Las hermanas Rivas: la fuerza de la sangre

Una potentísima versión del cuento de Borges

hermanas-rivas Las hermanas Rivas: la fuerza de la sangre

La historia es muy fuerte, como increíble, pero ahí está, y Borges es quien la escribe: Imaginemos a dos hermanas tan unidas que, como si estuvieran aún en el líquido materno, no conciben vivir la una sin la otra; la una sin saber todo de la otra; la una sin compartir todo con la otra. «Yo estoy bien y quiero que tú estés bien». «Si tú estás bien, yo estaré bien».

Interesa sobremanera esta historia apasionante y subyugadora, de un amor capaz de todo. Y de todo es de todo. Tanto, que en el público provoca carcajadas, pero todo en la función es real y de manera realista se representa. Las hermanas Rivas (Dolores y Angustias) preparan el mejor estofado de carne de la región, y a Dolores le vemos cortar la carne cruda en directo mientras hablan de todo lo que les pasa. Es una metáfora de la víctima propiciatoria en el altar de su amor, un anuncio que, para el que lo quiera ver, será una premonición de lo que le espera a El Potro Estrella, objeto del amor de ambas.

El amor por el hombre compartido se muestra como súbito y sobremanera arrebatado; el ensimismamiento de la una en la otra se presenta como el motor del desenlace trágico, y así ha de ser por fuerza. Cosa curiosa, siendo el narrador argentino como el propio Borges, las voces de las actrices no lo son, lo que, aun a riesgo de perder cierto encanto, deslocaliza la historia y contribuye a su universalidad. Uno sale convencido de que en cualquier parte se pueden hallar prototipos de mujer semejantes, exceptuando, tal vez, el expresionismo casi esperpéntico del que les dota una puesta en escena tan realista. Pero esto ha de ser así, ha de hacer reír porque, de otro modo, apenas la soportaríamos desde nuestra perspectiva correcta.

Era necesario pasar a Borges por Solana, y es lo que han hecho sus adaptadores. Así se añaden el desgarro y la hilazón que hacen verosímil la escena, tratándose de un argumento que es tan apasionante como éste: «Las hermanas Dolores y Angustias Rivas están muy unidas y lo comparten todo, se consultan todo y nada hacen sin el consentimiento de la otra. Después de una noche de excesos, Dolores conoce a un hombre, un boxeador venido a menos. Sin consultar a Angustias, lo trae a vivir a la casa. Él pasa rápidamente a formar parte de sus vidas, hasta llegar a ser el hombre de ambas, en una complicada relación de trío atravesada por los deseos y las pasiones.»

Las escenas en que se muestra el trío en su apogeo feliz son del mismo tono realista; no hay duda de que la atmósfera de encierro y de claustrofobia «intrauterina», determinante de la acción, se logra de maravilla. Cuando el boxeador entra, se ilumina la escena, trágico contraste, porque la historia se coronará de un modo que ya une fatalmente todos los componentes diseminados desde el principio. Algo que, ni siquiera por sabido, deja indiferente.

  • Título: Las hermanas Rivas (basado en La intrusa, de Borges);
  • Autores: Adriana Roffi y Mariano Rochman;
  • Dirección: Adriana Rolffi;
  • Reparto: Carlota Ferrer, Esther Ortega y Mariano Rochman;
  • Cía.: Doble sentido;
  • Sala: Teatro del Arte; 19 de octubre de 2013

http://youtu.be/mJCcFRUuqP4

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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