Para evitar la maldición que recae sobre todas las mujeres de su familia, que consiste en hacer fracasar todos los primeros matrimonios, y poder ser feliz con el hombre que ama, Isabelle (Diane Kruger) decide buscar un «primo» (Dany Boon) con el objetivo de seducirle, casarse con él e inmediatamente divorciarse.
Un plan que parece perfecto si no fuera porque el elegido es redactor de la guía turística Les routiers y el periplo de seducción prenupcial se convierte en un viaje interminable, del Kilimanjaro a Moscú.
Los productores de Intocable, Pascal Chaumeil el realizador de Los seductores, el protagonista de Bienvenidos al Norte y la mujer de Malditos bastardos son los responsables de la comedia “optimista y romántica” Llévame a la luna (Un plan parfait) –aunque hay razones de sobra para preguntarse qué tiene de romántico ver a mujer cruel persiguiendo y jugando con los sentimientos de un pobre tipo al que ha engañado- , que llega a las pantallas españolas el 19 de julio de 2013. Llévame a la luna es un remake del telefilm Un homme par hasard, reslizado en 2003 por Edouard Molinaro.
Comedia exagerada y bastante artificial, cualidades que no le restan eficacia, en la que están invertidos los papeles tradicionales y la dura, la manipuladora es ella, Isabelle, dentista y cruel, dispuesta a destrozar a Jean-Yves, al tipo elegido para cargarse la maldición, despreciando sus sentimientos. Con poco ritmo, apenas gags y ninguna sorpresa, la película es un divertimento intrascendente bastante previsible –apropiado para las calurosas noches estivales- que cuenta con el aliciente de presentarnos a los protagonistas en papeles muy alejados de los que interpretan habitualmente: el “gracioso habitual” Danny Boon aparece aquí como un personaje tranquilo y humilde, escondido detrás de un bigote y una barba; la dramática Diane Kruger hace una primera incursión en la comedia.
A pesar de lo intrépida que pueda parecer la película, al afirmar que el primer matrimonio es siempre un fracaso, también es tan conservadora y conformista como para que su protagonista no pueda “imaginar” tener un hijo fuera del matrimonio.