El ave acuática que estuvo a punto de extinguirse en 1977 mantiene a Andalucía como su principal hábitat español
La malvasía cabeciblanca tiene la fama de ser un pato desagradecido. La verdad que más bien es cómodo y que rehúsa aquellos lugares donde se le generan problemas. Sucedió en el lago de Zóñar o la laguna de Rincón, en Aguilar de la Frontera (Córdoba), con la aparición de carpas, lo que dificultaba sus inmersiones en busca de comida, o con la presencia de su “prima americana”, la malvasía canela, una especie invasora, mucho más fuerte que la autóctona.
El 19 de noviembre de 1977 una batida de caza en Zóñar redujo la colonia europea de la malvasía cabeciblanca a veintidós ejemplares.
La presencia allí de tres estudiantes de biología, en la recién estrenada Facultad de la Universidad de Córdoba, supuso un hito que se convirtió en un proceso de recuperación sin parangón y referencia de cómo la decisión humana puede cambiar la realidad. Como escribió el profesor Daniel Giménez Gluck en la introducción de mi libro El pato que se hizo andaluz, ésta «es una historia de éxito, pues de estar al borde de su desaparición, la política pública consigue que la especie se recupere”.
De lo que ha sucedido a lo largo del tiempo con este pato se recoge en la publicación un buen resumen a través de una cronología y hay 178 imágenes vinculadas con el proceso que también son accesible desde Internet.
Un documental de Juan Alberto Arbide es también una buena ventana para acercarse a este caso de ecologismo militante no estridente.
El diario «Córdoba» ha recogido la información de la agencia Europa Press en la que expone los datos del censo nacional de malvasía de 2015, que coordina uno de aquellos estudiantes que presenciaron la matanza de aves en Zóñar en 1977, José Antonio Torres Esquivias. Ese estudiante fue luego profesor universitario, primer director de la Agencia del Medio Ambiente en Córdoba y primer delegado de la Consejería de Medio Ambiente en la provincia.
Ahora, jubilado, sigue coordinando el censo nacional de malvasía, que en 2015 sigue insistiendo en que el pato quiere seguir siendo andaluz.
El 40 por ciento del mayor número de malvasías cabeciblancas contadas en un mismo hito temporal, registro que se recoge para determinar el número anual, estaban en Andalucía. En concreto, el año pasado fue en septiembre.
De las cuatro Comunidades Autónomas donde hubo reproducción, el mayor número de hembras, 91 de las 222 totales, criaron sus pollos en Andalucía. Sólo Comunidad Valenciana superó en un registro referencial el año pasado a Andalucía, al nacer allí nueve pollos más.
Aunque Alicante es la provincia española que mayor presencia, Córdoba sigue siendo un referente con 128 ejemplares en el mes de mayor presencia, septiembre. La malvasía es un ve muy cordobesa, pero sin duda se mantiene como una referencia de la política en Andalucía.
No sabía que existiera un Pato llamado Malvasía, porque aquí en Lanzarote se da una variedad de Uva que se llama Malvasia de la que salen los vinos de Malvasía, mejores de Canarias.