Bien sabemos que la segunda República logró, entre otras consecuciones, que la mujer obtuviera el derecho al voto, lo cual no es un episodio baladí, pero también es cierto que cuando se habla de la que se conoce como Edad de Plata de la cultura española -la etapa comprendida entre finales del siglo XIX y 1936-, el género masculino prima en exceso sobre el femenino -hasta ignorarlo- a la hora de evaluar los nombres que la marcan.
El libro de Jairo García Jaramillo La mitad ignorada (en torno a las mujeres intelectuales de la segunda República), obra que consiguió el premio de Ensayo Miguel de Unamuno del Ayuntamiento de Bilbao en 2011, trata de recordar que durante el siglo XX no solo son de reconocer los intelectuales, sino las intelectuales. Ello fue posible gracias a la infraestructura económica y social que se dio en ese periodo, facilitando el acceso de las mujeres a la cultura, sobre todo merced al advenimiento de la segunda República.
El autor trata de esbozar con su libro un panorama general de la dominación masculina que se dio en ese primer tercio del siglo XX sobre la obra realizada por las mujeres intelectuales y artistas, dominación que coincide también con los primeros asomos de conciencia feminista. En ese sentido, García Jaramillo no pretende solo una reivindicación ética del papel que le corresponde a la mujer en la historia cultural de ese periodo en nuestro país, sino que su objetivo es también la denuncia ideológica, no solo rastreando las relaciones de género en esa coyuntura histórica para alumbrar el desequilibrio existente, sino enfrentándose a la manera de entender el mundo que ha legitimado ese mismo desequilibrio durante siglos. De ahí que haya titulado su libro con unas palabras de los dos conocidos versos de García Lorca: Yo denuncio a toda la gente/ que ignora la otra mitad.
Busca el autor en el primer capítulo a las mujeres más allá de la muy masculina Generación del 27. Se centra luego en la aparición de Las Modernas y las paradojas de la primera conciencia feminista. Pasa a continuación por la Residencia de Señoritas y el Lyceum Club Femenino, en donde según la excelente escritora María Teresa León se conspiraba entre conferencias y tazas de té para adelantar el reloj de España. No falta un capítulo para reflejarnos el concepto machista que de la mujer tenían Ortega, Marañón o Ramón Gómez de la Serna. Conceptos similares encontramos cuando García Jaramillo se interna en el mundo de las vanguardias artística y literaria. El trabajo es magnífico e interesará a todos los que sientan interés por el periodo histórico que analiza, entre los que me cuento.