La vulnerabilidad de las personas con discapacidad

Escribo porque me parece injusto leer noticias como la que voy a exponer. Escribo porque las personas que podríamos ser cualquiera de nosotros, ojo, que no son discapacitadas, sino que tienen una discapacidad, que no es lo mismo, no pueden denunciarlo. Y de paso, apelo a la responsabilidad de los colegas que como yo, pueden publicar en nombre de los demás para que sean llamados por su nombre, personas con discapacidad y mientras el Pisuerga pasa por Valladolid, se sigan denunciando en prensa los actos discriminatorios, las faltas graves contra las personas que no dejan de ser inauditas llegado el caso.

discapacidad-350x350 La vulnerabilidad de las personas con discapacidad

Verán ustedes, la noticia que refiero se mueve entre la impotencia, el dolor, la discriminación, el odio y la vulnerabilidad del que tiene algo menos. Eso es tener una discapacidad no es baladí. No solo es levantarse cada día sin eso que nos impide correr como hacen los demás, ver como ven los demás, oir como oyen los demás, comprender como veo que comprenden, etcétera, sino que además, debemos hacerlo con cierta alegría para que no nos dejen atrás.

El que no oye tiene que escuchar como Dios le de a entender aquello que los otros dicen; el que no ve, tiene que intentar adentrarse en el mundo de la hostilidad para distinguir cuál es el obstáculo que tiene enfrente; el que va en silla de ruedas, debe evitar baches, árboles en medio de la acera, bicis, y otros elementos que están en la calle que no es de todos, es de unos pocos. Y así, contamos las innumerables clases de discapacidad de las que no nos vamos a librar ni queriendo.

Entretanto, pasa la vida y nosotros con ella, mientras vemos cómo un policía parisino atenta contra una persona en silla de ruedas indefensa porque se siente agredido y no solo le empuja sino que le rocía con gas pimienta en los ojos. No sé si hemos entrado ya en la fase del todo vale y si los valores que antes considerábamos únicos han dejado de existir. No sé tampoco, cómo se puede sobrevivir en esta sociedad en donde impera ser alto y guapo con la contradicción importante y sobre todo, la vieja Europa, envejece a pasos agigantados. Pero es así.

Así de cruel es el ser humano cuando no te toca de cerca y lo ves con incredulidad como yo; así de real es cuando asistimos a la ceremonia de la sinrazón; así de insultante puede llegar a ser convivir entre estos sujetos que lejos de tener empatía y sentir el dolor del que sufre, se aprovechan del débil hasta aniquilarle. Y entre todos estos actos, vemos cómo a diario, las personas con discapacidad no solo tienen que sobrevivir entre fieras, sino que se tienen que sobreponer a lo que les sucede mientras asisten al espectáculo de la falta de todo en mayúsculas que les deja en la categoría de ser los mejores de la especie.

Sí señores, sí, señoras, sí, definitivamente todos tendremos que pasar por una discapacidad alguna vez en la vida y no seremos discapacitados como estamos leyendo últimamente por los colegas de la prensa que nos definen mal, sino seremos personas con discapacidad que alguna vez, no la padecimos. Dejaremos de oir, de ver, de andar, seremos dependientes y entonces nos daremos cuenta de lo poco que hemos hecho por los demás, llegado el caso. Entonces caeremos en el saco de los vulnerables y comprenderemos que lo que antes teníamos gratis como era ver, andar, escuchar, etc. hoy, es el bien más preciado.

Aprovechen la vida porque llegará el día en que se encuentren con mal nacidos que los machaquen sin acritud y entonces se preguntarán los porqués del ser humano que sigue siendo tan malo como Caín. Gracias a las personas con discapacidad por enseñarnos a vivir. Sin vosotros, la vida no tendría el valor que conocemos. El policía se califica solo. No caigamos en la tentación de llamarle por su nombre. ¡Vaya tela!

A cada cerdo le llega su San Martín, dice un refrán. Ahí lo dejo.

Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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