La demencia debe combatirse desde la cooperación regional

Unos 240 médicos y científicos de diez países de una red regional sobre demencia advirtieron que durante la pandemia los países latinoamericanos enfrentan «desafíos trascendentales» en la atención a personas con demencia y llamaron a la unión de ongs y gobiernos para atender los problemas de esta población, escribe Nicolás de la Barrera¹ en scidev.net.

Jorge-Magimia-Flickr-Creative-Commons-mayores-de-sesenta La demencia debe combatirse desde la cooperación regional
Persona mayor de sesenta años. Jorge Magimia / Flickr, licencia Creative Commons.

En América Latina, la prevalencia de demencias en mayores de sesenta años alcanza al 8,5 por ciento, según la Organización Mundial de la Salud. Se trata de una población especialmente vulnerable al nuevo coronavirus, tanto por la edad de quienes suelen padecer estos trastornos como por las comorbilidades que presentan con frecuencia, como diabetes o enfermedades cardiovasculares, entre otras condiciones que agravan la infección por SARS-CoV-2.

«La pandemia es una catástrofe de la salud pero en el caso de la demencia tiene un impacto directo en la salud cerebral», afirma el argentino Agustín Núñez, director del Centro de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de San Andrés y uno de los autores del artículo publicado² en The Lancet Neurology (agosto 18) e impulsado por The Latin America and Caribbean Consortium on Dementia (LAC-CD).

«Los pacientes con demencia no entienden porqué deben quedarse en cuarentena. Alterarles las rutinas les produce un estrés muchísimo mayor que a una persona que no tiene demencia», explica.

Ante este escenario, LAC-CD —una organización integrada por médicos y científicos que impulsa actividades de investigación sobre demencia en Latinoamérica— llamó a la conformación de una cooperación regional, entre oenegés e instituciones oficiales, para coordinar una respuesta en común para las problemáticas que la pandemia creó en las personas con deterioro cognitivo.

Ante la imposibilidad de la asistencia presencial en centros de salud, la telemedicina, dice Núnez, es una “solución parcial” ante los cuidados múltiples —entrenamiento cognitivo, pruebas médicas y actividades físicas— que requieren las personas con demencia: «En las poblaciones vulnerables es más una buena intención que una realidad, entonces muchos pacientes no pueden recibir el tratamiento adecuado», advierte.

Para Pablo Richly, médico psiquiatra y director en Buenos Aires del Centro de Salud Cerebral, la propuesta del consorcio «es algo muy loable pero lo que importa es si se aplica. Al final es una cuestión de decisión política».

Richly plantea que debieran resolverse los problemas que estaban antes de la pandemia —como la escasa formación en demencia de médicos y cuidadores— y, a su vez, llevar adelante una adaptación a los cambios que esta produzca.

«Tendrá que haber un gran trabajo en la conectividad y los recursos sociales y sanitarios disponibles para las personas con demencia, que tienen más dificultades para incorporar medidas preventivas, que los hace candidatos con más riesgo de infectarse», explica el especialista.

La región presenta, entre otras particularidades, una tasa de empleo informal de 53 por ciento, según datos de la Organización Internacional del Trabajo, lo cual lleva a que un importante número de trabajadores no solo se expongan más que otros a la infección por el nuevo coronavirus sino que también aumenten los riesgos de contagio para sus familiares con deterioro cognitivo.

A su vez, en las familias, que según los autores suelen crear un «ambiente protector», de «atención informal» para las personas con demencia, pueden aparecer tensiones y casos de agresiones durante la pandemia, advierten los autores.

«Hay un riesgo de que haya conductas de violencia por parte del cuidador porque ya no logra lidiar con la sobrecarga del cuidado», dice la neuróloga Andrea Slachevsky, del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Chile, y coautora de la declaración.

La especialista chilena recuerda que aún hay más por conocer sobre las demencias en América Latina: «Las políticas públicas para la demencias deben ser basadas en mejor evidencia. Es fundamental fortalecer la investigación para conocer mejor los problemas en nuestro continente».

«El hecho de que los pacientes con demencia sean grupos con alto riesgo de ser infectados no significa que finalmente haya que dejarlos en sus casas, eso va a llevar a una agravación de su problemática. Deben buscarse los mecanismos para retomar las atenciones considerando que la pandemia está para durar», concluye.

  1. Nicolás de la Barrera es un periodista independiente, especializado en temas de ciencia, salud y ambiente
  2. Enlace al resumen del estudio en The Lancet Neurology

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