Lisboa: Fado de día, fado de noche

Lisboa no se parece a ninguna otra capital europea. Más que una personalidad que le es propia, que la tiene, es una atmósfera portadora de esa alma única de la saudade que la impregna por entero. En Lisboa se respira fado, se respiran nostalgias, llenas de amor o desamor y siempre belleza.

Empezando por ese fastuoso estuario del Tajo, que en algunos puntos de la ciudad, como en el Campo de las Naciones, no deja ver la otra orilla. Y sus barrios históricos: Baixa, flanqueada a su derecha por la colina de Alfama y Mouraria y a su izquierda por la colina de Chiado y Barrio Alto y más allá junto al río, Belem. Estrela o Pombal, ya representan otras historias. Hay que dedicar tiempo a cada barrio, caminarlos rememorando personajes que ahí vivieron y dejaron su huella, huellas que no se pierden en el tiempo, que siguen respirándose hasta hoy mismo.

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foto del Largo do Chiado, Lisboa. Escultura del poeta António Ribeiro, conocido como Chiado

El fado es una gran seña de identidad de Lisboa. Nació aquí. De entre sus lugares emblemáticos digamos que de día destacan dos: La Casa Museo de Amàlia Rodrigues en el barrio de Estrela y el Museo del Fado en la baja Alfama, cerca del Tajo.

De noche… de noche hay decenas de casas de fado, la mayoría en el Barrio Alto, el más bohemio de Lisboa. Entre ellas hay dos a destacar, muy distintas y ambas muy auténticas, donde solo se canta con acompañamiento de las típicas dos guitarras, española y portuguesa, la de seis cuerdas y la de doce cuerdas. Una, en un sitio muy  pequeño y muy recomendado en la calle del Diario de Noticias, conocida como Tasca do Chico, que tiene las paredes forradas de fotos de visitantes ilustres, incluidas las de famosos cantadeiros y cantadeiras. Dispone de una barra mínima donde pedir, pagar, y llevarse lo que se haya pedido. Todo muy informal, incluso la vestimenta de los artistas. Pero no cabe ni un alfiler, hay que hacer cola hasta que queda espacio libre. ¡Menos mal! El espectáculo es desde las 23 hasta las 01 horas y afortunadamente no toda la clientela va por el fado. Ni se queda hasta el final. Merece la pena, porque los cantantes son muy buenos, sobre todo un cantante, de nombre Maurizio. Los guitarristas van de anónimos, nadie los presenta. Es un sitio especial, diferente, que rememora las primitivas tabernas o “retiros” donde comenzó a cantarse fado.

El Museo del Fado ocupa el edificio rehabilitado del Recinto da Praia, anteriormente la primera estación elevadora de aguas de Lisboa, en la puerta de entrada a Alfama. Se inauguró en 1998,  gracias en su mayoría a donaciones de intérpretes, instrumentistas y sus familiares. Narra mediante carteles, periódicos, fotografías, instrumentos, que incluyen una preciosa colección de guitarras portuguesas, aparatos reproductores de sonido desde los más arcaicos, toda la historia del fado desde el siglo XIX y su divulgación a través del teatro, de la radio, de la grabación discográfica, del cine, de sus grandes intérpretes e instrumentistas.

Todos sus creadores están representados en el museo, con atención especial a Amàlia Rodrigues, que incluye un film de 1947, “Historia de una cantadeira” que coprotagonizó con un actor que hizo con éxito buena parte de su carrera en España, Virgilio Teixeira. Otras estrellas del universo fadista, Fausto Ribeiro, Alfredo Marceneiro, Domingos Camarinha aparecen en fotos con y sin Amàlia Rodrigues a lo largo de muchos años en eventos nacionales e internacionales.

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Lisboa: Museu do Fado. «O Fado» José de Malhoa
Guitarra-portuguesa Lisboa: Fado de día, fado de noche
Guitarra portuguesa

El museo representa el origen popular urbano del fado, que se refleja en el cuadro del pintor naturalista portugués José de Malhoa, «O fado»- Años después de la muerte del pintor, Amàlia Rodrigues popularizó una canción en su homenaje, «Fado Malhoa». Un cuadro de Constantino Fernandes, un pintor de temas sociales, «Os marinheiros» abunda en el tema del origen popular de estas canciones. Y también está presente en el museo la censura salazarista de letras de fados.

Un amplio legado que tiene como objetivo rendir tributo a un arte nacido en Lisboa, parece que en el barrio de Mouraría y hoy considerada a nivel nacional e internacional como la canción tradicional de Lisboa. El fado fue declarado por la UNESCO en 2011 Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Una noche muy diferente se vive en la elegante casa de fado y restaurante A Severa, también en el Barrio Alto, en la Rúa das Gáveas. Una gastronomía correcta con una consumición mínima de 30 euros no fácil de conseguir, mientras emocionan con un repertorio de fados clásicos cuatro cantantes: Lina Santos, Fátima García, Ana Grilo y Natalino Jesús, acompañados por las dos típicas guitarras española y portuguesa.

