“El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, firmó el pasado 19 de abril un Real Decreto -publicado hoy en el BOE- para indultar a Antonio Manuel Morales Fernández, un empresario sevillano condenado en marzo de 2011 por un delito continuado de falsedad en documento mercantil y otro delito continuado de insolvencia dolosa. La pena sumaba tres años y diez meses, que la medida de gracia concedida por el Gobierno deja en dos años -para poder evitar la cárcel-“. De la prensa nacional.
Lucas León Simón
Sigue el bochorno. El Gobierno sigue utilizando el poder para rearbitrar el partido de la justicia. Ha indultado a mossos de escuadra (torturadores), banqueros (defraudadores), guardias civiles (torturadores), conductores suicidas (defendidos por un despacho “amigo”) y a políticos de su misma dehesa (corruptos).
Destacados juristas cuestionan la legitimidad constitucional de los indultos, hablan de una injerencia del poder gubernativo en el judicial y de una alteración sistémica del principio de división de poderes.
Pero hay otras percepciones. Los indultos son el privilegio de una casta. La “casta” política favorece, clientelarmente, a los “suyos”. No importan que roben, desfalquen o torturen. Retuercen la ley, quizás a sabiendas, para crear una sensación de impunidad. Al poder le está permitido todo.
Sus sobornos, sobresueldos y financiaciones ilícitas, se demoran el tiempo y en la investigación hasta que prescriben, en el tiempo, en la memoria y en la sentencia.
A políticos, medios de comunicación y “comunicadores del dólar” se le hacen lenguas alabar la Constitución. Si, esa que hace solemnes declaraciones de principios que nadie cumple, la que proclame el derecho inalienable de los españoles al trabajo y a la vivienda -¡que disentérica ironía ¡- , cuando esa ilusoria norma es sólo una siniestra coartada para el “poder”.
Días pasados asistía a una conferencia de Julio Anguita. Hacía una sutil diferenciación entre “gobierno” y “poder”. El “gobierno” es casi intrascendente, hoy lo preside Rajoy, y ayer era Zapatero, no hay apenas diferenciación entre ellos y la esencia. Lo peligroso era el “poder”.
Pues bien. El “poder”, no el Consejo de Ministros de cada viernes, es el que indulta. A delincuentes, defraudadores, estafadores o torturadores. Y los indulta porque son de su misma camada o porque perpetúan su sistema.
Nunca llegamos a prever que nuestra mal llamada democracia llegara a producirnos asco.
Y parafraseando a Isaac Rosa completo el cuadro: El Poder mientras nos recorta el sueldo, para ellos el se invcentó el sobresueldo: «En los de Bárcenas, y en los muchos sobres que se han repartido en este país, a golpe de comisiones, sobornos, contabilidades B, trucos, maquillajes y pagos bajo cuerda de todo tipo. A veces pensamos que tenemos dos problemas: la crisis y la corrupción. Pero son el mismo problema, nuestra crisis se llama también corrupción; a nosotros nos han golpeado a la vez la basura financiera, la burbuja inmobiliaria, el fraude fiscal a gran escala y la corrupción, a menudo entrelazadas unas con otras». Y si alguien se pasa, indulto.