Tras haber minimizado la semana pasada el alcance de la epidemia en Francia, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha tomado la palabra este jueves 12 de marzo de 2020 con un mensaje solemne a la nación, en donde reconoce el carácter muy grave del coronavirus para la salud pública y para la economía nacional y mundial.
Lo más interesante de este discurso presidencial es que pone en tela de juicio la totalidad de la política antisocial desarrollada desde hace tres años por Macron y su gobierno. La pura lógica implicaría que presentase su dimisión por haber desarrollado una política que ha fragilizado el hospital público en Francia.
Macron, en cambio, ha rendido homenaje «a esos héroes en blusa blanca, miles de hombres y mujeres admirables, que no tienen otra brújula que cuidar a los demás», se trata de ese formidable personal hospitalario: cirujanos, médicos, enfermeros, auxiliares de salud, personal de limpieza, que desde hace un año reclaman con huelgas incesantes el respeto y la satisfacción de sus reivindicaciones.
Ese mismo personal que reclamaba, y sigue reclamando, más medios, más camas y más puestos de trabajo para el hospital público y al que Macron respondía, el pasado 5 de febrero, con verdadero desprecio de lo humano: «Yo no tengo dinero mágico».
El coronavirus ha dejado ahora desnudo al rey y su demagógica política de austeridad y de empobrecimiento paulatino del hospital público, lo que hoy, en plena epidemia, puede tener graves consecuencias.
La falsa «masiva e inédita» ayuda al hospital público anunciada por el gobierno en el mes de noviembre, ante la presión de huelgas y manifestaciones sin precedentes, fue una verdadera limosna totalmente insuficiente, ni inédita ni masiva, que no ponía en tela de juicio la política neoliberal de búsqueda de «máxima rentabilidad» en la gestión de la salud pública, tanto de los hospitales públicos, como del sistema de seguridad social.
«La salud no tiene precio -dijo ayer Macron- el gobierno movilizará todos los medios necesarios…» para hacer frente a la que calificó como «la crisis sanitaria más grave que Francia ha vivido desde hace un siglo». Los manifestantes contra la «ley trabajo» y contra su proyecto de «pensión por puntos» se lo habían dicho y repetido mil veces: Nuestras vidas valen más que sus beneficios. La única respuesta de Macron fue y sigue siendo, aun hoy, la represión policial y judicial contra los manifestantes.
El discurso presidencial anunció con gravedad el cierre a partir del lunes de escuelas, guarderías, liceos y universidades, por causa de coronavirus, así como la prohibición de reuniones y manifestaciones públicas, conciertos o eventos deportivos y culturales. Las elecciones municipales del domingo en principio serán mantenidas. Quedan prohibidas las concentraciones de más de cien personas, lo que es catastrófico para todas las actividades culturales.
Alumno emérito de la escuela de economistas liberales de Chicago, Macron se convirtió por unos instantes ayer en defensor del «Estado providencia» y de las más moderadas teorías económicas de Keynes. Mucha hipocresía, falso arrepentimiento y mucho oportunismo político a dos días de un escrutinio municipal que se anuncia catastrófico para su mayoría parlamentaria.
Oportunismo ilustrado hace pocos días cuando, en plena crisis del coronavirus, y aprovechando una reunión extraordinaria del consejo de ministros sobre la epidemia en curso, Macron y su primer ministro hicieron pasar en urgencia la ley que modifica el sistema de pensiones en Francia, aplicando el articulo 49,3, que interrumpe el debate parlamentario.
Contrarreforma de pensiones que, si llega a aplicarse algún día, es la negación del actual sistema solidario intergeneracional vigente en este país desde 1945, y la puerta abierta a la capitalización del sistema de pensiones preconizado por Blackrock.
Todos los sindicatos (incluida la CFDT, favorable al gobierno) reclaman como medida urgente ante las consecuencias económicas de la epidemia, la abrogación de la ley recientemente aprobada sobre indemnización del desempleo, que fragiliza todavía más a un millón de personas en la precariedad o el paro.
Macron no se ha referido a esta cuestión, aunque ha anunciado que serán indemnizados los trabajadores que se encuentren en paro técnico o confinados por causa de la epidemia. «El Estado protegerá a los trabajadores y a las empresas», afirmó, sin hacer referencia a la citada ley sobre indemnización del desempleo, impugnada por el conjunto de las organizaciones sindicales.
Fiel a su línea de apoyo a las multinacionales y a los empresarios, Macron subrayó en su discurso que el Estado ayudará a todas las empresas grandes y pequeñas para superar las dificultades de esta crisis.
La actual epidemia pone al desnudo los límites de la mundialización como meros objetivos financieros y el fracaso económico de las políticas liberales de austeridad, para los pobres y las clases medias, aplicadas en Francia por Macron y, como en el resto de Europa, teledirigidas por la Comisión de Bruselas y el FMI.
En Francia, como en Europa, el dinero del Estado, es decir de los ciudadanos, debe ser para reforzar los servicios públicos, y no para enriquecer a los banqueros y a las multinacionales, esa es la gran lección de esta inquietante pandemia.
[…] Pero este virus que todavía permanece en las sombras de la ciencia, produce extrañas paradojas: el mundo capitalista ultraliberal comienza a subrayar el rol de los Estados fuertes para contener la pandemia -cuando antes remarcaba la necesidad de reducir al Estado a su mínima expresión- y eleva la importancia de la salud pública gratuita. Tal el caso del también ultraliberal presidente de Francia, Emmanuel Macron quien ha descubierto las virtudes del Estado y la salud pública. […]
[…] (3) Macron, el coronavirus y la derrota del neoliberalismo https://periodistas-es.com/macron-el-coronavirus-y-la-derrota-del-neoliberalismo-141202 […]
[…] Pero este virus que todavía permanece en las sombras de la ciencia, produce extrañas paradojas: el mundo capitalista ultraliberal comienza a subrayar el rol de los Estados fuertes para contener la pandemia -cuando antes remarcaba la necesidad de reducir al Estado a su mínima expresión- y eleva la importancia de la salud pública gratuita. Tal el caso del también ultraliberal presidente de Francia, Emmanuel Macron quien ha descubierto las virtudes del Estado y la salud pública. […]