Un combate de boxeo que es una asignatura pendiente
Con más de 60 años, Henry «Razor» Sharp (Silvester Stallone) y Billy «The Kid» McDonnen (Robert de Niro) son dos antiguos boxeadores de Pittsburgh unidos por una rivalidad en los terrenos personal y profesional.
Hace más de treinta años ya se enfrentaron en dos ocasiones, y cada uno venció en uno de los combates. Desde entonces, tienen pendiente deshacer el empate. Pero, por razones muy personales, Razor decidió retirarse en los primeros años ’80, y volver a su antiguo trabajo de soldador en una fábrica, acabando con la carrera de ambos. Con el paso del tiempo The Kid se ha hecho dueño de un bar y de un concesionario de automóviles. Ahora, cuando ninguno ha pensado nunca en regresar, un joven hijo de un antiguo promotor de combates les propone que se enfrenten por última vez en un ring, que luchen por la revancha y ganen mucho dinero con ello.
El último combate, La gran revancha (Grudge match), servirá para poner de manifiesto hasta qué punto se resienten de los estragos del tiempo y hasta qué punto ha perdido parte de la importancia que tuvo antaño el auténtico motivo de todo lo que ocurrió en el pasado: la fugaz aventura de The Kid con la novia de Razor (Kim Basinger), con la que ambos se reencuentran, ahora viuda, madre y abuela y, naturalmente también con treinta años más…
Nada nuevo ni sorprendente en una película –que llega a las salas españolas el 10 de enero de 2014- dirigida por Peter Segal, que tiene momentos divertidos pese a la dureza de los entrenamientos y combates y resulta bastante entretenida aunque, en mi opinión, los tres cabecera de cartel actúan muy por debajo de sus posibilidades.