Los confinamientos para luchar contra la COVID-19 se han traducido en un aumento de la violencia y en nuevas formas de explotación y abuso sexual contra niños y niñas, advirtió un informe presentado al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en la ciudad suiza de Ginegra, informa la IPS.
Ese aumento de la violencia y el abuso amenaza con socavar aún más la situación de millones de niños de todo el mundo, que ya se encuentran en una situación socioeconómica precaria, declaró la autora del informe, Mama Fatima Singhateh, relatora especial del Consejo sobre la venta y explotación sexual de niños.
Sostuvo que los niños pueden ser las principales víctimas de la crisis a largo plazo, pues su educación, nutrición, seguridad y salud se verán considerablemente afectadas y la pandemia ha dejado las vidas de millones de ellos pendientes de un hilo.
Puso como ejemplo que Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) observa que la cantidad de niños que viven en una pobreza multidimensional ascendió a mil doscientos millones, un aumento del quince por ciento desde que la pandemia se propagó a principios del año pasado.
En septiembre de 2020, el cierre de escuelas afectaba a 827 millones de alumnos, el 47 por ciento de los inscritos, y se había privado de alimentos escolares a un porcentaje similar de quienes los habían recibido, es decir, a 346 millones de niños y niñas.
Esa fragilidad económica a gran escala, combinada con efectos del confinamiento, se ha traducido en consecuencias trágicas en términos de violencia y abuso contra los niños, expuso la jurista Singhateh, ex ministra de Justicia de Gambia.
Dijo que el abuso en línea va en aumento. La explotación sexual y el ciberacoso han empeorado, al dedicar los niños más tiempo a estar en línea y sin supervisión.
Su informe recoge también el efecto desproporcionado de la pandemia en las niñas. Muchas se han visto expuestas a la violencia física y sexual en sus hogares por el confinamiento, vigilado a menudo por parte de los mismos abusadores.
Al mismo tiempo, las niñas y las adolescentes tienen menos acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva o a los servicios de prevención de la violencia de género, puesto que en muchos lugares no se consideran servicios esenciales.
Además, es posible que prácticas perjudiciales, como el matrimonio infantil, aumenten con la interrupción de los programas de prevención y con decisiones por parte de familias que afrontan una pobreza acrecentada, dijo Singhateh.
ONU Mujeres, la agencia de las Naciones Unidas para la igualdad de género y empoderamiento de las mujeres, estimó que durante 2020 unos 243 millones de mujeres y niñas de todo el mundo de entre 15 y 49 años fueron víctimas de violencia sexual o física a manos de su pareja.
Se proyecta que por cada tres meses de prolongación del confinamiento puede haber quince millones de casos adicionales de mujeres y niñas víctimas de violencia de género, y que entre 2020 y 2030 puede haber otros trece millones de matrimonios infantiles que de otro modo no se habrían producido.
La crisis también ha cambiado modelos habituales de trata de personas y explotación sexual, según el informe, y los grupos dedicados a esos delitos no han tardado en adaptar su forma de trabajo, aumentando el uso de las comunicaciones en línea y la explotación en los hogares.
Las crisis tienden a alimentar la impunidad, el quebrantamiento de la ley y el orden, la destrucción de comunidades y favorecen las condiciones en las cuales la trata de personas y otras formas de explotación prosperan, permaneciendo a menudo estos factores incluso tras haber terminado la crisis, afirma Singhateh.
En algunos países, las restricciones y los cierres de hoteles y locales de ocio han dado lugar a la venta de niños a manos de tratantes de personas en el interior de vehículos, y la venta de menores ahora se suele hacer a través de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería, en vez de en lugares físicos.
Existen informes sobre campamentos de refugiados y migrantes que señalan la venta de niños a cambio de alimentos y suministros básicos, así como la participación forzada de niños en actividades sexuales a cambio de alimentos, habida cuenta de los recortes en la ayuda humanitaria y las restricciones rigurosas a los viajes.
Entre sus recomendaciones, la experta insta a los gobiernos a poner en vigor sistemas de protección basados en los derechos humanos, a fin de evitar o mitigar los riesgos crecientes de violencia, abuso, abandono y explotación de niños.
Recomienda el desarrollo de herramientas de evaluación rápida que evalúen el impacto de la pandemia en los servicios esenciales para las víctimas, y buscar aportes de los niños a la hora de tomar decisiones y de desarrollar estrategias.
La participación de los niños nunca ha resultado tan fundamental para el desarrollo de cualquier estrategia nacional basada en los derechos de los niños que esté destinada a evitar su venta y explotación sexual, así como garantizar su protección, recuperación y reintegración, concluyó Singhateh.