La Chana, compañía salmantina de teatro creada en 1987, es todo un referente en el tratamiento escénico de objetos. Así lo ha probado con Vulgarcito, Gaudeamus, El Lazarillo, actualmente en cartel, además de su estreno el pasado sábado de La Osadía, inspirado en La Odisea, montajes todos sorprendentes, tanto para niños como solo para adultos. Por todo ello, Entre diluvios es uno de esos montajes que se va a ver con más ilusión, pero está claro que joyas como la lograda con Lazarillo son irrepetibles.
En este montaje de Entre diluvios se mantiene una puesta en escena que destaca por su sencillez, un más que evidente sentido del humor y un trabajo impecable con los objetos, siempre al servicio de los más conocidos pasajes bíblicos, (la Creación, el Paraíso, Caín y Abel, El Arca de Noé, Sodoma y Gomorra, el Libro del Eclesiastés). De esta manera, se quiere dar una dimensión asequible a los conflictos fundamentales del hombre en su relación con el Creador, al que aquí se humaniza de manera cercanísima, todo cálculo y relaciones de poder con lo creado. La escenografía en negro sobre la que destacan los coloridos objetos impecable, también lo es la voz tan sugerente del actor, acorde con sus movimientos, así como su trabajo con todo lo que se trae entre manos, que es mucho.
Pero el conjunto falla y, lejos de ofrecer una unidad narrativa de las escenas bíblicas más destacadas, se pierde en un batiburrillo explicativo plagado de chistes fáciles y juegos de palabras que no son precisamente para iniciados, como debería corresponder a una compañía salmantina especializada en los clásicos. Por no hablar de las canciones infantiles que enjareta una y otra vez y que, a mi entender, son una manera fácil de ganarse al respetable, pero que lo aburren.
De manera que, a excepción de algunas escenas brillantes, como «La borrachera de Noé», o la superpoética de «Camino a Sodoma», muy reveladora y actual, yo diría que el conjunto pierde fuerza, como en el caso de la construcción -muy poco satisfactoria- de la familia con la subsiguiente invención -nada lógica, puro compromiso- de la comunidad para dar lugar al primer diluvio. Demasiados chirimbolos que tumbar y volver a levantar, demasiados objetos en esta comunidad de bolos. Creo que lo saben hacer mucho mejor.
Sobre La Chana. Creada en 1987 por Jaime Santos y Áurea Pérez, tiene un nombre sonoro que parece traernos a la memoria la canción popular o el refrán (“lo mismo Chana que Sebastiana”), pero La Chana también es un juego. Tal vez como la manera peculiar de contar sus historias. Esta compañía, habitual en el Festival Internacional de Teatro de Títeres de Segovia Titirimundi, escoge historias conocidas para reinterpretarlas desde una lectura personal que perdure en la memoria del espectador.
- Autor, director e intérprete: Jaime Santos
- Luz y sonido: María Lesmes
- Producción: La Chana teatro
- Música: Pep Pascual
- Sala Trovador (Madrid, Calle San José, 3),
- Función comentada: viernes 24 de noviembre de 2017