El nuevo presidente interino de Brasil, Michel Temer, se reunió al menos dos veces en 2006 con funcionarios de la embajada de Estados Unidos en Brasilia para comentar la situación política y las posibles alianzas electorales, reveló este viernes, 13 de mayo de 2016, el portal Wikileaks, en el que se califica al político como “informante de inteligencia”.
Temer, entonces diputado y presidente del partido de centro derecha PMDB, consideraba que la elección de Luiz Inacio Lula da Silva había creado una «enorme esperanza» en la población, pero a la vez pensaba que su desempeño en la presidencia había sido decepcionante, por lo que evaluaba la posibilidad de que su organización política lanzase un candidato propio.
También contemplaba hacer una alianza electoral con el PT, en caso de que una candidatura propia no fuese viable.
Las declaraciones de Temer se encuentran recogidas en un cable confidencial pero no clasificado del departamento de Estado de Estados Unidos, fechado el 11 de enero de 2006.
Al publicar esos informes, Wikileaks identificó a Temer en su cuenta de Twitter como un «informante de inteligencia» de Estados Unidos.
Según el documento, Temer criticaba a Lula por su «visión estrecha» y el «acento excesivo que colocaba sobre los programas sociales que no promueven el crecimiento o el desarrollo económico».
En su conversación, Temer afirma incluso que «algunos dirigentes del PT (Partido de los Trabajadores) han robado a las finanzas públicas, aunque no para su beneficio personal sino para ampliar el poder del partido».
Otro cable diplomático publicado también por Wikileaks y fechado el 21 de junio de 2006, identifica al cónsul general como el interlocutor de Temer en estas reuniones.
Temer líder de caciques regionales oportunistas
El documento, firmado por (el entonces cónsul) Christopher McMullen contiene también duros comentarios del diplomático sobre el partido de Temer.
«El verdadero problema con el PMDB es que no tiene una ideología o una estructura política que le permita elaborar e implementar una agenda política nacional coherente», escribe McMullen, al definir a ese partido como «una coalición de caciques regionales oportunistas».
Temer, de 75 años y quien era vicepresidente de Dilma Rousseff, asumió el jueves 12 de mayo de 2016, de manera interina, la presidencia de Brasil, luego de que el Senado aprobara abrir un juicio político a la mandataria por maquillar las cuentas públicas.
Brasil se encuentra sacudido por las revelaciones de una trama de corrupción descubierta hace dos años en la estatal Petrobras, que tiene en la mira a decenas de políticos del PT, del PMDB, del Partido Progresista y a poderosos empresarios.
Rousseff no es blanco de ninguna investigación o acusación por corrupción y sostiene que apartarla del poder constituye un «golpe», además de calificar a Temer de «traidor».