Myriam Fernández Nevado*
Mal empezamos cuando tenemos que dedicar un Día Mundial para la Radio y la Televisión a favor de la Infancia. Aunque no es de extrañar si nos fijamos un poco y analizamos el contenido de esos medios de comunicación cuando se dedican a tratar los temas de los niños y las niñas, o simplemente, escuchamos las noticias y telediarios, sea cual fuere la emisora o el canal de televisión.
Parece que los niños, las niñas y los adolescentes solo importan cuando “impactan” a través de la noticia, la fotografía, el documental o simplemente, cuando el telespectador ve esos programas “dedicados” a esos niños tipo o etiqueta como: los problemáticos, los infractores, los “ninis”, los “niño-llave”, los “emperadores”, los ….los….. Los niños y las niñas se convierten en mercancía de los medios de comunicación para llenar espacios y tiempos a costa de las noticias o programas que generan, sin importar el tratamiento que se hace de ellos, sobre todo, teniendo en cuenta su dignidad personal, su identidad, su respeto al anonimato, y cuanto menos a su interés o no en ser noticiable, o simplemente ser utilizados incluso por sus progenitores al prestarse de “modelos sociales” ante programas que pretender dar lecciones sobre el comportamiento disruptivo o no de estos chavales.
Pero, ¿quiénes se creen que son para decidir por los chicos y las chicas, etiquetarlos y considerarse los salvadores de sus familias, entre otros?
Una vez más, los niños y las niñas son tratados como mercancías y potenciales consumidores de manera irracional, y sin atender al sentido común que impera en el actuar de estos actores sociales, que conforman la Infancia y la Adolescencia de este nuestro siglo XXI; y también, el suyo.
Pocos son los ejemplos de ética profesional que en Radio y Televisión imperan, tratando las noticias y los acontecimientos relacionados con los niños y las niñas. Parece que se les olvida que éstos y éstas son también consumidores de la Información que estos medios de comunicación generan, y como tales, están construyendo ideales, transmitiendo valores y actitudes en la población escuchante y audiovisual, en la que también se incluyen los chavales. Los niños y las niñas tienen reconocido e interiorizado su Derecho a la Información; pero este derecho debe ser contemplado por los profesionales de los medios con una ética y unos principios morales de Respeto y Reconocimiento de la Infancia, como grupo de actores sociales transformadores de la Sociedad, de sus estructuras y sus principios intrínsecos y extrínsecos inherentes a ella, en el momento histórico en el que habitan. No consiste en adaptar el producto radiofónico y televisivo a los niños y las niñas, en franjas horarias determinadas. Sino también en dar espacio de responsabilidad y protagonismo positivo y proactivo a los chavales en el tratamiento de la información, generada por ellos, desde posiciones de actores sociales –ciudadanos, y desde el punto de vista del consumidor final de la noticia o la información; respetando la dignidad que como si fueran adultos se tendría, sin etiquetar modelos ni crear estereotipos sociales.
A fecha de hoy, con la infinidad de emisoras de radio y cadenas de televisión, no tenemos programas gestionados en conjunto por y para los niños y las niñas. Sino que asistimos a productos comunicativos, que hacen las delicias de los adultos porque les dan pautas de conducta y les sitúan en una posición jerárquica superior frente a los niños y adolescentes, haciéndoles ver que sus recomendaciones, son beneficiosas para ellos y para sus familias en primera instancia. Otra cosa será ver si fuera de pantalla, por ejemplo, esas pautas son efectivas en el tiempo y en el lugar donde se aplican. Estos modelos comunicativos no son empáticos ni asertivos, simplemente son generadores de situaciones de poder adulto-niño, sin entender que no es el ideal comunicativo ni para los adultos ni para los niños; no es transmisor de valores intergeneracionales y por tanto, no ayuda a una convivencia y educación a través de comportamientos emocionales y afectivos adecuados, que serían los que tendrían que perdurar, a lo largo del desarrollo en sociedad de los adultos junto a los niños. La jerarquía de poder que transmiten estos programas en sus contenidos, son transversalmente violentos al no existir un equilibrio de poder entre el adulto y el niño desde la ausencia del uso de un lenguaje inclusivo, emocionalmente empático y respetuoso con la individualidad y particularidad de cada niño o niña.
