CRÓNICAS ALEMANAS
“La humanidad de una sociedad se mide según el trato que dé a los débiles, sobre todo cuando son mayores y están enfermos”. Estas palabras, que parecieran haber sido pronunciadas por humanistas de la talla del Mahatma Gandhi o Nelson Mandela, lo han sido sin embargo por Angela Merkel, canciller de Alemania, la mujer más poderosa de Europa en estos momentos. Son palabras nacidas tras el cambio de rumbo habido en los democristianos alemanes, que han virado a la izquierda obligados por su coalición con los socialdemócratas germanos, que lo exigieron para entrar a formar gobierno.
La fecha del 29 de enero de 2014 pasará a la historia de Alemania de los últimos años como una de las más importantes. Ese día, Angela Merkel se presentaba ante el Bundestag o Cámara Baja alemana con un nuevo discurso de cara al país, dando un giro a la izquierda impensable hasta hace meses. Todo ello, en aras del entendimiento con sus socios socialdemócratas en el gobierno, por una parte, y del pragmatismo alemán por otra, que después de meses de negociaciones llegaron a un acuerdo que sin duda beneficiará a la sociedad del país, sobre todo a los más débiles, como ya comenté en crónicas anteriores.
Y de paso también beneficiará a sus socios europeos, como acaba de explicar Hening Meyer, director del Social Europe Journal. Al aumentar los salarios aumentará el consumo interno, y por tanto Alemania necesitará importar más de sus socios comunitarios, principales proveedores, que se verán beneficiados.
Hay que decir que el giro a la izquierda del Gobierno alemán es de calado, a tenor del discurso de la canciller. A partir del mes de julio de este año, y una vez aprobadas las nuevas normas por el Parlamento, se podrán jubilar los trabajadores de 63 años que hayan cotizado al menos 45 años, cuando hasta la fecha lo hacían a los 67. Este hecho afectará a unos 900.000 trabajadores, que lógicamente dejarán sus puestos de trabajo para ser ocupados por trabajadores jóvenes y posiblemente más preparados. Otras medidas aprobadas son las ayudas a madres y a las pensiones más bajas, así como la elevación del salario mínimo a 8,50 euros la hora, algo que en Alemania es un dato muy importante, ya que hará crecer el consumo interno, reactivando a la sociedad.
Finalmente, la cuota femenina se elevará al 30% en los consejos de administración de las empresas que coticen en bolsa, que son unas 120, si bien la ministra de la Familia, la socialdemócrata Manuela Schwesig dio a entender que la medida debía afectar a unas 2.600 grandes empresas alemanas. Un giro copernicano éste, sabiendo que Angela Merkel se oponía en la anterior legislatura a que esa cuota llegase ni tan siquiera al 20%, según había sugerido a la entonces ministra de Trabajo, Ursula von der Leyen.
Alemania comienza a estar de vuelta de la crisis, mientras que otros socios de la Unión Europea están todavía de ida, y puede que para largo algunos. Esto es debido en gran parte a que el país comienza a cosechar los frutos de la Agenda 2010, puesta en marcha en 2003 por el entonces canciller socialdemócrata Gerhard Schröder, que aplicó una serie de medidas impopulares que le costaría la cancillería y el hundimiento del Partido Socialdemócrata alemán. Eran tiempos de austeridad, a la que tan acostumbrado está el pueblo alemán, vieja secuela de las posguerras de dos Guerras Mundiales que lo dejaron destrozado. Pero ellos las provocaron y ellos sufrieron las consecuencias.