Kaplan: La negación de una existencia gris

Kaplan es una película uruguaya llena de imaginación y ganas de vivir. Prueba de ello es que empieza como tragedia y acaba en comedia.

Jacobo Kaplan o Mr. Kaplan, un judío uruguayo que de niño sufrió persecución y tortura, es ahora en el momento en que lo conocemos, un hombre recién jubilado -o cesado en su trabajo-. Una figura patética, un bulto rodante que estorba en todas partes, qué hacemos con él, dónde lo colocamos para que no ande rodando por la casa y deje trabajar a los demás.

El hombre que hasta ese momento sostenía a su familia y era la piedra angular que daba solidez a toda la casa, de repente es un viejo, así lo vemos y así acabará viéndose él. Para colmo de males Kaplan, el abuelo Kaplan, pierde la memoria, se despista, es posible que tenga eso tan temido que llaman alzheimer puesto que lo olvida todo menos el pasado y se ha puesto un sombrero penoso que parece aislarlo del mundo como si de un escudo se tratara. Nada que hacer con él.

Hijos y nietos se afanan en torno a la viuda –así es como se percibe ya su mujer- a fin de sacarla del impasse en que la deja el retiro de su marido y su más que posible chochez, pues el hombre parece andarse por las nubes y no mostrar el menor interés por las cosas que antes le interesaban: la economía familiar, los hijos, los nietos…

Con estos últimos, hay un nexo más fuerte que al final se pondrá en acción, siempre la generación intermedia es la más torpe en entender. En la casa, hay reuniones familiares para tratar el tema los domingos, un tema que al propio sujeto se le oculta, se habla de ello por señas y en susurros, lo que le da la oportunidad a él de evadirse hacia su mundo. Y lo hará física y psíquicamente. Pero no por la ventana, como el otro maravillos abuelo “que saltó por la ventana y se largó”, sino por el terreno de la imaginación y de la puesta en marcha de acciones coherentes según su percepción de la realidad. Una realidad quijotesca y redentora.

Kaplan ha tenido una intuición maravillosa y ve en ella su última oportunidad de arreglar el mundo -su mundo, al menos el suyo-: la de pasar por la vida dejando huella, de que le recuerden a uno por algo, y a ella se aferrará como a una tabla de salvación. He ahí el origen de sus despistes y de sus desapariciones. Está en su propio mundo arreglando las cosas a su manera: Kaplan va a cazar un nazi al que tiene ya fichado para hacerle pagar por lo que hizo.

Cual moderno Don Quijote, contrata de ayudante a un vecino expolicía que vive de la caridad en las soleadas playas uruguayas y bebe sus cervezas con delectación: por ser más tonto que pillo, ha perdido su trabajo y su familia y, de no ser por el clima tan benigno, sería un clochard al que nadie quiere admitir en su presencia. Quijote y Sancho se lanzan a perseguir y capturar al nazi, que vive camuflado en Uruguay -uno de tantos creen ellos- regentando eficazmente un restaurante. Todo su afán es llevarlo a los tribunales, como a Eichmann en Jerusalem. En su caza y captura, se cuelan en sitios plenos de ortodoxia judía, asisten al funeral por alguien «muy grande» -un alemán de una sociedad secreta, otro camuflado, creen ellos- sin entender nada, plantan cara y desenmascaran al otro pillo más pillo que antes había estafado al expolicía, deshacen un entuerto y preparan otro mayor.

Y cuando por fin ya lo tienen todo resuelto, con el alemán bien sujeto dentro del viejo carro de Kaplan, resulta que su caza -caza mayor- les dará la sorpresa de su vida.

He ahí la comedia que empezó en tragedia. Todo un ejemplo para los que creen que la vida se termina con la jubilación.

Kaplan es el segundo largometraje de Álvaro Brechner (Mal día para pescar fue el primero), siendo sus intérpretes Héctor Noguera, Néstor Guzzini, Rolf Becker, Nidia Telles, Nuria Fló, Leonor Svarcas, Gustavo Saffores, Hugo Piccinini, César Jourdan, Jorge Bolani… Kaplan fue Premio al Mejor Guión en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva y es una de las seis películas nominadas para los Premios Forqué en la categoría de Película Latinoamericana.

Además, Kaplan ha ganado 7 galardones en los Premios de la Crítica de Uruguay -incluyendo los de Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guión- y posiblemente sea presentada a los Goya por Uruguay en la categoría de Película Iberoamericana.

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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