Posiblemente los miles de asistentes que un par de horas antes ya se concentraban en las puertas del ahora WiZink Center tenían dos cosas en común: la resaca navideña; mucha familia y mucho turrón en muy poco tiempo; y la nostalgia por volver a ver al grupo que lleva dos décadas acompañándoles.
En el escenario muchas alfombras y un decena de lámparas. Todo el mundo se preguntaba ¿para qué tanta lámpara?; la respuesta es sencilla: bienvenidos a su Planeta imaginario.
Hablar de La Oreja de Van Gogh es hablar de Rosas, de París, de La Playa y de Soledad. Del grupo vasco que hace veinte años empezó tocando en salas pequeñas de San Sebastián y se presentó a un concurso para darse a conocer; pero que sin apenas darse cuenta empezaron a llenar estadios. Sacaron cuatro discos que inevitablemente forman parte de la banda sonora de todos los hispanohablantes, porque no olvidemos que su éxito no es sólo nacional, sino que en Latinoamérica cuelgan el cartel de “vendido” en todas las ciudades por las que pasan.
2007 parecía el punto de inflexión: Amaia Montero se fue y aterrizó Leire. Se predijo el fin del grupo y sin embargo, fue todo lo contrario. Nuevos sonidos, y nuevas letras; más maduras y reflexivas que acabaron con esa época efervescente de éxitos descontrolados. No obstante, nunca abandonar su fresco sonido; el sonido de “La oreja”.
Xabi, Haritz, Pablo, Álvaro y Leire se comprometen con todas las causas posibles y plausibles. Abrieron con Estoy contigo, canción que se ha convertido en himno del Alzéimer. Entre sus clásicos y los éxitos de su último álbum se colaron Jueves; la historia que pudo ocurrir dentro de aquel tren un 11 de marzo y No vales más que yo. Mientras Leire rogaba que no hubiera un solo acto más de violencia de género. Terminaron como colofón final con Cometas por el cielo, unida al lema de poder amar a quien queramos independientemente de nuestro sexo y poder expresarlo libremente.
Agradecieron una y otra vez que siguiéramos confiando en la música en directo, porque seamos sinceros; la experiencia de un concierto no es equiparable a nada. La Oreja de Van Gogh concluía: gracias, gracias y un millón de gracias (mientras Leire se ponía la mano en el corazón).
No se preocupen porque no va a ser El último vals en el que estaremos esperando con un ramo de Rosas a La niña que lloraba en nuestras fiestas, a Esa chica Tan guapa con un Vestido azul. Cuídense, que les puedo asegurar que Cuando menos lo merezcan Pueden contar con ellos porque son Inmortales.
Fecha del Concierto: 26 de diciembre de 2017