Pensaba que Anna Gabriel era, dentro de quienes aparecían como responsables de la organización, coherente con las palabras que pronunciaba y no las traicionaría. Tenía mis dudas sobre Antonio Baños, por su lenguaje más acomodaticio, más «político» en el peor sentido de la palabra.
No entro a valorar sus posiciones nacionalistas, dado el concepto que yo tengo sobre lo que casi siempre esconde esta palabra -no hablo de las revoluciones auténticamente independentistas-, sino de su compromiso social, por tanto ético, y que presupone no pactar con un partido como Convergencia Democrática de Catalunya, equivalente al partido popular español en su alcance sobre la corrupción y su dependencia de los poderes económicos nacionales e internacionales -de la Banca y oligarquías españolas, a las europeas y al imperialismo norteamericano-.
Por no entrar en su dominio sobre los medios de comunicación y la cultura alienante y alienadora que impone lenguajes para engañar y dominar a los ciudadanos, para instaurar políticas al servicio de las minorías explotadoras y buscar la aceptación de las condiciones leoninas impuestas a la mayoría de los explotados, con el fin de destruir incluso los beneficios sociales alcanzados tras décadas de lucha y sufrimientos para salir de la vieja esclavitud en la que siempre los poderosos han intentado mantenerles.
Pero los símbolos terminan imponiéndose sobre la realidad económica, social y cultural. Y la supeditación a poderes que van de la Iglesia a la Banca, de los dominadores de las culturas del ocio a la supeditación de las formas de vida impuestas por el gran Imperio yanqui y con la utilización de sindicatos y partidos que se dicen de izquierda para destruir las formas de lucha revolucionaria e imponer virtuales escenarios que agostan palabras que han perdido todo su significado: democracia, justicia, diferencia, libertad..
Al fin lo importante parece ser alcanzar parcelas de representación en ese poder despótico y cruel que impone sus reglas y leyes en los mercados de trabajo y en la educación, la sanidad, el ocio, sea ya a las clases medias o a los trabajadores más explotados, y entre ellos, a las mayores víctimas, los inmigrantes, saqueados en sus riquezas territoriales, bombardeados y asesinados en sus ciudades, sacrificados en su forzoso exilio no solo por las mafias sino por poderes que tienen que ver con policías, justicia y sobre todo grandes empresarios, esos que luego aparecen entre las mayores fortunas del mundo y «hacen obras de caridad» al tiempo que explotan a millones de niños, mujeres y hombres en las fábricas e industrias que controlan y que para obtener mayores beneficios radican en las naciones más miserables y serviles del mundo.
El «entrismo»
Pero las falsas palabras de quienes justifican sus acciones políticas argumentando el viejo procedimiento del «entrismo», que por cierto ya recomendó Stalin a Carrillo a finales de los años 40, es decir, situarse dentro del fascismo -en este caso capitalismo-, para intentar destruirle desde dentro de él, lo que hace es destruir las luchas sociales y propiciar que al tiempo los poderes reales vayan concediendo mínimos beneficios burocráticos para conservar su dominio.
Ya se hizo en Estados Unidos tras las huelgas de las dos primeras décadas del siglo XX, creando unos sindicatos que terminarían siendo considerados amarillistas y doblegados totalmente a los intereses del capitalismo. A partir de ahí, y lo hemos visto en la España del postfranquismo, se van acoplando, sindicatos y partidos, a las exigencias que les imponen poseer escaños, sueldos, profesionalidad burocrática política y pactos con oligarcas o políticos.
La CUP -no por parte de muchos de sus militantes, sino de quienes iban pergeñando el pacto- olvida el origen inicial de su formación: luchar contra la explotación de gran parte de los habitantes de su territorio, y los índices de corrupción y latrocinio impuestos por el partido que los gobernaba.. Al fin su último vocero virtual, Arthur Mas, no era sino un lacayo de la Gran Familia, los Pujol, y el nuevo presidente de la Generalitat también creció y se amamantó bajo los intereses políticos y económicos de quienes le sustentaban.
El Poder es representación de simulacros grandilocuentes y alcantarillas putrefactas por donde discurren las miserias personales, siempre en beneficio de las cúpulas que los sustentan, económicas, militares, religiosas y judiciales. También olvidan los del pacto las alianzas que mantuvieron con los retrógrados -igualmente nacionalistas de otra especie- regímenes políticos españoles cuando lo necesitaban y renuncian a buscar otras alianzas con los explotados de otras tierras y encauzar una acción liberadora de todos los genocidas y terroristas económicos, envueltos bajo la bandera que se envuelvan, o de atacar a instituciones como la Iglesia, a la que un Oriol Junqueras jamás se atrevería a denunciar por sus siglos de dominio económico y lo que es peor, miseria educativa e ideológica que impone allí donde tiene poder.
