El alemán Emanuel Lasker (1868-1941) ha sido el campeón mundial de ajedrez que más tiempo ostentó la corona, más de un cuarto de siglo, en concreto, 27 años, desde que derrotó en 1894 al primer campeón oficial, Wilhem Steinitz (1836-1900), hasta 1921 en que perdió en La Habana contra el ‘Mozart del ajedrez’, José Raúl Capablanca (1888-1942)
Lasker era matemático, disciplina que le ayudó en el juego, y en otros, como el bridge del que fue gran aficionado, y además hizo varias aportaciones en el campo del álgebra abstracta. A través de estos estudios conoció a un joven Albert Einstein (1879-1955), inicialmente en Berlín, que llegó a definirle como “una de las personas más interesantes que he conocido en los últimos años”.
Tuvo grandes enfrentamientos ajedrecísticos con Siegbert Tarrasch (1862-1934), quien tras ganar el campeonato en 1894 lo minimizó tras decir que había ganado a “un hombre viejo y enfermo”, en alusión a Steinitz. Lasker perfiló la faceta psicológica durante las partidas, siempre hacía la jugada que más podía molestar al contrario, aportando un estilo peculiar. «No estoy jugando con peones blancos y negros, sin vida. Juego con seres humanos de sangre y carne» afirmaba.
Nació en el entonces imperio alemán, la localidad de Berlincher, que pasó a Polonia tras la Segunda Guerra Mundial, hoy Barlinek. Su hermano Berthold (1860-1928) era médico y también ajedrecista. Fue quien le enseñó el juego y quien apostó por él cuando estudiaba en Berlín donde llegó con apenas doce años. Como curiosidad obtuvo tablas ante su hermano en un torneo en la capital alemana en 1890.
Su primera aparición destacada fue en el torneo de Amsterdam, un año antes, en 1889 donde ganó al austríaco Johann Hermann Bauer (1861-1891) en una partida recordada como ‘sacrificio de los dos alfiles’.
En 1893 viajó a Estados Unidos, tras una serie de triunfos en Europa, y en Nueva York mientras confiaba en enfrentarse al entonces campeón William Steinitz, ganó a jugadores como el cinco veces campeón estadounidense, Jackson Showalter, ‘el León de Kentucky’ (1859-1935), Adolf Albin (1848-1920) y Harry Nelson Pillsbury (1872-1906).
Tras ganar el campeonato mundial, jugó en Hastings, Inglaterra, en 1895, el primer gran torneo de la historia, aunque no lo ganó, pero sí los siguientes de San Petersburgo y Nuremberg, y tras volver a ganar en la revancha a Steinitz en 1896 en Moscú, se dedicó a culminar sus estudios en matemáticas y filosofía.
Lasker demoró los encuentros para poner en juego la corona mundial. Hay que recordar que era el vigente campeón quién imponía sus condiciones, sobre todo económicas, y podía evitar a rivales no deseados. De hecho, la federación internacional, FIDE, se creó en 1924 siendo ya campeón Capablanca, aunque su papel para el título comienza tras la Segunda Guerra Mundial.
En la primera década del siglo XX defendió cuatro veces el título, la primera en 1907 en Estados Unidos ante Frank Marshall (1877-1944) campeón americano nada menos que 36 años desde 1909 hasta 1935, antes de que lo organizara la federación de Estados Unidos.
Al año siguiente, 1908, derrotó en Alemania a su ‘enemigo’ Tarrasch, por ocho victorias, tres derrotas y cinco tablas. Dicen las crónicas que cuando se encontraron le dijo a Lasker, “solo tengo tres palabras para usted, jaque y mate”. Curiosamente, ambos eran de origen judío y Tarrasch, quien se consideraba “un patriota alemán” –perdió un hijo en la Primera Guerra Mundial- debió sufrir humillaciones al final de su vida por los nazis combatiendo el antisemitismo existente.
En 1910 Lasker ganó in extremis a Carl Schelchter (1874-1918). Este jugador austríaco murió en soledad en un hospital por neumonía y desnutrición. Pudo llegar a ser campeón del mundo, ya que perdió ante Lasker en la dramática última partida que se prolongó tres días, le valían unas tablas pero se lanzó a ganar y, tras perder una clara posición ganadora, finalmente llegó la derrota final, al igual que su esperanza de conseguir el campeonato. Era un jugador caballeroso que además inspiró un libro en 1998, ‘El amor de Carl Haffners por las tablas’, del escritor austríaco y aficionado al juego, Thomas Glavinic, -que no está traducido al español a pesar de haber sido premiado como Libro del año-.
A finales del mismo año 1910, Lasker retuvo de nuevo el titulo ante el polaco David Janowsky (1868-1927) con el resultado más contundente, ocho victorias y tres tablas, lo que llevó a su rival a jurar que no volvería a disputar el campeonato del mundo nunca más.
Posteriormente, estuvo once años sin poner en juego la corona mundial para, al final, en 1921, terminar su largo mando del ajedrez mundial siendo derrotado por Capablanca quien jugaba en casa, en La Habana, y donde abandonó antes de acabar las 24 partidas acordadas, tras sufrir cuatro derrotas y no poder ganar ninguna tras 14 partidas disputadas.
Les separaban veinte años aunque Lasker aún ganó el título con mayor diferencia de edad, 32 años, a Steinitz, la mayor hasta la actualidad entre campeón y aspirante que le arrebata el título. No obstante, le dedicó un amable comentario: “He conocido a muchos jugadores, pero entre ellos sólo un genio, ¡Capablanca! Su ideal era ganar mediante maniobras. Su genialidad se revela en su capacidad de poner a prueba los puntos débiles del oponente. La menor debilidad no puede escapar a su certera mirada”.
Posteriormente ganó torneos en Mahrisch-Ostrau en 1923, así como Nueva York en 1924 y quedó segundo en Moscú, 1925 (en ambos quedó por encima del campeón mundial, Capablanca), retirándose después de la alta competición con la excepción de los torneos de Zurich (1934), Moscú (1935) y Nottingham (1936). En este último, consiguió tablas con Capablanca y con el que luego sería campeón mundial el soviético Mijaíl Botvinnik (1911-1995).
Huyó del nazismo –su hermana Teófila fue asesinada en el Holocausto- inicialmente a Londres pero de 1935 a 1937 residió en la Unión Soviética de Stalin trabajando en el Instituto de Matemáticas de Moscú, su defensor fue Nikolai Kyrilenko (1885-1938) quien propagó el ajedrez pero terminó asesinado en una de las purgas del dictador soviético.
Finalmente terminó sus días en Estados Unidos, falleciendo en Nueva York en 1941. Una curiosidad: ciudad donde murieron los tres primeros campeones, Steinitz, Lasker y Capablanca, los dos últimos con poco más de un año de diferencia.
Entre sus obras: ‘El sentido común en ajedrez’ (1895), ‘Curso de Ajedrez’ (1908), ‘Torneo internacional de San Petersburgo’ (1909) y ‘Manual de Ajedrez de Lasker’ (1925). En el campo de la filosofía, escribió entre otras, las obras ‘Lucha’ (1907), ‘Historia del hombre’ (1925) y ‘La comunidad del futuro’ (1940). Algunas aún hoy se pueden encontrar en español.
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[…] y entre los que seguía se encontraban Wilhelm Steinitz (1836-1900), Paul Morphy (1837-1884), Emanuel Lasker (1868-1941), Alexandre Alekhine (1892-1946) y Mijail Chigorin […]