Lucas Vázquez de la Rubia: un espacio limpio donde todo encaja

A Lucas Vázquez de la Rubia (Madrid 1986) le interesa plantear su trabajo como una suerte de preguntas y respuestas que solucionan, de manera plástica, problemas presentes en la sociedad, como “los límites, las fronteras, las relaciones de poder, las contradicciones y las ocupaciones son algunos de los conceptos que trabajo”.

Así lo explica él mismo al presentar su última serie en Madrid. Un trabajo que es el resultado de una constante exploración e investigación sobre una misma preocupación artística: la dualidad que enfrenta al ser humano, como individuo, a su entorno más inmediato y, por extensión, a la sociedad plural y mestiza en la que vivimos.

La exposición en Madrid[1] se compone de una selección de lienzos y esculturas en los cuales la materia (cemento y yeso) se enfrenta y relaciona con tintas y maderas. El conjunto resulta pues de una gran armonía y belleza. La vista descansa al contemplarlo en su aparente sencillez.

Pero oigámosle hablar de su obra

«En los últimos años mi práctica artística se ha caracterizado por el uso de la materia y la profundización en la naturaleza contradictoria del ser humano desde un punto de vista plástico. Abordo la escultura, la pintura y las artes gráficas desde una perspectiva experimental y abstracta, produciendo piezas en las que el enfrentamiento entre materiales, formas e imágenes es una constante. Utilizo cemento, yeso, madera y pintura sobre diferentes soportes, evocando morfologías naturales pero manipuladas”.

Exposición:

Hasta el 28 de febrero en La factoría de papel. Buenavista 8 Bajo (Lavapiés). Madrid

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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