La Estrella es una hermosa película que aborda –desde la sensibilidad, la solidaridad y el feminismo- un problema lacerante de las sociedades –todas- actuales: el de la violencia ejercida contra las mujeres por hombres de todo tipo y condición.

Tras su estreno en el reciente Festival de Málaga, La Estrella llega a las pantallas españolas el 24 de mayo de 2013, de la mano de un realizador primerizo, Alberto Aranda, e interpretada magistralmente por Ingrid Rubio Salvador (Puig Antich, El alquimista impaciente, Taxi, Goya de interpretación por Más allá del jardín), una actriz que ha ido creciendo en progresión geométrica desde sus primeras interpretaciones en serie de televisión, Carmen Machi (Los abrazos rotos, Los amantes pasajeros y la televisiva Aida), Marc Clotet (La voz dormida y diversas series en la pequeña pantalla), Fele Martínez (Los amantes del círculo polar, Tesis, La mala educación). Un cuarteto de actores que “funciona”.
La estrella es un drama de barrio, de pueblo para ser más exactos, de Santa Coloma, basado en la novela del mismo título escrita por Belén Carmona, coguionista junto al director del filme. Un drama romántico, una historia de emigrantes andaluces de segunda y tercera generación en una zona de las zonas más pobladas de Cataluña, en la que una mujer joven y fuerte compagina su solidaridad por amigos y familiares con los desesperados esfuerzos por conservar un amor que se le escapa entre los dedos.”Nuestro principal sueño con la película –ha dicho Carmona- es reflejar la esperanza del derecho a ser feliz, el amor verdadero, la libertad, la realización de sueños, y la alegría de vivir, en contraposición a las relaciones tóxicas».
Las mujeres son las protagonistas por excelencia, todas las mujeres, las que salen en pantalla –la abuela, la madre, la amiga del alma, las compañeras de trabajo…- y las que no aparecen: todas las víctimas de una violencia doméstica enmascarada que desgraciadamente suele descubrirse cuando ya es demasiado tarde.
Si algo tengo que objetar, desde mi ignorancia que es mucha, a esta buena película, es el papel excesivamente preponderante que se le otorga al baile flamenco: no solo como forma de terapia para superar lo insuperable sino también al conferirle ese aspecto de simbolismo de algunos de los momentos más trascendentales de la vida, como es la muerte.



