Llegan las vacaciones, las navidades, períodos de tiempo en los que las personas buscan el asueto, la relajación y la falta de compromisos como primera prioridad. En sus planes no entran los abuelos, las personas mayores, los tíos solteros, las tías viudas, las personas que ya no pueden valerse por sí solas.
La sociedad española está excluyendo poco a poco a las personas mayores de los entornos familiares y miles de personas de más de 70 años se adentran en el túnel del silencio; ese que escuchan a diario cuando ya nadie llama, cuando aunque son parte de un entorno, aunque pertenecen a un núcleo familiar, se han olvidado de ellos. Cerca de cuatro millones de ancianos confiesan sentirse solos o lo que es peor, abandonados por sus familiares y sienten que están estorbando en la familia aunque no la vean apenas.
El llamado síndrome de la silla vacía se nota más en estas fechas señaladas en las que las personas tienden a estar agrupadas y se ven más. Participar de comidas o cenas en torno a una mesa sin contar con nuestros mayores delata que la familia como concepto, poco a poco se extingue para dar lugar a otro tipo de proyectos en donde los ancianos no caben ya. Los hogares están llenos de mujeres viudas más que de hombres porque ellas viven cerca de 15 años más que ellos y casi todas tienen más de 75 años de edad.
No solo hablamos de ancianos de edad provecta, sino de personas mayores con discapacidad, personas con patologías crónicas, pacientes con enfermedades incapacitantes o enfermedades crónicas que se han prejubilado dado que salirse fuera del entorno social puede suceder a cualquier edad cuando no se sigue el ritmo establecido.
Las políticas sociales en España aún no abordan el terrible escenario de la soledad reconocida por parte de su población más numerosa, dado que el país ya se considera en Europa, un lugar de viejos. El número de nacimientos es menor al de defunciones y la esperanza de vida hace que los mayores sean un problema cerca de 30 años para las familias si no están correctamente atendidos.
Favorecer la autonomía, la inclusión y sobre todo el desarrollo personal y social, hará que su bienestar llegue a ser al menos satisfactorio en lo que respecta al número de años que han de vivir en soledad. Enseñar a los ancianos a manejarse en Internet y con las redes sociales; activarles la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp y hacerles partícipes de la vida exterior aunque sea en la red, hará que estén menos solos y que su sensación sea la de estar al día a pesar de la vida.