Escritor y director cinematográfico, Daniel Mújica (San Sebastián, 1967), es autor de varias novelas, celebradas por la crítica, aparte columnista y reportero en diversos medios de comunicación.
La dulzura, publicada recientemente por la editorial Almuzara, obtuvo el año pasado el Premio Jaén de Novela, tiene como fondo escénico una de las jornadas más aciagas de la historia de este país en los últimos ochenta años: los espantosos atentados del 11 de marzo de 2004 que causaron casi doscientos muertos y miles de heridos.
En este sentido, el libro es un homenaje a las víctimas no solo de aquella masacre sino de todas las que se hayan dado o puedan dar en similares circunstancias. Una joven, Gadea, desaparece el mismo día de aquella tragedia. Sus hermanas la buscan denodadamente, temiendo que pudiera viajar en uno de aquellos trenes del horror. También lo hace Judá, escritor frustrado, muy enamorado de Gadea. Con el paso de los días, nada se sabe de la desaparecida. En ese tiempo se desarrolla entre los distintos personajes del relato una rememoración de las vivencias experimentadas con ella y la influencia que tuvo en sus vidas.
El autor utiliza un estilo directo, conciso y vivaz que facilita una lectura fluida. También se nos cuentan las circunstancias por las que Gadea fue internada en un centro psiquiátrico. Esa decisión, tomada por su padre, obedece en parte a la de una persona marcada por su fundamentalismo religioso, cuyas obsesiones gravitan sobre el clan familiar.
Llevo muy pocas páginas de lectura, pero el libro (algo más de 300) es prometedor como distracción estival y creo que puede contribuir, además, a evocar con reflexión y sentimiento un episodio que por su cruenta magnitud ha quedado grabado para siempre en la memoria colectiva. Extraña que no haya dado más de sí literariamente.