Miguel Angel Montuori, el desafortunado delantero que jugaba al ajedrez

La historia de la leyenda de la Fiorentina, el italoargentino Miguel Angel Montuori, y su vinculación al ajedrez, se inicia con su nacimiento en Rosario, Argentina, en 1932. Cuando era pequeño salía por la ventana de su casa para jugar descalzo al fútbol por las calles. Su padre, un pescador napolitano, no entendía su pasión por el balón, entonces en su entorno era conocido como ‘Pocho’.

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Montuori en una jugada con Italia ante Suiza

Empezó en la Academia de Racing Avellaneda, donde debutó con diecinueve años desde 1951 hasta 1953, pero, por falta de oportunidades y con pocos partidos, dio el salto al Universidad Católica de Chile, los Cruzados, donde jugó 59 partidos convirtiendo 29 goles.

En su posición de delantero, allí ganó el campeonato de 1954 con 22 goles en 33 partidos. Se le recuerda por la mayor goleada en el ‘clásico universitario’ al Universidad de Chile 5-0, donde marcó tres goles.

Gracias a un sacerdote, el padre Volpi, procedente de Bérgamo, que había jugado al fútbol y convenció al presidente, Enrico Befani (1910-1968), fue fichado por la Fiorentina. Entonces era muy raro que un jugador sudamericano terminara en Italia pero por dieciocho millones de liras fichó por el club toscano donde vivió su mejor etapa futbolística y se convirtió en un mito.

Se le considera uno de los mejores que lució la camiseta violeta, el mejor ’10’ de la Fiore, los aficionados lo llamaban ‘Miguelanchelo’ en alusión al pintor renacentista haciendo un paralelismo con el genial juego de Montuori que poseía un gran sentido del gol y una hábil elegancia con el balón.

Ganó el primer Scudetto de la historia del club en la temporada 1955-56, recordado especialmente es su partido ante el Nápoles, el primero retransmitido por la RAI, donde ganó la Fiore 4-2, Montuori marcó dos goles, siendo antológico el primero. El equipo viola solo perdió un encuentro, ante el Génova.

Después siguieron cuatro subcampeonatos consecutivos así como una Copa de Italia. Pero lo más destacado fue llegar –disputó siete partidos con un gol- y jugar en la única final de la Copa de Europa que disputó la Fiorentina y que perdió, en el Santiago Bernabéu, ante el Real Madrid por 2-0 con goles de Di Stefano y Gento.

La Fiorentina obtuvo en 1961 la primera Recopa y la Copa de Italia. Aunque no pudo disfrutar de ambas finales, sí contribuyó, al jugar dos partidos de clasificación. Fue la única final de la Recopa disputada a doble vuelta donde el club viola ganó ambos al Glasgow Rangers. Fue el primer título europeo del equipo que además suponía el primero para un club italiano en competiciones de la UEFA.

También aportó para llegar a la final de la Copa de Italia el mismo año, ganada ante la Lazio por 2-0, por lo que se desquitó de la derrota ante este mismo equipo en 1958, una vez reinstaurada esta competición debido al parón por la Segunda Guerra Mundial.

Estaba considerado como oriundo, tenía rasgos indios, -herencia de su madre argentina- pero se nacionalizó italiano y fue internacional doce veces por Italia entre 1956 y 1960, donde marcó dos goles. Lució el brazalete de capitán de los azzurri en un partido amistoso ante España disputado en Roma en 1959 que terminó con empate a uno.

Pero la carrera de Montuori cambió en un partido del Torneo de Martino, ante el Perugia el 19 de abril de 1961, una jugada trivial, un balón rechazado por un defensa rival impactó dando un fuerte golpe en su cabeza y oreja derecha, quedó inconsciente y motivó un desprendimiento de retina y daños en la vista. Se le diagnosticó diplopía. Pasó tres meses con los ojos vendados sin ver la luz.

Así, tuvo que retirarse del fútbol a los veintiocho años, tras haber jugado 162 partidos con la Fiore donde anotó 72 goles entre 1956 y 1961.

Tras una cirugía mejoró su vista pero llegó la parálisis del lado izquierdo del cuerpo, tras pasar de nuevo de urgencia por el quirófano salió en un estado de confusión mental.

Entonces aparece el ajedrez en su vida, los médicos le aconsejaron actividades para que su cerebro funcionase. Así, se aisló, se inscribió a un curso de ajedrez por correspondencia, llegando a disputar diariamente varias partidas ante el tablero «en esos meses era todo mi mundo» durante un año. El más que milenario juego le acompañó ya toda su vida.

Su ahijado, Aurelio Virgili, hijo de su compañero de equipo, Giuseppe Virgili (1935-2016) todavía le recuerda: «Fue un gran jugador de ajedrez, era impresionante verlo. Un día lo vi invitar a seis amigos y jugar simultáneamente en seis tableros diferentes».

Su segunda hija, Liliana, –tuvo cuatro, dos viven en Chile, dos en Italia-, rememora la afición de su padre por los 64 escaques, «jugaba mucho al ajedrez, era su pasión. Podía pasar horas y horas practicando jugadas». Su hijo menor, Angelo también menciona que compraba libros sobre Anatoli Karpov y Bobby Fischer «y le ganó al campeón de Chile de esa época» (en alusión a René Letelier, -1915-2006-, campeón en 1972).

Miguel Ángel Montuori trabajó en 1962 como periodista en el Giornale del Mattino que terminó cerrando y al año siguiente, con treinta años, hizo sus pinitos como entrenador en equipos toscanos menores como el Pontassieve, Aglianese Calcio 1923 y Montecatini. Sin embargo reconocía no tener temperamento para el banquillo.

Comenzó a tener nostalgia, y tras vender su casa, volvió a Chile, entonces en la etapa de Salvador Allende, en 1971 para luego posteriormente regresar a Italia en 1986, buscando mejores condiciones económicas, en 1988 el club viola le hizo un homenaje. Trabajó en una biblioteca municipal en Isolotto, un distrito de Florencia, ya que tenía gran amor por los libros y también ejerció de ojeador de jóvenes futbolistas, por ejemplo, descubrió a Francesco Flachi.

Murió en Florencia, ya jubilado, en 1998, a los 65 años, de un enfisema pulmonar y siguiendo sus deseos está enterrado en el Mausoleo italiano del cementerio general de Santiago de Chile.

El pasado mes de enero se presentó el libro ’La viola y los lirios del campo’ (La viola e i gigli della campagna, en su original italiano) dedicado a su memoria, -acudió su hijo Angelo- y escrito por Rolando Rizzo.

Jesús Cabaleiro Larrán
Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona, rama Periodismo con cursos de doctorado, estudios sobre Marruecos contemporáneo y el Sáhara Occidental. Más de 35 años de periodismo, la mayoría en prensa escrita, ha trabajado a ambas orillas del Estrecho de Gibraltar, casi 13 años en el extinto diario El Faro Información, en Algeciras, donde empezó de redactor y del que fue su último director y en Tánger dos años en un diario digital. Además ha participado en la mayoría de los Congresos de Periodistas del Estrecho desde el inicial en 1993 hasta 2019. Titulado en ajedrez por la UAH y UNED. Amante de Portugal. Ha publicado un libro, ‘Artículos periodísticos. Apuntes para la historia de la prensa de Algeciras’.

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