Érase una vez, una ratita que era muy presumida. Un día la ratita estaba barriendo su casita, cuando de repente en el suelo encontró algo que brillaba era… un ERE socialista. La ratita lo recogió del suelo y se puso a pensar qué haría con esta perla.
Lucas León
“Ya sé, mandaré todos a la cárcel para que se ponga contento mi partido… uy no, que también irían algunos de los míos. Pues encarcelaré a los sindicalistas… uy no, que me harán huelgas. Ya sé, me compraré un lacito de color rojo para mi maletita con ruedas.”
La ratita se guardó su ERE en su maletita con ruedas y se fue al mercado. Una vez en el mercado le pidió al tendero pepero un trozo de su mejor cinta roja. La compró y volvió a su casita.
Al día siguiente cuando la ratita presumida se levantó puso su lacito en la maletita y salió a su juzgado facha. En eso que aparece un alcalde con gaviotas y le dice:
“Ratita, ratita que bonita estás, ¿te quieres casar conmigo?”. Y la ratita le respondió: “No sé, no sé, ¿a ver cómo cantas?” Y el alcalde dice: “quiquiriquí, Zoido está aquí”. “Ay no, no, contigo no me casaré, que perderás las elecciones.”
Se fue el alcalde y apareció un señorito con gomina. “Ratita, ratita que bonita estás, ¿te quieres casar conmigo?” Y la ratita le dijo: “No sé, no sé, ¿a ver cómo cantas? “Cara al sol con la camisa nueva”, dijo el señorito. “Ay no, contigo no me casaré que se te ve el aguilucho.”
Se fue el señorito y apareció el hermano de una ministra. “Ratita, ratita tú que eres tan bonita, ¿te quieres casar conmigo?” Y la ratita le dijo: “No sé, no sé, ¿y tú que ruido haces?”. “Rocío, ay mi Rocío, manojito de los ERES”. “Ay no, contigo no me casaré, que tu hermana es tonta”.
Entonces apareció un ratoncito y al ver a la ratoncita le dijo: Ratita, ratita,¡que bonita estas con tu lazo en la maletita, te quieres casar conmigo! La ratoncita muy impresionada le dijo muy suavemente: ¿A ver, qué harás por la noche? Y el ratoncito dijo: prescribir y callar, prescribir y callar. ¡Ay si, dijo la coqueta ratoncita, me gusta, me gusta, me casaré contigo!
Y la boda se celebró, y los ratoncitos procesaron a 170 rojitos, 3 consejeros, 1 presidente y 50 sindicalistas. Y marhuenda, marhuenda, este cuento se ha acabado.
(¡Ay, ahora que me acuerdo, no era un ratita presumida, sino una juececita. También presumida!)