El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos y el jefe máximo de la guerrilla FARC, Rodrigo Londoño (Timochenko), firmaron este lunes en la caribeña Cartagena el histórico acuerdo de paz, tras 52 años de conflicto armado, con el compromiso de empezar a trabajar en una política sin armas, informa Andes.
En nombre de las FARC-EP, Timochenko pidió perdón «a todas las víctimas del conflicto por todo el dolor que hayamos podido causar en esta guerra”, en un emotivo discurso en el que llamó a toda la sociedad colombiana a ser “artífice de la siembra de paz que apenas empieza”.
En una ceremonia solemne, ante la presencia del secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, y de 15 jefes de Estado y otros 2500 invitados, el mandatario colombiano y el líder rebelde rubricaron con un «balígrafo» (una bala reconvertida en bolígrafo) el pacto de paz, que para entrar en vigor deberá ser ratificado por los colombianos en las urnas el próximo domingo.
«Renacemos para echar a andar una nueva era de reconciliación y de construcción de la paz», agregó el líder de la principal guerrilla colombiana y señaló que en adelante el grupo va a trabajar en la construcción de una política sin armas, “preparémonos todos para desarmar las mentes y los corazones”.
Juan Manuel Santos dio a su vez la bienvenida a la democracia a los miembros de la guerrilla: “miembros de las FARC, hoy, cuando emprenden su camino de regreso a la sociedad, cuando comienzan su tránsito a convertirse en un movimiento político sin armas, siguiendo las reglas de justicia, verdad y reparación contenidas en el acuerdo, como jefe de Estado de la patria que todos amamos, les doy la bienvenida a la democracia», dijo en su discurso.
Santos también precisó que el documento que se firmó hoy, más que un acuerdo, es “una declaración del pueblo colombiano ante el mundo de que nos cansamos de la guerra, de que no aceptamos la violencia como medio para defender las ideas”.
En medio de aplausos, el presidente colombiano rindió “homenaje a los millones de víctimas inocentes, a las comunidades indígenas y campesinas, a tantas mujeres y madres que en medio de lágrimas abonaron el camino a la paz”.
Tras plasmar las rúbricas en el documento, Timochenko señaló que en adelante la clave para el proceso posconflicto está en que ambas partes cumplan con los puntos clave del acuerdo al que llegaron después de cuatro años de diálogo en La Habana, Cuba.
Por otro lado, el líder de las FARC-EP enfatizó que este acuerdo de paz no significa que el socialismo se comienza a reconciliar con el capitalismo. Al contrario, apuntó que sus miembros no han renunciado a sus ideas y que, por medio de la política, irán denunciando la injusticia y la desigualdad.
Aseguró que donde plante sus pies un miembro de las FARC-EP “habrá un hombre dispuesto a dialogar, un hombre sencillo, humilde, dispuesto a trabajar por un nuevo país de modo pacífico”.
Santos hizo una llamada a los colombianos a votar a favor de la ratificación del acuerdo de paz el próximo domingo, y aseguró que con ello se podrá “dejar atrás un pasado triste y abrirle las puertas a un futuro mejor y el pueblo colombiano tendrá el poder de salvar vidas y de dejarles a sus hijos un pueblo tranquilo donde crezcan sin miedo”.
Entre los dignatarios asistentes estaban el de Cuba, Raúl Castro, anfitrión de las conversaciones de paz, auspiciadas también por Noruega, Venezuela y Chile; el jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry; el rey emérito de España, Juan Carlos, el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, y numerosos representantes de organismos internacionales.
Todos los invitados recibieron como obsequio una réplica del balígrafo usado para rubricar el acuerdo.
El primero en intervenir en el acto simbólico fue el secretario general de la ONU, quien señaló que desde ese organismo se continuará “ofreciendo nuestro apoyo para resolver los temas de derechos humanos que aún persisten”.
También agradeció a Cuba y Noruega por su trabajo como países garantes, así como a Venezuela y Chile por acompañar los diálogos.