La piel del agua, un baño solo para mujeres

La piel del agua, el viaje de agua, los caminos del agua. El título es sugerente por demás y equiparable a tantos que invitan a sumergirse en el agua para refrescarse y disfrutar con ella.

cartel-piel-del-agua La piel del agua, un baño solo para mujeresY la mujer es por antonomasia un ser afín al agua y así lo reflejan todas las culturas en sus iconografías. Y el baño como vivificador de la vida, el agua como fuente de placer, es lo que se ensalza en esta función de teatro titulada La piel del agua. Hamman, un baño sólo para mujeres, que se representa durante este mes de marzo en El Sol de York y que es algo más que un baño.

Es el baño en compañía, el lugar donde se sacan a la luz cosas enterradas desde la infancia, se repasan las arrugas que el paso del tiempo ha permitido salir a la luz, se siente la fortuna de haber vivido tanto como para tenerlas marcadas en la piel y aún desear vivir para tener más, se habla y se comparte sin recelar.

Todos los sentidos están despiertos en este baño, alerta ante la música sugerente, las palabras de grandes autores que laten en el texto que se desgrana sabiamente de labios de mujeres al sonido del agua, la intimidad sagrada que da alas a las otras mujeres, palabras que sólo se dicen allí, unas a otras en la privacidad del agua, tal vez lágrimas arrastradas por ella para crear un vínculo poético que libera arcanas sugestiones y recuerdos.

Lo cierto es que una se vuelve cómplice de las demás mujeres que comparten con ella el baño, de sus anhelos y de sus secretos, de sus vidas, y que se crea una corriente de sinceridad surgida tal vez de la desnudez, una desnudez más vislumbrada que vista.

En La Piel del Agua, 24 mujeres por función son invitadas a celebrar una recreación de la ceremonia del baño a la usanza del hammam, en una búsqueda de unión entre lenguaje sensorial y teatro de texto. Para recrearlo, se toma como referencia un hammam de Turquía cuya rutina y atrezzo sirve de modelo a éste. No se echa en falta ni un detalle.

No sabemos si alguna vez existió esta costumbre del baño en común entre mujeres en la península ibérica, pero es más que probable que así fuera; y no sólo durante la dominación musulmana, sino mucho antes. Tal como muestran las excavaciones (en Mérida, por ejemplo) las casas romanas tenían un gran baño, hasta el punto de ser éste la pieza central y más importante de la casa. Y los relieves existentes en piedra que, a todo lo largo de todo el imperio romano muestran a las mujeres saliendo del baño con sus túnicas trasparentes, así lo prueban.

La Piel del Agua invita a las mujeres a sumergirse en este viaje hacia ellas mismas utilizando el agua como metáfora de todos los líquidos y la vida misma. Una experiencia que apela a todos los sentidos, pero donde las mujeres perciben individualmente los cuidados y afeites que recuerdan el rito iniciático del baño. Así surge la alegría entre las bañistas en un viaje que parece alterar el tiempo y el espacio que acaban entremezclándose. De este modo, hallan en el agua no sólo su frescor, poesía o alivio, sino un signo de la vida y de sí mismas. Tan primigenio es este viaje, que las mujeres pueden ir este hammam acompañadas por sus hijos pequeños (de hasta 3 años), sin tener que pagar más por ello.

  • Compañía: Teatro del Aire.
  • Idea original y Dirección: Lidia Rodríguez Correa.
  • Dramaturgia: Lidia Rodríguez y Ana Ramos, con textos de Carlos Javier Sarmiento.
  • Intérpretes: Fátima, Laura de Casas, Rocío Herrera, Mercedes Salvadores, María Otero.
  • Iluminación: David del Ama y TEA.
  • Espacio escénico y vestuario: La Negra.
  • Impresiones olfativas: Carlos Javier Sarmiento.
  • Músicas: Mauricio Corretjé.
  • Montaje: David Resino y Rafael Villaplán.
  • Atrezzo: Venancio Sánchez.
  • Producción: Teatro en el Aire (con ayuda del Ministerio de Cultura).
  • Fecha: Todos los viernes sábados y domingos de marzo.
  • Espacio: El Sol de York (Arapiles, Madrid).
Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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