La piedra de la paciencia: homenaje a la mujer afgana

Magnífica película sobre el proceso de una mujer joven para recuperar en la medida de lo posible su libertad, y fundamentalmente su libertad de expresión, La piedra de la paciencia (Singué sabour), nos cuenta su vida cotidiana en el Afganistán en guerra, sus miedos, sus frustraciones y sobre todo la carga cultural que le acompaña desde que nació, que gira fundamentalmente en torno a la constante opresión masculina.

cartel-la-piedra-de-la-paciencia La piedra de la paciencia: homenaje a la mujer afganaLa piedra de la paciencia, Adaptación de la novela Earth and Ashes, ganadora del prestigioso Premio Goncourt 2008, del realizador afgano residente en Francia Atiq Rahimi (Tierra y cenizas, Premio Regard vers l’avenir en el Festival de Cannes 2004), quien la ha escrito en colaboración con Jean-Claude Carrière (uno de los mejores guionistas de todos los tiempos y el preferido de Luis Buñuel: El discreto encanto de la burguesía, Belle de jour), está interpretada por una mujer espléndida y excelente actriz iraní llamada Golshidteh Farahani (Pollo con ciruelas, Encontrarás dragones), que se mueve por la narración como si se encontrara interpretando una tragedia clásica. Se estrena en los cines españoles el 6 de septiembre de 2013.

Su marido, cuya vida depende de un gotero de suero, es un héroe de la guerra, tiene una bala en el cuello y está sumido en un coma que parece irreversible; cuando se reanudan los bombardeos en el barrio, ella, sin nombre, bellísima cuidándole e imaginando mil y una formas de poder dar de comer a sus hijas, escondida debajo de un burka –la cárcel de las mujeres afganas-en la calle, se ve obligada a abandonarle para ir a refugiarse con las niñas en un burdel, donde su tía ejerce la profesión más antigua.

Cada día, regresa a la casa ruinosa, donde el enfermo vegeta escondido detrás de cortinas, tapetes y almohadones, y allí, sentada junto al moribundo y en la certeza de que no le escucha, va confiándole algunos secretos hasta entonces inconfesables, le habla de su infancia, sus deseos, sus sufrimientos, la decepción de sus fiestas de compromiso y matrimonio (“me casé contigo, sin ti”), cuando solo le acompañaban sus amigas y el novio estaba peleando en las montañas… hasta, incluso, de la relación que ha comenzado con un joven soldado tartamudo e ingenuo -al que por diversión maltrata cada noche un comandante- que no solo le da cariño sino también el dinero que necesita para pagar en la farmacia y comprar comida…

El hombre agonizante se convierte, sin saber ni querer, en la “singué sabour”, la piedra de la paciencia de la joven (esa piedra mágica que la leyenda paquistaní dice que absorbe todos los secretos, desgracias y confidencias…hasta que un día estalla en pedazos llevándoselos con ella).

Todo ocurre a puerta cerrada, en las humildes estancias desnudas de una casa a medias destruida, en algún barrio pobre de Kabul, donde no solo la vida del hombre que agoniza, sino toda la existencia del país, parece haber quedado suspendida entre la vida y la muerte. La película habla de amor –del amor en general y del amor inexistente en la mayoría de los matrimonios, concertados e impuestos-, del cuerpo siempre escondido de las mujeres, del placer y el sexo que son tabúes, de la mentira, la frustración, el desamparo en que se encuentra la mitad de la población de un país regido por las normas que dictan unos mulás fundamentalistas y misóginos.

En un tono muy crudo, La piedra de la paciencia le transmite al espectador el amor y la admiración que su autor siente por las mujeres, y le cuenta como era el Afganistán de antes de la invasión estadounidense de Bush (que no ha terminado todavía) y como es, probablemente, todavía hoy en muchas capas sociales.

Las circunstancias de la heroína son como un enorme fresco que retrata toda la realidad de la nación: un marido guerrero y verdugo con varias víctimas en su haber, una hermana casada a la fuerza cuando era una niña, entregada para pagar una deuda de juego del padre (criador de codornices de pelea), la familia de los vecinos asesinada: solo se ha salvado la madre que ha enloquecido y va gritando por los patios… y una tía prostituta, que resume todo el pensamiento integrista de los hombres, cuando cuenta que así evitaba ser violada (“los hombres no quieren meterse donde ya han entrado mil; en cambio violar a una virgen es una hazaña”).

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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