Muchos seguidores apasionados de Juego de tronos siguen de luto por el fin de la serie tras su octava y última temporada, que estuvo repleta de dragones y zombis de hielo.
Normalmente, la gente concibe esta épica serie como pura fantasía, pero lo cierto es que su autor, George R.R. Martin, ancla todo el universo de Juego de tronos sobre un mundo muy complejo en el que las realidades económicas hacen acto de presencia, reflejando dureza e incluso, en más de una ocasión, nuestra propia realidad. Y es que, al igual que en nuestros países, los recursos de los reinos de Poniente son limitados, la productividad no es la ideal y las leyes de la oferta y la demanda rigen sin piedad alguna. ¿Te apetece descubrir algunas curiosidades sobre la economía de Poniente? Sigue leyendo.
Un mundo que todavía no ha conocido la Revolución Industrial
La economía de Poniente tiene un marcado carácter preindustrial. Las fábricas modernas no han llegado todavía y mucho menos ningún tipo de elemento de la economía digital de nuestros días (no hay ni acceso a inversiones online modernas, ni gigantes tecnológicos de las comunicaciones o de la venta minorista, ni nada que se le parezca). Estamos ante una economía de materias primas y comercio tradicional que se sustenta fundamentalmente en la extracción de oro, plata y otros metales. Y todo ello enmarcado dentro de una sociedad de firme espíritu feudal en la que cualquier atisbo de movilidad social brilla por su ausencia. ¿Quieres saber una similitud con nuestra economía moderna? Nadie se libra de los impuestos.
La curiosa presencia de una institución inspirada en el capitalismo financiero
Cuando el capitalismo trata de entroncarse en una sociedad feudal como la de Juego de Tronos surgen entidades bastante curiosas, como el Banco de Hierro de Braavos. Se trata de una entidad que guarda un gran parecido con instituciones financieras de nuestros días, como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Claro que, al encontrarse enraizada en una sociedad precapitalista, actúa con las estrategias poco transparentes de la época medieval. Se trata de una institución que funciona al estilo de los primeros bancos europeos, lucrándose con el cobro de deudas de guerra de los continuos conflictos entre los diferentes reinos del universo de Juego de Tronos.
Un cambio de paradigma económico que no termina de llegar
A excepción de algunas iniciativas como el Banco de Hierro de Braavos, lo cierto es que ni el capitalismo ni la Revolución Industrial han llegado a cuajar en el mundo de Poniente, pero, ¿por qué? Principalmente se debe a tres motivos clave. Por una parte, todo el mundo confía en los poderes y en los efectos de la magia. Así se ralentiza o directamente se detiene cualquier intento de innovación tecnológica. Por otra parte, la climatología no es especialmente favorable en muchas ocasiones, lo que complica dar un salto de gran calado. Por último, el sector de los servicios financieros no está consolidado, algo imprescindible para que se produzca un cambio de paradigma económico.
En resumen, Poniente se enfrenta a muchos desafíos de todo tipo, especialmente en el sector de la economía. Su baja productividad y su economía subdesarrollada inspirada en el feudalismo complican la existencia de los habitantes de los reinos, acostumbrados a pasar necesidades. Para mejorar su situación, Poniente necesitaría monarcas menos centrados en las guerras fratricidas, que apostasen decididamente por la paz y el crecimiento en vez de por extravagancias destinadas a su propia vanagloria. También habría que desarrollar más el primitivo sistema educativo, invertir en fábricas de manufactura e introducir servicios financieros básicos y accesibles para el mayor porcentaje de población posible. Solo así podría decir adiós a su invierno financiero.