Una noticia de la mañana del domingo me dio escalofríos. Hace exactamente dos semanas que 11 jóvenes desaparecieron de un antro de la Zona Rosa, llamado Heavens Afeter. Se presume en las notas de los colegas periodistas que se suma una jovencita. Es decir, serían 12. Pero nadie atina a dar su nombre y nadie precisa nada. ¿Los culpables? ¿Y las investigaciones? y lo importante, de los desaparecidos: nada. Las familias copadas asisten a una mesa de “información” o de negociaciones. Se llama ganar tiempo ¿para qué?
Al parecer el jefe de gobierno del Distrito Federal que va a la televisión a sonreír y chancear con Brozo no tiene respuestas. Eso sí muestra que conoce el doble sentido, un recurso machista y miserable con que se evidencia el carácter de un individuo.
Pero no es eso lo que me da escalofríos sino que una docena de medios publican el domingo lo que puede o no ser cierto: que un dispositivo llamado Grupo Especial de Reacción e Intervención (GERI), que depende de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), tiene en “resguardo” a tres mujeres (no se saben sus nombres, ni sus edades, ni nada) porque “trascendió” que se trata de testigas fundamentales en una investigación que no tiene, evidentemente, resultados.
Las mujeres, si esto es cierto. Ojo: están en grave riesgo. No tengo idea si alguna, de las dos docenas de instancias, del Instituto de las Mujeres, de la Dirección General de Igualdad, de la Subprocuraduría de Víctimas “con perspectiva de género”, saben o hacen algo.
Y me enfrenta porque en mayo de 2007 en el pueblo de Nocupétaro, estado de Michoacán, cuatro jovencitas fueron “aseguradas” por el ejército por ser testigas y conocer a una banda que participó en el asesinato de cinco militares en esa región. Entonces la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) afirmó que esas jóvenes fueron abusadas por los soldados que las detuvieron para atestiguar. Se contaron historias fantásticas, hasta una entrevista que elaboró la propia CNDH, y un policía “especial”, las llenó de adjetivos impronunciables, en una entrevista que yo le hice, allá en Morelia, donde apareció un cuerpo especial, parecido al GERI.
Por razones que no vienen al caso, yo estuve en Nocupétaro, porque era muy extraña la denuncia de la CNDH, sacada de la manga cuando en todo el país se discutía el ataque y asesinato de Ernestina Ascensio Rosario y crecía la indignación social en Soledad de Atzompa, Veracruz. Me quedó claro que se tendía una cortina de humo.
Semanas después recorrí el pueblo de Nocupétaro, porque aparentemente las jóvenes habían desaparecido. Estuve buscándolas, encontré a dos de ellas, puede comprobar que no, que no habían sido ultrajadas, pero si, durante meses utilizadas como señuelo para capturar a los responsables de aquel asesinato, el mismo que se supo no fue en una emboscada, como dijo Felipe Calderón, entonces, sino que se trataba de un pleito entre borrachos. De modo que se había hecho el simulacro para obligarlas a hablar y dar con los responsables. Ellas fueron sustraídas de su familia, eran vigiladas por la policía, una especial que tenían en Michoacán, en un lugar alejado del centro de la ciudad, igualito que este operativo o dispositivo que ahora tiene retenidas a tres mujeres, para que atestigüen. Se me hace la piel carne de gallina. ¿Dónde las tendrán, que les harán, como puede suceder esto?
Me parece terrible. No tener ningún elemento, no saber dónde están estas mujeres, estos jóvenes desaparecidos y me indigna que se dé, teóricamente prioridad a buscar a los culpables y no a los jóvenes tepiteños desaparecidos. Ahí están los familiares presionando, pidiendo que las autoridades los localicen. Mancera y su equipo no tiene respuestas.
Y no se trata de echar leña al flamante jefe de gobierno, que por cierto tampoco tiene respuestas sobre su filiación ideológica; habla de la izquierda como si se hablara de un ente sin cuerpo, sin características, sin ética, sin principios. Es una denominación en boca de Miguel Ángel Mancera sin referencia de ningún tipo. Es la “izquierda” una abstracción ¿cuál es su compromiso?
El jefe de gobierno tampoco atina a explicar que va hacer con el permiso de trasmisión para el sistema de Radio y Televisión del Distrito Federal: Capital 21, que durante casi cinco años se construyó y trasmitía por internet mientras ponían la antena y construían unas modernas instalaciones. Si uno pica en internet Capital 21, siguen apareciendo los programas y las producciones del sexenio pasado y una señora de nombre Marcela Gómez Zalce, aparece como responsable. Nadie sabe que está haciendo con el presupuesto, con la producción y qué pasará con la concesión que se logró. No hay respuesta.
Tampoco hay compromiso de género. Término que no atina a diseccionar el jefe de gobierno. Lo vi con Brozo diciendo que trabaja también “en el tema de género”, como si las concretas capitalinas, más o menos entre mujeres, niñas y ancianas, son cinco millones. Pero él no tiene respuesta. No sabe o no le importa.
Además en estos asuntos: el de la procuración de justicia, en el de la política pública para las mujeres y en el tema del canal de televisión, Mancera es laxo, escurridizo, impreciso, absolutamente irresponsable.
De acuerdo con las cifras de la Secretaría de Gobernación, resultado de un estudio antes de la nueva administración, en el Distrito Federal la violencia contra las mujeres se suplió en los últimos cuatro años y las cifras del Observatorio de la Violencia de Género hablan de un crecimiento sostenido de homicidios de mujeres, una mayoría en espacios públicos.
Es decir, eso que llama el jefe de gobierno el “tema” de género no es algo gracioso ni merece indiferencia. No le importa. En lugar de promover la designación en el Instituto de las Mujeres, de una persona cabal y entendida, feminista y capaz, dejó ahí a la suplente de Malú Micher, a la licenciada Beatriz Santamaría Monjaraz, quien sin la capacidad y la experiencia necesarias, se debate ante la cuantiosa deuda con que dejaron a ese instituto y sin saber qué hacer.
O sea el jefe de gobierno, el más votado desde que en 1993 las y los habitantes de la capital pudimos elegir a nuestras autoridades, es un bribón, que cree que puede transcurrir en un concurso de simpatías, sin atender los graves problemas de injusticia, impunidad y políticas públicas que ya fueron ensayadas por la izquierda, con nombre y apellido, se llama Partido de la Revolución Democrática y que apuntaron a soluciones inteligentes, moderadas sí, pero con perspectiva y gobernabilidad. Más rápido de lo esperado estamos viendo y viviendo una suerte de simulación y faramalla sin gobierno.
La capital del país ya fue un día –1985—tomada por sus habitantes, para poner orden, asistencia y justicia. ¿Será que es eso lo que tenemos que hacer ahora? En un momento de crisis suprema, de desempleo, de falta de recursos, de una creciente violencia que ya habíamos despedido y dónde, el Jefe de gobierno no tiene equipo. ¿Dónde estarán esos 11 jóvenes desaparecidos?, la joven sin nombre; donde estarán esas “testigas indispensables”. La autoridad tiene la palabra; cuál es la política para realmente enfrentar la violencia contra las mujeres y cuál es su política de medios, que no sea la de recurrir a los monopolios y seguramente pagar cantidades estratosféricas para una suave, suavísima entrevista que le hizo el señor Brozo en Canal 4, el hombre que considera “nalguitas a las mujeres”. El colmo.
Veremos.