Seguramente nada desprestigia más que querer aparentar lo que no se es. El Partido Popular es el heredero, vía genital, del franquismo sociológico de nuestro país. Quiero decir que es una formación, generosamente financiada por la banca y la clase empresarial, que carece de antecedentes, prácticas y cultura democráticas.
Lucas León
Es muy frecuente conocer las noticias de alcaldes que veneran los retratos de Franco, los concejales o alevines de facha que saludan brazo en alto o los fiscales o estamentos judiciales al completo que boicotean actos, investigaciones o leyes relativas a la memoria histórica.
No hay que engañarse, el Partido Popular no es demócrata ni democrático, es franquista, totalizador y totalitario.
Por eso cuando Rajoy, Cospedal o Bauzá recurren al manido, maloliente y sobado tópico de la “mayoría silenciosa”, que naturalmente, se atribuyen como propia y afecta a sus políticas o contagios, no están sino revelando su naturaleza real. Una rancia, soberbia y manipulada asunción coyuntural de esencias democráticas en las que no creen ni practican.
Tomando por el rabo, -o por los cuernos- los argumentos del PP Balear de que una manifestación de 110.000 personas en las islas “no es importante” habría que aportar que en Baleares hay 790.000 votantes, de los cuales, a pesar de su cacareada mayoría absoluta en el Consell, sólo lo han votado 170.000. Con lo cual, si 110.000 “no son importantes”, no lo son mucho más sus 170.000, sobre todo para tomar decisiones y firmar decretos que afectan a la totalidad. En este caso, “la mayoría silenciosa” sería la que componen los 400.000 votantes que, silenciosamente, no han votado ni al PP, ni a nadie.
Cinismos, mentiras, sobornos, sobresueldos, destrucción de pruebas, promesas incumplidas… son como una narración diaria y continua del hacer de esta derecha española del Siglo XXI, tan próxima a aquella derecha fratricida, aliada –como ahora- a la Iglesia y a la Banca, que en los años 30 del pasado siglo nos llevó a la muerte, la destrucción y la sangre derramada.
El tiempo corre y se renueva ante las ventanas, pero estos que apoyan su debilidad mental y política en la “mayoría silenciosa” son como fantasmas del pasado de este país mal oreado, bien atracado y gobernado por el quebranto.