Fue, para muchos, una sorpresa: un año y ocho meses después de asumir la presidencia argentina, y a pesar de que las medidas adoptadas al llegar al gobierno provocaron una contracción de la actividad económica que hasta ahora no se ha revertido, Mauricio Macri salió políticamente fortalecido de su primera prueba electoral, el domingo 13, informa Daniel Gutman[1] (IPS) desde Buenos Aires.
La alianza gobernante, la centroderechista Cambiemos, fue la fuerza más votada a nivel nacional, con 36 por ciento de los votos, en las primarías para los comicios legislativos de octubre y, aunque quedó lejos de obtener la mayoría absoluta, consiguió victorias inesperadas en algunas de las 23 provincias.
Y sobre todo evitó –en este caso, con un recuento de votos cuestionado– lo que más le preocupaba desde el punto de vista simbólico: una derrota en el distrito más poblado del país contra la expresidenta Cristina Fernández (2007-2015), candidata a senadora por la centroizquierdista Unidad Ciudadana.
Fernández es, a día de hoy, la rival más peligrosa que tiene Macri para 2019, cuando seguramente buscará su reelección por otros cuatro años.
En la elección de la oriental provincia de Buenos Aires quedan sin contabilizar el 4,32 por ciento de los sufragios. Allí, los primeros datos oficiales se conocieron a las 9 de la noche, cuando el oficialista Esteban Bullrich superaba en siete puntos a Fernández. Antes de las 11, Macri y su equipo festejaron el resultado ante las cámaras de televisión.
Sin embargo, mientras la mayor parte de los argentinos dormía, el margen se fue estrechando y, cuando en la madrugada se detuvo el recuento, Bullrich contaba con el 34,19 por ciento de los votos escrutados y Fernández con el 34,11 por ciento, una diferencia de apenas 6915 sufragios.
En Argentina las elecciones no son organizadas por un poder independiente, sino por el gobierno, quien sostuvo que algunas mesas de votación de esa provincia oriental no ingresaron en el escrutinio porque las papeletas se confeccionaron mal, pero que serán incorporadas en el recuento definitivo, que se demorará cerca de dos semanas.
Para Fernández esto no fue casual. «No vamos a parar hasta que se cuenten todos los votos, porque sabemos que hemos ganado», dijo el lunes 14 a través de un comunicado.
«Querrán crear una realidad paralela en los medios, buscarán ocultar, maquillar, distraer y confundir. Pero no van a poder. La democracia argentina es más fuerte que su manipulación y su arrogancia», agregó.
La irregularidad y la incertidumbre por el final bonaerense, de todas maneras, no arruinaron la satisfacción de los principales actores del poder empresarial y financiero en este país sudamericano. Lo sucedido con el valor del dólar, que históricamente en Argentina es la variable más sensible a los cambios de clima económicos, es lo que mejor lo refleja.
En las semanas previas, mientras Fernández ascendía en las encuestas, la divisa estadounidense había aumentado más de 10 por ciento y, el Banco Central, para detenerlo, tuvo que abastecer la demanda y sacrificar 1850 millones de dólares de sus reservas.
Al día siguiente de las elecciones, el valor de la divisa llegó a caer cinco por ciento, mientras subieron la Bolsa de Buenos Aires y las acciones de las empresas argentinas en Wall Street.
Macri, por su lado, había festejado la noche de la elección junto a las principales figuras de Cambiemos en un centro de convenciones de la Ciudad de Buenos Aires. La capital, que gobernó entre 2007 y 2015, fue su trampolín al poder nacional y esta vez le dio un amplísimo respaldo: su candidata, Elisa Carrió, obtuvo 49,5 por ciento de los votos y le sacó 29 puntos de distancia al postulante de Unidad Ciudadana, Daniel Filmus.
Con pantalones vaqueros y camisa celeste, el presidente buscó mostrar empatía con los sectores más castigados, en un país donde un tercio de la población vive en pobreza.
También defendió la decisión más cuestionada del principio de su gestión: el fuerte aumento de las tarifas de servicios públicos, cuyos valores habían estado congelados durante el gobierno anterior. La medida no solo afectó la situación económica de millones de personas, sino contribuyó a que la inflación se mantuviera alta en los productos de consumo básicos, según analistas económicos.
«Sé que el cambio a todos no les llegó y sé que estos meses han sido difíciles, pero que todos sepan que en cada decisión siempre pensé en ustedes, incluyendo las tarifas, porque el riesgo era habernos quedado sin luz, sin gas y sin transporte y ahí sí que no íbamos a tener futuro», dijo mirando a las cámaras de televisión.
Estas elecciones, en realidad, fueron apenas el aperitivo de las legislativas que se celebrarán el 22 de octubre, donde se renovará la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. Fernández ya fue miembro de la cámara alta entre 2001 y 2007.
En 2009 fueron creadas por ley las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), que tienen la finalidad de que cada partido dirima sus candidatos.
Sin embargo, una vez más, los principales espacios políticos no presentaron competencia interna, por lo que las PASO sirvieron como una gran encuesta de cara a la elección que realmente valen y, especialmente, para establecer la temperatura del ambiente.
«A la mayoría de los argentinos les fue mejor con Cristina que con Macri, lo que revela que la cuestión económica no fue la única que pesó en esta elección. Indudablemente también hubo otros temas, como la corrupción, la inseguridad y el narcotráfico», dijo a IPS el analista político Federico Aurelio.
«Mucha gente está con malhumor económico, pero considera que este gobierno no es el principal responsable de la situación», agregó.
En las últimas semanas, el organismo oficial de estadísticas hizo públicos datos de crecimiento de la industria, de la construcción, de las exportaciones y de la creación de puestos de trabajo.
Esos datos, según el gobierno, demuestran que lo peor ya quedó atrás, después que en 2016 la actividad productiva cayó 2,3 por ciento con respecto al año anterior y el salario real, al menos lo hizo en cinco por ciento.
Ahora, «la economía está creciendo a un ritmo sostenido, cada vez más sólido y cada vez más difundido entre sectores y regiones del país», sostuvo la Casa Rosada, sede de la presidencia, en un comunicado el 1 de agosto.
Sin embargo, como admitió el propio Macri con la frase de que «el cambio a todos no les llegó», en las calles de las principales ciudades del país la sensación es otra.
«Hay un segmento social en la Argentina que ha sido históricamente vulnerable, que en los ciclos más expansivos de la economía tiene mayor capacidad de consumo y percibe un proceso de movilidad de social ficticio», dijo Agustín Salvia, investigador del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA).
«El cambio de régimen y las políticas de ajuste han golpeado a ese sector, que está en la economía informal y es el núcleo duro del voto a la expresidenta», añadió a IPS.
A su juicio, puntualizó, «el gobierno no solo obtiene sus votos en las clases medias y altas. Hay sectores populares que se han empobrecido desde el cambio de gobierno, pero que aspiran a estar mejor bajo parámetros distintos a los de la ayuda social del gobierno anterior y quieren más oportunidades de trabajo y desarrollo».
«Esos sectores adhieren a la alianza Cambiemos. Habrá que ver, de acuerdo a la evolución de la economía, por cuánto tiempo el gobierno podrá sostener ese voto», reflexionó.
- Editado por Estrella Gutiérrez
- Publicado inicialmente en IPS Noticias
- Puedes encargar un póster de este dibujo de Xulio Formoso a [email protected]