El gobierno mexicano no ha cumplido en erradicar la pesca ilegal
En noviembre del pasado año, Greenpeace México alertaba de que sólo quedaban 97 ejemplares en el mundo de vaquita marina, un animal que parece un delfín, pero es más pequeño que él. Se trata de una marsopa. Algunos dicen que podría ser un panda de mar, porque tiene unos círculos de color negro alrededor de sus ojos y boca. Es un ejemplar realmente bello.
Su hábitat es el Mar de Cortés, también conocido como Golfo de California, situado en la península de Baja California, en México, un hermosísimo lugar que cada vez se está volviendo más peligroso para estos ejemplares. Mueren atrapados en las redes de pesca.
Tras una gran campaña, Greenpeace consiguió que el gobierno mexicano se comprometiera a tomar medidas que frenaran esta sangría. El propio presidente Peña Nieto se desplazó hasta Baja California para y, junto al gobernador del Estado, encabezar la campaña
Escasamente un año después, se redoblan los esfuerzos para que no sigan muriendo vaquitas y, a este paso, se acabe la especie. Hoy ya solo quedan 57.
No se ha parado la pesca ilegal. Esta actividad favorece en un 70 % la muerte de las especies de la zona en donde habita la vaquita marina. A pesar de que le pesca es ilegal, en Greenpeace han documentado la existencia de redes. Lo han comunicado a Profepa (Procuraduria Federal de Proteccion al Ambiente) para que tomen cartas en el asunto y retiren las redes, pero en esa institución dicen que no cuentan con recursos humanos para cubrir la zona, que tiene más de 30.000 kilómetros cuadrados.
Mentiras gubernamentales
Peña Nieto, el propio presidente de la República, visitó la zona en abril de 2015 y, acompañado del gobernador, se comprometió a poner en marcha algunas medidas que deberían frenar la pesca ilegal. Así, informaron de que, en forma conjunta, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, y la Secretaría de Marina, estaban creando alianzas estratégicas que, mediante la implementación de un sistema de vigilancia marítima, les permitiría la protección y preservación efectiva de los recursos naturales.
El sistema, aseguraron, consistía en incrementar el empleo de nuevas tecnologías en aquellas zonas marinas que, “por su posición geográfica y la gran cantidad de recursos naturales que contienen, son susceptibles de ser empleadas para actividades ilícitas o explotadas por encima de la ley”. También se vanagloriaban de contar con un soporte operativo en todo el país, conformado por 30 patrullas oceánicas, 19 patrullas costeras y 71 patrullas interceptoras. Ahora dicen que no tienen recursos.
Ante esta situación, Greenpeace se ha dado a la tarea de recoger firmas, una vez más, para que se dote a este proyecto de una cuantía económica que permita salvar los pocos ejemplares que aún quedan.
Enlaces:
- Promesas gubernamentales
- Petición de Greenpeace