De igual manera, podemos hablar de el tratamiento de las noticias donde aparecen los niños y las niñas, bien como víctimas o como infractores. Hay suficientes leyes (CDN de 1989, LO 1/1996 de Protección del Menor, Código Civil, Ley de Protección de Datos…) y recomendaciones donde el tratamiento de la identidad y su anonimato ha de ser protegido y respetado. Y esto no se cumple. Es más, asistimos a una doble victimización social gracias a los medios de comunicación masivos como la Radio y la Televisión; debido a que se destripan los casos de sucesos, donde el impacto es mayor si tratamos la noticia desde el punto de vista del protagonismo de la niña o niño victima. Igual pasa, cuando destripamos mediáticamente cualquier noticia de menores infractores de delitos graves. ¿Dónde quedan los principios inspiradores de la Justicia Restaurativa que hay que aplicar en el Derecho Penal de Niños y Niñas, tanto a la víctima como al infractor/a?
Somos todos consumidores de la Información que generamos, cuanto más somos transformadores proactivos de nuestra Sociedad. Los niños y las niñas, también.
El dedicar un día a la Radio y la Televisión a favor de la Infancia, no es solo una fecha en el calendario. Es un compromiso ético y moral de toda la Sociedad, tanto la receptora como emisora de Información. Y ahí estamos todos, adultos y niños. Dejar de lado la Infancia y mantenernos en estructuras paternalistas, sobreprotectoras y pseudoeducadoras a través de contenidos que solo buscan las audiencias fáciles, no son soluciones a una Sociedad donde otros medios de comunicación analógicos tienden a desaparecer. La Información está en la Red, y los chavales tienen acceso a ella y consumen igualmente esta información de manera más voraz si cabe, que los adultos. Por tanto, crear códigos éticos para los profesionales de los Medios, pasa por escuchar y tener en cuenta a los propios niños y niñas, tanto como consumidores como generadores de la Información. El tratamiento de la imagen, del sonido, del mensaje a transmitir en general por los diversos formatos de la Información audiovisual y radiofónica es un punto más a tener en cuenta para Comunicar Bien y Comunicar con Compromiso.
La Responsabilidad Social Corporativa de los Medios de Comunicación, pasa por su actividad diaria a favor de una Sociedad plural, respetuosa con los ciudadanos, sean de la edad que sean. Los niños y las niñas son ciudadanos, desde su nacimiento; y eso implica no solamente su reconocimiento sino el ejercicio transversal y troncal de todos sus derechos y deberes frente al entorno que les acoge, histórica y socialmente.
En numerosos países se han creado guías para Comunicar desde el Compromiso con la Infancia. En España, aún esto no se tiene en cuenta. Hay guías desde ONGs como Unicef, Save the Children, la Organización de los Estados Americanos, Red ANDI de América Latina…. Para “Comunicar sin Dañar”, tal como reza una de las guías más interesantes editadas. Y mientras tanto, en Europa y en España, qué hacemos. De momento, nada, o muy poco. Los periodistas y sus asociaciones aún no ponen en práctica un código ético, y simplemente tenemos que “enchufar” la caja tonta, para ver que el horario infantil no se cumple en ninguna cadena de televisión; salvo en los canales eminentemente infantiles como Clan, Boing, Disney Channel…. donde, claro está, esto no es problema, porque el consumidor al que están dirigidos son los niños y las niñas. El resto de las cadenas optan por contenidos de adultos, dando por sentado que están las cadenas infantiles para consumo infantil. Como si los niños tuvieran que estar relegados del resto del mundo, a ejemplo de hoteles sin niños, restaurantes solo para adultos, cruceros sin menores edad… y otros productos actuales, de consumo adultísta estrictamente hablando.
Cabe plantearnos si la Infancia empieza a ser un problema inclusive para los Medios de Comunicación como la Radio y la Televisión, que no saben como tratarla y actuar con y para ella. Más concretamente, en la Radio, los espacios infantojuveniles, se ciñen a cuñas de anuncios o meramente miniespacios de 5 o 10 minutos, en horarios “blancos”; pero sin la existencia de programaciones específicas para este tipo de receptor o escuchante final. Ni siquiera en emisoras estatales, donde el contenido tendría que contemplarse de manera universal para todos los ciudadanos, respetando el acceso al mismo, en calidad y audiencia.
Un vez más, tendremos que dar la razón para dedicar un “día a una Radio y una Televisión a favor de la Infancia”, con un enfoque de Derechos. El Derecho a la Información y su tratamiento por y para la Infancia sigue siendo una asignatura pendiente para los profesionales de estos medios.
*Myriam Fdez. Nevado es consultora Internacional en Infancia y Derechos Humanos.