Apenas dos meses separan estas dos imágenes tomadas en Filipinas y Australia en escenarios similares de situaciones límites: un tifón y un temporal de lluvias con inundaciones. En ambos casos, las personas se quedan sin techo o corren el peligro de ver sus pertenencias y enseres anegados por el agua. ¿Qué salvar entonces in extremis cuando toca abandonar el hogar -o los restos de él- e intentar ponerse a salvo?
Izquierda: Mujeres de Tolosa, isla de Leyte, Filipinas, salen en procesión católica con imágenes en brazos tras el paso del tifón Hayan, conocido en Filipinas como Yolanda. Foto: Philippe Lopez /AFP/Getty Images. Derecha: Un hombre salva la CPU de su ordenador en las inundaciones tras el ciclón Oswald en Bundaberg, Queensland, Australia. Foto: Chris Haye/Getty Images
Las mujeres del municipio de Tolosa al este de la isla de Leyte, del grupo de las Visayas en Filipinas, salvaron sus símbolos religiosos católicos, que sacan en procesión una semana después de que el tifón Hayan, conocido en Filipinas como Yolanda, dejara la región, un paraíso turístico, totalmente devastado.
La foto, tomada el 8 de noviembre de 2013, le valió a su autor, Philippe Lopez, de la agencia France Presse, AFP/Getty Images, el primer premio en la categoría de foto única de noticias del certamen World Press Photo.
El hombre que sale de su casa bien protegido con sus botas de la crecida del agua en la calle es un residente en Bundaberg, Queensland, región que sufrió recientemente los rigores de un temporal de lluvias con inundaciones que dejó tras de sí el ciclón Oswald
Si no ha sido premiada en el concurso World Press Photo es por la sencilla razón de que la foto está tomada el pasado 30 de enero por Chris Hyde, también de Getty Images. Concursará, seguro, en la próxima edición.
Los protagonistas de las dos fotos han sido retratados en parecidas, pero no idénticas circunstancias de tiempo/espacio. Así, mientras las mujeres llevan en brazos con toda devoción las imágenes religiosas en cuya protección se amparan, el hombre pone a salvo la fuente de sus recuerdos personales: el disco duro de la unidad central de proceso (CPU) de su ordenador personal.
La lectura que la conjunción de ambas imágenes sugiere lleva en un primer momento a la confrontación entre fe religiosa y fe en la tecnología.
Pero si bien es cierto que el semblante trascendente de las mujeres en procesión habla claramente de su fe ciega en que las imágenes pueden intervenir en nuestra vida, deducir que el hombre con su CPU en brazos es menos religioso podría ser una apreciación temeraria.
Hace unos años, el hombre no llevaría su CPU en brazos, sino el objeto que primero se salva en situaciones límites: el álbum de fotos.
Las creencias -o no creencias- están -o deberían estar-, dentro de la persona, en la esfera privada e íntima de cada cual.
“La vida”, reza la frase que ronda a este cronista en la cabeza al contemplar estas dos fotografías, “no es lo que nos pasa, sino lo que hacemos con lo que nos pasa.”
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En estos casos, en realidad la fotografía no habla por sí sola, necesita de algo que la explique en su real dimensión. Y de todas formas, en el primer caso la catástrofe es más espeluznante, más azotadora al destino humano, más golpe al espíritu, alrededor todo es destrucción. Y Filipinas perteneció al imperio español y ello de la mano con al catolicismo en la bio-unidad cruz y espada. La historia de los australianos es muy diferente. Los australianos me llevan a pensar en Inglaterra y anglicanos, que es de adonde estuvieron antes estrechamente vinculados.
Por último, las cosas tienen importancia según cada cual. En la segunda guerra mundial, en Stalingrado, científicos de una colección de semillas, prefirieron morir de hambre antes que consumirse el material colectado para la ciencia que lo tenían a mano.
Hecho real que conocí (2010).
Un incendio cercano total, puso en peligro inmediato una casa de al lado y se debió salir sin más, en 5 a 8 minutos: el dueño de casa corrió a sacar un libro de poesía autografiado por Neruda, más su pendrive y notebook todo en un maletín de trabajo, alcanzó a añadir un albún de fotografías que estaba a mano; un joven de la familia en un dos por tres salvó la CPU de otro computador más antiguo con más contenido histórico familiar y salió con una jaula con un pajarito mascota suyo; la dueña de casa corrió a abrir una llave en el patio y a desplegar una manguera de jardin instalada capaz de llegar a todos los rincones de la vivienda alrededor para mojarlos y salió con algunas prendas de abrigo extra para los integrantes de la familia; un joven inquilino saltó huyendo únicamente con su guitarra.
Muchas gracias por sus oportunos y documentados aportes, estimado Abel.