Legend es un thriller-biopic en el que el actor británico de 38 años Tom Hardy (famoso internacionalmente por sus interpretaciones en las películas Bronson, Warrior, Hombres sin ley, El topo o Mad Max: Fury Road) encarna a los dos protagonistas, Ronald y Reginald Kray, dos gemelos gansters –uno de ellos frío y calculador; el otro violento e imprevisible, homosexual, sádico y esquizofrénico- que sembraron el terror en los bajos fondos del Londres de los años sesenta.
Odisea criminal en la que con abundantes dosis de humor se retrata un mundo muy especial hecho de redes mafiosas, arreglos de cuentas y traiciones y sexta película del estadounidense Brian Helgeland, más conocido hasta ahora como guionista de LA Confidential (Oscar 1998 al Mejor Guión adaptado) y Mystic River, entre otras, y a quien se le ha reprochado haber invadido con Legend el territorio de Scorsese, y no haber estado a la altura.
Junto a Tom Hardy –actor de formación clásica, cuya interpretación “transforma Legend de biopic mediocre en algo muy cercano al arte”-, Emily Browning, David Thewlis, Duffy, Christopher Ecclestone y Chazz Palmintieri protagonizan esta historia bastante real del ascenso y caída de la pareja de gansters londinenses más celebres, a los que la mafia estadounidense recurrió cuando decidió dar el salto del charco e implantar sus tentáculos en la vieja Europa, casi intocables porque tenían “pillados” a varios políticos tories y laboristas.
Ciertamente no es una película impactante, ni siquiera es un gran guión –más bien débil y previsible-, pero sí es una interpretación fuera de serie y una puesta en escena astuta y convincente, pese a las dificultades de tantos momentos en los que ambos hermanos aparecen juntos resueltas, como no podría ser menos en el siglo XXI, a base de efectos especiales digitales.
Para el crítico de The Guardian, Mark Kermode, “aunque los Krays están definidos como individuos únicos, su mundo se parece mucho a un ‘gansterland’ genérico. Demasiadas cosas de la película nos resultan familiares, no hay sorpresas y, por tanto, tampoco razones para apreciar la ‘Leyenda’ (salvo que uno sea fan de Hardy)”.