Cada estreno de un nuevo trabajo de Park Chan-wook es una auténtica fiesta y un motivo de celebración para los amantes del buen cine en general y del cine asiático en particular. El cineasta coreano no baja el listón y vuelve a seducirnos con un peliculón, escribe Fran Nieto en cinenuevatribuna.es.
Corea, década de 1930, durante la colonización japonesa. Una joven, Sookee, es contratada como criada de una rica mujer japonesa, Hideko,que vive recluida en una gran mansión bajo la influencia de un tirano. Sookee guarda un secreto, y con la ayuda de un estafador que se hace pasar por un conde japonés, planea algo para Hideko.
La cámara serpea con soberbia elegancia por las distancias estancias del caserón, reparando con especial incidencia e insistencia en la biblioteca, un espacio cerrado con inusual cancerbero incorporado que rezuma vida propia. Allí el prodigioso diseño de producción luce de manera espléndida mediante una decoración muy inglesa y un jardín interior al estilo japonés. Allí una de las protagonistas ejerce de lectora de incunables eróticos mientras sus excitados oyentes alimentan su imaginario más depravado y erógeno.