Catecismos religiosos y filosóficos, como los de Aristóteles cuando habla de supeditarse a las leyes de la herencia, dado que la aristocracia constituye el fundamento de la Ley.
La CUP. Una vez más el partido político, a partir en última instancia de la decisión final de sus dirigentes, se olvida de los fines que la impulsaron en sus orígenes para acomodarse a las exigencias de los poderes políticos y económicos falsarios y explotadores con sus conceptos retrógrados.
Un «entrismo» que termina destruyendo sus principios de regeneración política. Decide pasar del poder de las asambleas al que puedan dar las cámaras territoriales y las alcaldías. Nada de ruptura con los corruptos y denuncia de la democracia que los ampara: aprovechar más bien las cuotas de poder que ya poseen y las que ellos van a recibir. ya encontrarán un lenguaje para intentar convencerlos de que eso es la política real: de todo el poder a los soviets a todo el poder a los funcionarios del sistema neocapitalista…
El nacionalismo: que cambien las formas, pero no los contenidos.
¿En que revolución social puede ahora participar, fuera de su impulso continuado en imponer banderas, himnos y patrioterismos que sirven y han servido para cualquier miserable fin, y en última instancia para consolidar unas nuevas burguesías que continuarán supeditadas a los intereses neocapitalistas de siempre, impulsados por corruptelas que lo mismo da se llamen monárquicas que republicanas?
No se trata de palabras que definan formas de gobierno, sino de colectividades que las derriben e impongan una justicia universal y castiguen o destronen a reyes, cardenales, banqueros, marqueses, terratenientes, jueces, periodistas, familias «muy honorables», para imponer una democracia real y no formal, virtual como la que quieren, en su independencia, establecer quienes se aprovecharán del nuevo poder, ese que hace que «todo cambie para que todo siga igual»…
Patriotas, nacionalistas: ¿existe acaso alguna nación que tenga más ciudadanos patriotas y nacionalistas que los Estados Unidos de América, uno de los países más criminales de la historia de la Humanidad? Pero ay de aquellos que esconden su bandera, silban sus himnos, se atreven a pronunciar en vano el sacrosanto nombre de la Nación.
Las Patrias hunden los proyectos revolucionarios: muchas terminan en Franco, Hitler o Busch y en ella anidan los criminales, xenófobos, corruptos, dictadores, torturadores, explotadores, padres de las iglesias y asesinos de los débiles.
Eso sí, no faltan para apoyarlas las manifestaciones multitudinarias, esas que ya existían en la Plaza de Oriente del fascismo, en Munich con el hitlerismo, esas que sirven para que el terrorista yanqui ponga la bandera en un misil, en una victoria olímpica, o en el retrete de su vivienda.
La CUP ya está en el Parlamento. Ya su ser o no ser es acomodarse a las exigencias de los poderes reales catalanes -es decir también alemanes o norteamericanos-, ya sus medios hablarán cada vez más inglés y consumirán la cultura -en deporte, comida, música, costumbres y hábitos políticos o sociales- que les llega desde USA y cada vez serán más aparcadas sus acciones por un mundo sin fronteras, igualitario, de conocimiento mutuo e intercambio no monolítico, igualitario y combativo contra los imperios y el neocapitalismo.
Así el nacionalismo impuesto desde los Reyes Católicos y el nacionalcatolicismo fascista, tan sufrido por el pueblo español, encontrará nuevos Sabinos Arana de turno pasado por el neoliberalismo actual, que les cobijará con algunos elementos folklóricos y fetichistas bajo idénticas imposiciones económicas y culturales, y, esto lo sabe bien el inefable Junqueras, el sufrimiento en la Tierra será recompensado en los cielos.
Solo me resta pensando en los miembros de la CUP que se han doblegado a «las exigencias prácticas del pacto» terminar con unas palabras de Adorno:
Desde la rebelión de los esclavos en el mundo antiguo hasta la revolución socialista, la lucha de los oprimidos ha terminado siempre con el establecimiento de un nuevo y «mejor» sistema de dominación; el progreso ha tenido lugar a través de una cadena de control cada vez más eficaz.
Toda revolución ha sido también una revolución traicionada.