La sexualidad, el erotismo, la vida sexual, el sexo en general siempre ha sido un tema tabú para la sociedad. Aunque se trate de algo natural, prácticamente instintivo, siempre ha tenido encima cierto lastre que ha impedido tratarlo con naturalidad y con transparencia, cosa que también ha derivado en muchísima desinformación y a un gran desconocimiento entre ciertos sectores de la población.
Pero la situación está cambiando. Varios estudios han dejado muy claro que las cosas ya no son lo que eran y que las nuevas generaciones vienen mucho más concienciadas y abiertas a hablar de este asunto. Hasta los comercios especializados se están dando cuenta de ello.
Negocios dedicados a la venta de productos eróticos o incluso juguetes sexuales han visto cómo se ha dado un gran incremento en la venta de propuestas como las de la firma fleshlight, muy orientada al placer para hombres. Y este caso es especialmente llamativo por varias razones: la primera, porque cada vez más hombres se atreven a comprar productos de este tipo; la segunda, que los compradores son cada vez más jóvenes; la tercera, que la mayor parte de ventas se hacen por internet.
Esto último refleja también el que es ya el gran cambio de paradigma para los comercios en el siglo XXI, aunque no es el tema que nos ocupa aquí. En cierto modo, estas ventas digitales si bien demuestran que hay un mayor acercamiento a la sexualidad, también demuestra que sigue habiendo cierto afán por proteger la identidad y tratar estos aspectos en la intimidad. Se nota con los productos para hombres, pero también en los de mujeres, como los masturbadores femeninos.
Comprar por internet da privacidad, y eso en cierto modo alimenta el tabú. Pero lo adelantábamos antes, la situación está cambiando, y son los jóvenes los que abanderan este cambio que habla de la liberación sexual, de hacer hincapié en su naturalidad e incluso en sus efectos positivos.
Al menos eso ha demostrado un estudio de la Universidad Estatal de San Diego, en Estados Unidos. Según los datos recogidos por el psicólogo Jean M. Twenge, vivimos una época en la que se asumen con total naturalidad las relaciones sexuales prematrimoniales y en la que, sobre todo, la perspectiva del sexo fuera del matrimonio ha cambiado por completo.
La idea de que las relaciones son algo ligado a las parejas oficiales, a aquellas que se encuentran en matrimonio, eso es algo que ha quedado por completo en el pasado. Y más actualmente, con tantos tipos distintos de familias coexistiendo a lo largo y ancho del planeta.
Más abiertos a hablar de ello, pero con menos relaciones
La generación millennial, por ejemplo, es mucho más abierta a hablar del sexo y las relaciones sexuales. No hay tantos tapujos y mucho menos tabúes, en cambio, sí que hay un descenso de las relaciones íntimas entre esta generación en comparación con cualquiera anterior.
Un dato chocante en la época de Tinder y a esas tecnologías que, a ojos de muchos, solo incentivan las relaciones por placer. Nada más lejos de la realidad, de hecho, el estudio de la Universidad de San Diego demostraba recientemente que, durante el último año, uno de cada cuatro millennials estadounidenses no había tenido relaciones sexuales.
La cuestión es que no es algo ligado solo a un territorio, sino a todo el globo. Hay voces que hablan ya de una “recesión sexual” en todo el planeta. Y resulta incluso irónico que sean las generaciones que menos sexo tienen las que hablan más sobre él. No tienen ese lastre que había en el pasado para tratar este aspecto e incluso hacerlo con total transparencia, cosa que reflejan muy bien los datos de los que hablamos.
No existen razones claras y concretas para esto. Hay quienes afirman que todo se debe a una rutina diaria que imposibilita ese tiempo para disfrutar del placer, otros que miran más a la dificultad para mantener una relación estable y la reducción de parejas que se ven a nivel global, o incluso quienes lo achacan a un mayor número de distracciones en lo que nos rodea, o al individualismo de muchos.
Se tratan de dar toda clase de explicaciones, pero, al final, todas ellas forman parte de unos criterios que pueden ser más o menos acertados y la realidad es la que es.
Ya no hay miedo a hablar sobre juguetes sexuales abiertamente, sobre fantasías o incluso atracciones. No hay miedo siquiera a reconocer que se tienen relaciones con mayor o menor frecuencia. No obstante, sí que hay una clara tendencia a un descenso de la media de relaciones íntimas, sea con parejas ocasionales o establecidas.
Curiosa ironía la que refleja el siglo XXI y curiosa la situación que viven muchos.