Con un precioso cartel obra del artista Alberto Corazón, se presentó en Madrid el Festival Música Sur, que celebra este año su quinta edición.
El acto, celebrado en La Quinta de Mahler el viernes 30 de junio 2017, corrió a cargo de Juan Carlos Garvayo, pianista del Trío Arbós y director artístico del Festival. Un festival nacido íntimo y humilde pero que él y su familia, con el apoyo de muchos y buenos amigos, consiguen cada año sacar adelante. Estamos ante un festival internacional, eminentemente de música de cámara, que se celebrará en la localidad granadina de Motril, patria chica de Garvayo, entre los días 23 y 29 de septiembre, ambos inclusive.
En el acto de presentación participó también el periodista y crítico musical Juan Ángel Vela del Campo, quien charló con Garvayo sobre la particular idiosincrasia de este Festival, el arraigo conseguido no sólo en Motril sino en toda una comarca extensa que va desde las playas del Mediterráneo hasta la fértil vega de Granada; las dificultades de financiación que el Festival conlleva y los logros conseguidos al implicar a empresarios -principalmente hosteleros-, 30 de los cuales son ya mecenas firmes del Festival; su indudable aceptación por parte del turismo estacionario y del que permanentemente vive y convive en la zona…
Música Sur mantiene desde sus inicios una marcada vocación camerística, lo que hace que Motril se convierta durante unos días en una ciudad llena de música clásica y contemporánea, flamenco y jazz, y donde tendrá cabida este año a la primera banda sonora compuesta para el cinematógrafo.
Toda la programación del quinto Festival Música Sur se puede ver en su web: http://www.musicasur.es/
La guinda llegó cuando, después de oírlos charlar, entró en escena la música en vivo, apenas una pequeña muestra pero muy representativa de la que en Motril se oirá, interpretada para la ocasión por el Trío Arbós.
Sus integrantes, el propio Juan Carlos Garvayo al piano, Cecilia Bercovich al violín y José Miguel Gómez al violonchelo, interpretaron ‘Tapas’ de María de Alvear y ‘Nocturno D. 897’ de Schubert.
Para la primera pieza, los músicos se adornaron muy oportunamente con el gorro típico de los cocineros, pues la gastronomía de la zona hará todo lo posible por secundar con su esfuerzo la fuerza musical de las interpretaciones. Y es que la música, y en general las bellas artes, han de diversificarse e interactuar con otras disciplinas para interesar a un número cada vez mayor de entendidos y conseguir un público amante del arte en general. Sobre todo del arte de la buena vida.