Algo diferente, la actuación del ilustre lebrijano David Dorantes y Marina Heredia, con la contribución a nivel protagonista de la batería de Javi Ruibal y las palmas y coros de la gaditana Anabel Rivera y de Jara Heredia, sacromontana de pro. La sala de cámara, Escenario Flamenco on Fire durante el festival, no podía reflejar mejor lo que se vio allí. Auténticas esencias pianísticas, de cante y canto, de percusión de alto voltaje, de coros y compás.
El concierto ofreció una de las dinámicas más versátiles y alto nivel propias de estos jóvenes flamencos que han tenido la oportunidad de estudiar y formarse con grandes maestros. Dorantes, quien procede del ilustre linaje gitano de los Peña-Perrate- Pinini- Bacán, tiene estudios de piano, armonía y composición. Y mucho trabajo personal, por supuesto. Dicen que hace con el piano lo que Paco de Lucía hacía con la guitarra. Anoche hubo oportunidad de comprobarlo. Cuando quiere, el piano se transforma en guitarra, con sus picados, trémolos y rasgueo. Hace mucho y bien. A ratos introduce sus propias composiciones, que van tanto de flamenco, como de jazz, como de sinfonía clásica.
Marina Heredia, hija y nieta de grandes flamencos, nada menos que del cantaor El Parrón y de la Rochina, hija del Albaicín de Granada por los cuatro costados. Tiene el currículo más espectacular que pueda imaginarse, nacional e internacional desde la adolescencia. De ella si puede decirse que es un ejemplo de crecimiento personal que no conoce límites ni a su voz ni a sus estilos, siempre guardando fidelidad a sus raíces flamencas heredadas por familia. Tiene esa voz grave o brillante, profunda, llena de sinceridad consigo misma; voz trabajada paso a paso, para sacar todos los matices posibles de sus cuerdas vocales más los que ella ha sabido crear. Su vocalización tiene una limpidez asombrosa añadida a una musicalidad elegante y versátil. Elegancia en escena, clase, saber estar sin divismos.
Javi Ruibal, también artista precoz de segunda generación, hijo del cantautor y guitarrista del mismo nombre, es un joven maestro de la batería/percusión. Su sonoridad, ritmos, matices, gradaciones, empleo de recursos en diversos estilos musicales son de primer nivel. Asombra y emociona ya sea acompañando, conversando, improvisando o como protagonista individual.
La escenografía destaca por la composición de volúmenes y espacios en escena, con simetrías y compensaciones geométricas que recuerdan al maestro de composición pictórica Van der Weyden. Es lo primero que empieza a sugerir las esencias que van a producirse en ese espacio tan armónico.
El concierto arranca por cante flamenco puro con una Marina vestida con una elegancia de reina flamenca siglo XXI. Cante por alegrías de un poema de Alberti, Si te dicen de Cái. Cante precedido por alegrías al piano y rematadas por piano y batería. Actúan como un grupo coral y se distribuyen los momentos de protagonismo. Pequeños conciertos de piano, solos de batería que los amantes de la percusión, amantes de la música hecha simplemente de ritmos con metal y madera, disfrutan y agradecen. Tangos de Granada, Por la gloria de mi mare, Gitanos de Graná, de su disco Me duele, me duele; el tango/rumba Mientras te beso, No puedo vivir sin ti, Ay que pena que dolor llevo en mi alma. Coral de cante, toque, percusión y palmas. Canta pequeños poemas, de cuatro versos octosílabos, piano y cuarteto de cante, piano, acompañamiento de batería, con intermedios de Anabel y Jara. Inicia un nuevo ciclo con poemas de Manuel Molina, (Lole y Manuel) el gran poeta flamenco fallecido recientemente. Hacia el final, interpreta todo un ramillete de canciones de Rocío Jurado, de tal forma que parece que el espíritu de Rocío está en ella y cuando culmina con Se nos rompió el amor de tanto usarlo, es Marina/Rocío quien interpreta. Todo un homenaje a la más grande.
En ese viaje por paisajes sonoros que son las ‘Esencias’, hay composiciones de Dorantes para piano, ensayos como guitarra, incluso logra la sonoridad de un zapateado reafirmada por la percusión. Un viaje sonoro que abarca continentes, desde la Baja Andalucía por alegrías, nanas, fandangos, tangos, tarantas, etc., a Tetuán en algunos de los poemas de Manuel Molina. Argentina por milongas; Cuba con su son, Nueva Orleáns, la cuna del jazz fusionado con las raíces más flamencas y en su sonido autóctono más racial.
Conjunción perfecta de sonidos: piano, voz, palmas y percusión, en un conjunto coral con maestría de tiempos, contando historias de amor y desamor. Estas ‘Esencias’ van a dar mucho que hablar.
Mi comentario está dedicado a este magnífico artículo de Teresa Fdez Herrera. Una magnifica descripción se este concierto que me permite casi escucharlo sin haber asistido.Gracias.
Gracias