Son buenos o muy buenos. Lina Santos emociona con uno de los grandes clásicos, “Uma casa portuguesa”. Ana Grilo, la fadista más joven del grupo, lleva hasta las lágrimas con su interpretación  del más lisboeta y lleno de saudade de la historia del fado, “Lisboa Antiga” y Natalino  hace participar al personal del estribillo de “Coimbra”, recordando una vez más a Amàlia Rodrigues. Natalino Jesús es un cantante con muchos méritos, que incluyen el de maestro de ceremonias de la noche.

A Severa presume de ser la primera casa de fado de Lisboa. Quizá por eso lleva el nombre de una fadista mítica, considerada la fundadora del fado lisboeta. María Severa Onofriana, conocida como A Severa, tuvo una vida de la que se cuentan muchas historias, incluso si fue o no fue prostituta. Sí tuvo muchos amores en su corta vida, pues murió de tuberculosis a los 26 años, en 1846. Mujer, pobre, bellísima, carismática y artista excepcional, no era fácil salir adelante en esos tiempos. Dicen que sus últimas palabras fueron, “muero sin haber vivido nunca.”

Se hizo famosa en vida cantando en las tabernas de Mouraria. Fue la reina del fado. La rodea un aura de leyenda, aunque ni siquiera ha quedado un retrato suyo. Se conserva la casa en que vivió y murió, en la actual rua Capelhâo, “casa da Severa”. Tras su muerte su fama creció, sobre todo cuando el poeta Julio Dantas publicó su novela “A Severa”. Después fue convertida en obra de teatro y adaptada al cine, fue nada menos que la primera película sonora del cine portugués. Esto le significó fama internacional.

María Severa hizo del fado la marca  de la tradición popular de Lisboa. Y de sí misma la imagen de la saudade. Su vida fue realmente un fado y cantarle la expresión de su alma.

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Casa Museu Fundação Amália Rodrigues

No se puede salir de Lisboa sin visitar la casa museo de Amàlia Rodrigues en la rua San Bento.  Es realmente la elegante casa de una diva de fama mundial. No permiten hacer ni una foto, ni mandan fotos. Es una fundación privada, la Fundación Amàlia Rodrigues.

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Amàlia Rodrigues

La casa habla de quién fue su dueña, de quién la habitó. Los muebles son suntuosos, siglos XVII al XIX. Objetos decorativos preciosos, azulejos, tapices, cuadros, retratos de Amàlia pintados por artistas portugueses, como Luis Pinto Coelho, Pedro Leitâo, Eduardo Malta y del escultor Joaquim Valente. Sobre la mesa del comedor estilo Regency siglo XIX, una colección de platería y porcelana de la Compañía de Indias asombrosa. Las paredes del dormitorio de invitados están cubiertas por los famosos tapices portugueses de Arráiolos. Hay expuestos varios vestidos de Amália por sus habitaciones privadas, destacando el vestido negro, largo, auténtico modelazo, que según nos matizan, “no es que sea el traje típico de fadista, es que Amàlia lo hizo el traje típico de fadista”. Vitrinas enteras llenas de bisutería de escena, vitrina para las grandes joyas en las que proliferan los diamantes y los diseños orientalizantes. Su dormitorio es como un Sancta Santorum. Pinturas religiosas, trajes de escena y un oratorio portugués policromado del XVIII.

El salón es como un bazar rico y bien organizado. Azulejos, tapices orientales, muebles joya, una guitarra decorada con granates, turquesas y otras piedras de Brasil, porcelana china, esculturas de alabastro, un piano Petrov, cómodas de palisandro, cuadros de escuela flamenca y los retratos de Amàlia, de Eduardo Malta y Joaquim Valente.

Pero lo más sorprendente es la vitrina que contiene todas las medallas y condecoraciones que se le otorgaron durante su vida. Son la prueba de que fue mucho más que una cantadeira de fado, fue una de esas personas imán que enamora por donde pasa. Creo que es más corto decir  qué país no la ha condecorado. ¡Asombroso!

De España tiene tres condecoraciones: Lazo y Orden de Isabel la Católica y una condecoración de la Universidad Complutense de Madrid. Creo que los cinco continentes están representados en esta muestra de amor y reconocimiento, no solo de la cantante que puso el fado sobre el mapamundi, también de la persona Amàlia Rodrigues. Nació y murió en Lisboa en 1999, a los 79 años. Pero esta casa, Lisboa entera, están llenas de su presencia.

Teresa Fernandez Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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