Talento, compromiso y esfuerzo no van de la mano de un colectivo que es contratado porque resulta más barato a efectos fiscales. Los resultados no son nada halagüeños, según un informe que ha presentado la fundación Adecco acerca de la discapacidad y el empleo.
La mayor parte, cerca de un 80 %, considera que nunca son contratados por lo que saben, sino por cumplir con las cuotas que marca la legislación vigente, o bien porque se pueden reducir las cargas fiscales.
La normalización, igualdad de oportunidades y justicia social son tres parámetros que los encuestados piden al año que entra, incluyendo, como no podía ser de otra forma, a la salud. Por otro lado, han hecho mención a la accesibilidad, que no es solo la que impide caminar o subir una escalera. Lo que llamamos accesibilidad universal incluiría la tecnológica, cognitiva, sensorial, web, etc.
Hablar de empleo justo sería mucho para las personas con una discapacidad. Todos hablan de la asociación de ideas entre discapacidad y productividad. No por padecer una discapacidad se es menos productivo; no por oír poco se trabaja menos; no por ir en silla de ruedas no se es eficaz; y así un largo etcétera, que incluiría a todas las personas que llevan consigo la tarjeta de la discapacidad.
La identificación de la empresa con la discapacidad sigue siendo la asignatura pendiente, y es necesario que se mire al trabajador con respeto, no con interés ni pena; y también, añaden, que los puestos directivos sean efectivos y no una aspiración imposible por el mero hecho de tener una discapacidad.
Entre enero y noviembre de 2017 se firmaron 102.398 contratos por personas con discapacidad.