Más de 3000 páginas recogen en dos volúmenes el texto original y numerosos ensayos e ilustraciones junto a un gran aparato crítico
No es necesario insistir en las virtudes de “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, sobradamente expuestas en los numerosos ensayos publicados a lo largo del tiempo.
El misterio de su permanencia en la historia de la literatura universal (es el único libro que no ha conocido declives ni olvidos) y de su asimilación por todos los públicos de todas las edades, ha sido investigado desde múltiples perspectivas, sin que se haya llegado a una conclusión definitiva sobre este impagable valor.
Tal vez tengan razón quienes señalan que la explicación está en que en sus páginas se manifiesta como nunca de manera explícita ese encuentro entre vida y literatura que toda persona identifica en su mundo íntimo, compuesto de realidad y de ficción.
Don Quijote es simultáneamente loco y grotesco al tiempo que inteligente y sensato, y esta es una característica que los lectores han sabido apreciar a lo largo de todas la épocas, como las manifestaciones también diversas de la personalidad de Sancho Panza.
Y aunque se ha dicho que el Quijote nació como una crítica contra los libros de caballería, la verdad es que para su lectura y comprensión no necesita que sus lectores hayan leído esos libros; de hecho es sabido que muy pocos lo han hecho.
La Real Academia de la lengua, el Instituto Cervantes y la obra social de La Caixa han querido conmemorar la celebración del cuarto centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote, en el otoño de 1615, de la mejor manera que una institución puede hacerlo: invitando a su lectura. Lo ha hecho con esta edición cuya primera versión se publicó en la editorial Crítica en 1995 y que se amplió diez años más tarde en Círculo de lectores con motivo del cuarto centenario de la publicación de la primera parte.
El académico Francisco Rico fue el coordinador de las tres ediciones.
Una edición para la historia
Dice Francisco Rico en el segundo volumen de esta edición de la RAE que no habrá jamás un Quijote que pueda reputarse “definitivo”. Ciertamente, la obra cumbre de la literatura española, elegida en una encuesta de “New York Times” por un centenar de escritores de más de 50 países como el mejor libro de ficción del mundo, es un pozo sin fondo del que de cada lectura se pueden extraer interpretaciones inéditas y alcanzar nuevos hallazgos (Borges dijo que era el libro infinito porque nadie termina de escribirlo).
Sin embargo será difícil añadir mucho más a esta última edición. Aquí se han reunido, junto al texto original, estudios y materiales complementarios que ayudan a entender mejor la obra, ensayos escritos por cervantistas prestigiosos y reconocidos, un aparato crítico de notas a pie de página y complementarias de un rigor académico encomiable, así como un apasionante viaje por las ilustraciones de los grandes dibujantes que han fijado la imagen de Don Quijote y Sancho en el inconsciente colectivo, desde las primeras representaciones de Jacob Savery, Diego de Obregón o Raimundo Madrazo a las más recientes de Gustave Doré, Ricardo Marín, Dalí o Antonio Saura.
A lo que hay que añadir la más completa bibliografía (355 páginas) sobre el Quijote publicada en España a lo largo de la historia. Y la corrección de pasajes cuyos errores han permanecido a lo largo de los siglos.
Y a pesar de las notas a pie de página, en este Quijote de la RAE la obra de Cervantes se puede leer con una gran libertad ya que los responsables de la edición han procurado que estas notas no desvíen la atención del texto, de manera que el lector pudiera volver a él sin perder el hilo.
Además, a pesar de los numerosos ensayos y de la antología crítica que acompaña a la edición, no es este un Quijote pensado para filólogos y cervantistas sino para lectores comunes: “Nuestro destinatario ideal habla español como lengua materna y no ha estudiado filología ni historia en la universidad, aunque sí tiene la suficiente curiosidad y gusto por la literatura para emprender y continuar hasta el final una lectura atenta del Quijote”, escribe Rico en uno de los textos, bajo cuya dirección han trabajado más de un centenar de prestigiosos escritores, hispanistas y estudiosos de la obra de Cervantes.
Con su pluralidad de puntos de vista, con sus métodos y con sus interpretaciones, han conciliado planteamientos históricos con análisis literarios y mostrado la vigencia del Quijote y el vigor del cervantismo contemporáneo.
A destacar los ensayos de Jean Canavaggio (“Cervantes en el Quijote”), Anthony Close (“Cervantes: pensamiento, personalidad, cultura”), Sylvia Roubaud (“Los libros de caballerías”) y los de los españoles Gonzalo Pontón (“Cómo se hace una novela: la composición del Quiote”), Domingo Ródenas (“El narrador de la historia”) o Fernando Lázaro Carreter (“Las voces del Quijote”).
La edición se completa con un resumen cronológico y documentado de la vida de Cervantes y con apéndices que incluyen estudios sobre la lengua del Quijote (Juan Gutiérrez Cuadrado), los refranes diseminados a lo largo del texto (Miguel Requena), la reproducción en facsímil de páginas de los libros de la biblioteca de Don Quijote o ilustraciones de planos y mapas de la época, trajes, armas, instrumentos musicales o monedas.
Todo el mundo del Quijote en la mejor (hasta ahora) edición del clásico, pensada para comprender la obra en todos sus poliédricos vericuetos.
Qué buen artículo de Pastoriza, como siempre. La única pega que le pondría a esta edición del Quijote es que es excesivamente costosa, no está al alcance de todos los bolsillos.
La ilustración de Formoso es antológica y diferente. Deberían haberla incluido en esta edición de lujo.
Además de compartir el texto, ¿pueden mantener el nombre del autor?
Qué excelente dibujo del caballero de la triste figura y su escudero. Nunca había visto un Quijote así, sobre un paisaje más allá de los áridas llanuras castellanas y los consabidos molinos. Loco y grotesco, inteligente y sensato. Así se ve en esta gráfica magistral.