posible la persona que es hoy; un actor revelación con discapacidad. Porque la discapacidad no se pone encima de la mesa; se esconde, se evita, en el compromiso único de no perder el norte cuando hablamos de lo nuestro, de nuestra terrible zona de confort.
Y estas personas, Jesús por ejemplo, con su 10 % de visión ha logrado encontrar el camino gracias a sus padres, a sus amigos, a las personas que creyeron que él, como cualquier otro podría hacer bien su papel. Y solamente cuando nos comprometemos con la vida sabemos sacar lo mejor de nosotros; esto es, con la realidad de los demás, con la suerte de tenerlo todo, porque tener todos los sentidos es mucho; tanto, que no lo valoramos jamás. Y ponernos en el papel de la discapacidad nos hace incomodarnos o que en la discriminación positiva salgan palabras de ternura; pobrecito, ¡qué lástima!, ¡qué pena! y no es así. Ellos han hecho un esfuerzo de supervivencia que nada tiene que ver con la discapacidad, solamente con su amor propio.
Tener una discapacidad, nacer con ella, tener una discapacidad sobrevenida hace que las personas lleguen a tener una altísima dosis de tolerancia a la frustración porque en la inexistente todavía, inclusión, esa de la que habla Jesús, ellos tienen que abrirse camino entre las fieras de la sociedad. La falta de accesibilidad, la falta de entornos amables, la falta, siempre la falta. Y con eso se manejan cada mañana cuando salen al ruedo de la vida canalla que les aplasta y los hace invisibles. Porque hablamos de la primera película, hablamos del primer actor, siempre hay un primer algo porque todo falta.
¿Cuándo será normal ver a un presentador de televisión en silla de ruedas? ¿cuándo será normal que los edificios sean accesibles? ¿cuándo será normal que las personas que están a nuestro lado nos traten como si fuéramos normales? dice cualquier persona con discapacidad. Ellos tienen alma, tienen fuerza, tienen un tesón que no es baladí y sobre todas las cosas y por encima de su problema, hablan en nombre de los demás porque ayudan siempre a los otros, tengan o no una discapacidad.
La vulneración sistemática de los derechos de las personas con discapacidad, la continua discriminación, el movimiento asociativo, la fuerza de sus respectivas familias, la lucha constante, no ha hecho nada más que empezar. Porque todo lo que tiene que ver con la discapacidad se enseña en las casas, en la escuela, cuando nos dicen que todos somos iguales ante la ley, ante la vida, ante las pequeñas cosas que acontecen; y en la película de nuestra existencia, veremos cómo alguna vez, seremos personas con discapacidad porque todos tendremos una en algún momento de nuestra vida.
Gracias Jesús por ponerlo todo encima de la mesa; por gritarle al mundo que las personas con discapacidad sois muy grandes, demasiado grandes como para entender este miserable mundo que no siempre os acoge como merecéis. No tienes un Goya, tienes mucho más.
¡Adelante! y siempre gracias.